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LA VERDADERA HISTORIA: 4.1.9-10 Calle Sta. Ana – Sabadell

Publicada el mayo 12, 2025mayo 14, 2025

4.1.9.- Calle Santa Ana.

El 24 ha sido de preparación para el rodaje en la calle Santa Ana, imprescindible para mostrar una acción que evite un seguido de demasiadas secuencias de interior con charlas interminables. André, Max, y en especial Page, se han ocupado de ver las ubicaciones idóneas, o posibles, de la cámara. Incluso han pedido las llaves a la portera del número 30 para subir al entresuelo, donde al parecer no reside nadie. ¡Prefecto! ha exclamado Malraux, con su cámara de mano, enfocando la reja que da entrada al recinto de la iglesia de Santa Ana, a pocos pasos de la Plaza Cataluña. También desde el portal podría ir bien, aunque para el plano inicial, con los republicanos llegando al punto donde se pararán, asustados por el paso de “los moros”, Malraux, aconsejado por el responsable de fotografía, decide poner la cámara en la bocacalle de Belltrellans.

Así, quedan tres puntos donde ubicar la cámara Parvo: la citada bocacalle, al lado de la reja, y desde el número 30.  Los tres focos disponibles, se colocarán algo más retrasados, hacia Las Ramblas. Aub se encargará de colocar allí a los guardias de asalto que impedirán que la muchedumbre curiosa heche a perder la poca película de la que disponen. La frontera la marcará la bocacalle del callejón de San Buenaventura. El valenciano comentará: “¡Mucho santo veo yo para divulgar la causa republicana!”.

Han quedado en un rincón los rieles y la plataforma del trávelin que se piensa utilizar. No puede estar colocado al inicio, pues su ubicación es por donde pasan los guerrilleros, en su ida y vuelta precipitada, en el plano inicial.

Calle Petritxol, frente a la cestería Lledó. A la izquierda, el encargado. (Universo Max Aub.)

Al tener el material tan a mano, habrán empleado la tarde, ya anocheciendo, para rodar los breves segundos de entrada y salida de la droguería, cuyo interior están a medio rodar en los estudios Orphea. Lo han hecho en la calle Petritxol, utilizando la cestería Lledó, en el número 15. Han sido pocos segundos, en los que rodarán la persiana de entrada, con el letrero anunciador, a la que se dirige el comisario político[i]. De inmediato, con la cámara en su interior, se habrá rodado la salida de los voluntarios cargados con la dinamita, para lo que el encargado del establecimiento habrá subido la puerta metálica. Después, satisfechos, Page les ha hecho una foto ante la tienda, en la que han pedido al encargado que se sume la grupo.

A la mañana siguiente, jueves 25, muy temprano, se han ido reuniendo los actores y el equipo de rodaje en el bar Nuria[ii] en la parte superior de las Ramblas. Page y Thomas, con algún asistente, se han adelantado y ya están tomando posibles enfoques en la calle Santa Ana, en su parte cercana al Portal del Ángel. Hay euforia. Los primeros exteriores en ciudad, con la perspectiva de un rodaje continuado de una secuencia completa.

—Si eso sigue así, a finales de año tendremos la película lista —manifiesta Aub, con la boca aún llena.

Están desayunando, hay fondos para pagarlo.

Malraux, más inquieto, se levanta y, aplaudiendo, da prisa para que acaben la tertulia.

Atraviesan la barrera que forman media docena de guardias y numerosos curiosos, algunos subidos en una plataforma que luego servirá para los focos. Días atrás, desde Propaganda, Sánchez Arcas ha hablado con el propio ministro de

Calle Santa Ana. Mirones. (Picon,1970)

Gobernación, Paulino Gómez, consiguiendo media docena de efectivos. Las relaciones con la Generalitat están tensas. La semana anterior, como protesta por la toma de control de las industrias de guerra por parte del gobierno central, han dimitido dos ministros[iii]: Ayguadé, de ERC y ministro de Trabajo, e Irujo, del PNV y ministro sin cartera, en solidaridad con el primero. No era momento de dejar ningún resquicio al protagonismo de los mossos de escuadra.

Paula[iv], después de dar un beso a su marido como señal de buen agüero para el inicio, levantando la mano, dice:

—Carral, Damián, Luis, González… —han decidido llamarles por el nombre del personaje—, Ramos, Agustín…

El tal Ramos levanta la mano. A un gesto de Paula, indica:

—González no ha venido. Lo tenemos ensayado, pero ayer se encontraba mal.

Max y André se miran. “Ya empezamos”, piensa el primero. El francés, expeditivo:

—No importa. Nos saltamos su parte. Venga, hay que empezar[v].

Diligente, Mme. Boutault tacha unas líneas del guion mecanografiado que sostiene.

Todos en sus puestos, con la cámara en la bocacalle de Belltrallans. El equipo a su alrededor, con Malraux apoyando su mano en Page. Algo más atrás, Aub acabándose un bocadillo. A un mirada de Max, se adelanta y dice:

—Todos andando rápidamente, decididos. En la parte trasera del grupo, los dos con la dinamita y, el último, Punto y raya. Cuando lleguéis al punto marcado en el suelo, os paráis un instante, y luego retrocedéis corriendo. Probamos una vez.

A Agustín le han puesto el mote debido a su cojera, que por otra parte cumplirá a la perfección su papel de rácord con la secuencia siguiente, ya en Tarragona.

El grupo lo hace. Dos de delante corren demasiado, los que van cargados con la caja de explosivos, se retrasan.

—¡Alto! Demasiado separados. Tú, no corras tanto, ¡caramba! Venga, de nuevo.

La segunda es más satisfactoria. Se trata solo de una veintena de metros, lo que da el giro de la cámara entrada en la callejuela, entre sus dos esquinas. Lo ensayan una tercera y ruedan.  Lepiani anota en la claqueta: Sierra de Teruel, VII, plano 1, toma 1. A una indicación de Max Aub, ha borrado la tiza con la que había escrito Sang de gauche para reemplazarla por el nuevo nombre.

—¡Acción! Grita Page con marcado acento francés.

Lo hacen.

—¡Alto! Quedaros ahí.

Aub sale de detrás de la cámara y se dirige al grupo.

—Figuraros que acabáis de ver un desfile de moros que pasa por la bocacalle. Ahora no hay nadie, la policía impide que se acerque gente a esta parte del Portal del Ángel. Pero imaginaros que veis pasar una compañía de regulares. ¿Cómo reaccionaríais?

—¡Joder! Grita una voz anónima del grupo.

—Pues eso, retrocedéis pitando. Tú, Carral, te quedas en la tienda de calcomanías; Luís y Damián, en la reja; luego González y Ramos, un portal más allá, Pedro y Manuel…

Lo filman. Algunos han pasado excesivamente cerca de la cámara, pero el día va avanzando y la intención es acabar la secuencia. Si hay tiempo, ya repetirán el plano. En el interín, ha llegado José Telmo, el González de la película, deshaciéndose en excusas[vi].

El trávelin. De izquierda a derecha: D. Marion, Paule Boutault, André Malraux (Marion (1970):

Se forma un corrillo con los actores. Salvo los profesionales Castillo (Carral) y González[vii], los demás tienen una corta experiencia teatral, algunos simplemente como aficionados. El participar en un rodaje les excita.

—Vamos, fuera de aquí. Vosotros, venga, colocad de una vez el trávelin.

Malraux le coge por el hombro:

—Max, son ya las doce. Dígales que vayan a comer algo. Mientras lo instalan no podemos ni tan siquiera ensayar. Que vuelvan al Nuria.

Aub sigue con las indicaciones:

—Los actores al Núria. Comed algo. Pero ojo con lo que pedís.

La puesta de los raíles, el carro con la cámara, los focos en su nueva posición les ocuparán hasta las cuatro de la tarde. Va cundiendo el nerviosismo. Aub va al Núria a llamar a los actores que siguen allí de cháchara. Atravesando las Ramblas, Telmo le dice:

—La Vanguardia dice que el domingo derribamos no sé cuántos aviones[viii]. Mira, he afanado el periódico. Díselo al jefe, estará contento.

Denis Marion, que hasta el momento no ha intervenido, se da cuenta de que debe tomar la iniciativa. Mira un momento el guion que sostiene Paula, y luego indica:

—Rodemos primero el trávelin, desde las calcomanías al Grand Chic Venga, todos a sus puestos. Luego filmaremos los disparos. Tú, Damián, cuidado con la bolsita de tinta.

El trávelin cruza diagonalmente la calle, en el mismo espacio reducido que se ha rodado por la mañana.

Curiosas (Marion, 1970. P 128)

Aub detiene la operación con un gesto de la mano. Luego, se acerca a la casa contigua, donde unas mujeres están contemplando el espectáculo, charlando alegremente.

—O se meten en casa, o pido a los guardias que se las lleven —ellas le miran sorprendidas—. O mejor, quédense, igual les alcanza un tiro. ¡Fuera!

Ya no volverán a aparecer. Max con un gesto, indica a los operadores que procedan.

—¡Acción!

Lentamente, se va desplazando de derecha a izquierda, partiendo de la reja de la iglesia, con una cierta pausa en las parejas de republicanos indicadas en cada una de las entradas. Todos van cumpliendo, más o menos, con lo previsto en el guion.

Carral, en una tienda de calcomanías, sosteniendo un fusil ametrallador, recibe el primer impacto, pero no le hiere. Siguen, en la reja, Damián y Luís, que lleva una bolsa con dinamita y es herido en un brazo. Luego, González, agachado, y Ramos que se agarra el vientre al ser alcanzado por una bala. Sigue avanzando la cámara hacia la izquierda, donde se halla Barca, solo en un portal de una perfumería donde se cobija. Más allá, Agustín y Manuel en un portal de piedra. Por último, en una tienda de modas, están Pedro y Salvador. Este es herido y cae, sostenido por el cojo.

Al grito de ¡corten!, Paula indica a Malraux:

—Le dije a ese que ocupara el sitio en “Ramos de Gra” para sustituir a Agustín. No sé por qué, pero Agustín estaba con Manuel en el portal contiguo a la perfumería.

—Vale, muchas gracias. Es usted muy valiosa. Nadie hubiera visto el detalle. Pero la toma vale. Y no nos sobra película —cierra, con una mirada interrogante a Aub, que es quién lo había traducido. Luego se dirige a los cámaras.

—Creen que ha salido bien. La tarde va avanzando.

—Rodemos la persiana. Unos metros, luego ya cortaremos. No hay dueño, no creo que pase nada con que la perforemos y al final la partamos en dos.

Lo hacen desde el extremo más cercano a la reja al que puede llegar el carro de trávelin, que seguirá, en contrapicado, las dos ventanas del piso; en la segunda, figurando que el tirador es herido por Carral, se rajará en dos la persiana. Luego sacarán la cámara, dejando los raíles que no dificultarán el rodaje de los planos medios en la parte contraria.

—Sugiero que hagamos ahora los cortes a intercalar. Primero a nivel de calle, y luego desde el entresuelo.

Son casi fotos fijas. Carral atento, sorprendido por un disparo. No será tal, ya que no se dispone de proyectiles, tan escasos en el frente. Se utilizará una bola de rodamiento, lanzada con habilidad contra la vitrina de las calcomanías.

También se rodará el plano medio de la caída de Salvador herido, junto a un compañero[ix] y, detalle muy propio de Malraux, la rotura del escaparate que provoca la caída de un sombrero de la casa de modas, tal como el francés había ya indicado en el guion.

Ha anochecido. Se llevan ya todo el equipo de rodaje e iluminación. Tendrán que acabar al día siguiente, sin guardias. Lo harán con una cámara colocada en el interior del patio de la iglesia, con Carral agrupando a sus hombres. Algunos del equipo de atrezo impedirán que se acerquen demasiado los curiosos.

Carral, rodeado de sus hombres, da las instrucciones:

—Tú, López y Marín[x], quedad con los heridos, los otros, a la puerta.

A pesar de ser sólo unos instantes de rodaje, la situación por culpa de los curiosos se hace insostenible. Ya no podrán filmar al grupo dirigiéndose a la puerta.  para ser hecho en Tarragona, unos días después. Así, cambiarán la calle Santa Ana por la de las Escrivanies velles[xi] de la ciudad del sur de Cataluña, para rodar los escasos 10 segundos finales de la secuencia VII.

4.1.10.- Sabadell.

Han pasado el día, pero ha valido la pena. Incluso han rodado una secuencia que estaba prevista hacer en interior: la XXIX.

Han salido casi de madrugada. Por una vez, tanto Julio Peña como José Santpere han sido puntuales. A las ocho estaban en la puerta del campo de aviación de Sabadell, a las afueras de la población. Ya les esperaban. Mientras los cámaras situaban el equipo en el interior de un hangar de reparación de los famosos chatos, los cazas rusos Polikarpov I15, les han ofrecido un frugal desayuno con malta, leche y unas rebanadas de pan.

Sabadell es una población industrial, con numerosas fábricas reconvertidas en industrias de guerra[xii]: paracaídas, blindados, incluso tanques en la antigua fábrica de hilados Vicenç Planas, con unos trescientos operarios. Pero el objetivo hoy es la aviación, destacar la insuficiencia de medios debida a la No-intervención, en contraste con la presencia alemana e italiana en la contienda.

Malraux ha exultado al ver los restos de un avión italiano derribado días atrás. Se aprecia claramente su origen en los neumáticos Spiga.

—Venga, rodemos.

Entran Peña (Santpere) y Attignies (Julio Peña). Improvisan con un texto que Malraux a pergeñado y Max Aub traducido durante el desayuno. Se insertará entre las secuencias XXIX y XXX, que, si pueden, también rodarán aquí, aunque la primera estaba prevista hacerla en estudio[xiii].

ATTIGNIES: El que derribamos ayer.

Metros más allá, otro avión siniestrado:

ATTIGNIES: Han perfeccionado sus nuevos modelos.

PEÑA (dirigiéndose a un coche de Aviación: Fíjate en el mando de las ametralladoras.

ATTIGNIES (tocándolos): A pesar de todo, podemos con ellos.

PEÑA (desde el interior del coche): Ataca.

Attignies sube y arranca el motor del coche.

—¡Magnífico! —clama Malraux. Ahora vamos a por lo del guion. Empecemos por la XXIX, quedará más real si es un exterior. El despacho de Peña ya saldrá lo suficiente.

Para ello se han desplazado hasta el barrio de Can Feu, a la fábrica Baygual y Llonch[xiv]. En ella se procede al montaje de aviones rusos desde que los intensos bombardeos en Reus, en otoño de 1937, aconsejaran el traslado a esta zona algo más protegida. Rodarán el diálogo entre los dos personajes en el momento en que se aproximan a los hangares. Unos pinos cercanos dan algo de sombra.

Fábrica Baygual – Sabadell

El comisario político ha pedido coches o focos en diversos puntos, sin éxito. Los van a necesitar para el despegue nocturno. De otra forma, el ataque al puente de Linás sería un suicidio, pues el desequilibrio de fuerzas aéreas en apabullante. Attignies informa a su comandante. Este le pregunta:

PEÑA: ¿Están listas las dos tripulaciones?

ATTIGNIES: ¿Sólo dos?, ¿dos?

PEÑA (CON AMARGURA): Ven y verás, comisario político.

Lo dice en la puerta del hangar.

Se ha colocado la cámara en el interior, con la duda de si la iluminación será suficiente. Avanzan entre una serie de chatos con la parte del motor tapada por una lona.

Berenguer, junto a Page, los advierte.

—Va a quedar todo demasiado oscuro. Quizá una linterna de un ambiente más misterioso, no se va a ver el resultado hasta el final.

Los dos hombres, con la linterna que les han dado, avanzan lentamente.

ATTIGNIES: ¿Estos son los que se pueden reparar?

PEÑA: Si a esto le llamas reparar…

ATTIGNIFIES: Pero ¿y la reserva?

El haz de luz ilumina un aparato nuevo, del que Peña quita lentamente la lona delantera. No hay motor. Con rabia exclama:

—No Intervención.

Devuelven la lona a su sitio y luego, cabizbajos, van saliendo. Ya en la puerta, el joven oficial introduce las siguientes secuencias, donde se irá frenéticamente a varios pueblos en busca de coches que, con sus faros, puedan orientar el despegue de la madrugada siguiente.

ATTIGNIES: Y esa noche, ¿nada de cazas?

PEÑA:  No habrán vuelto todavía. Pero lo primero no son los cazas, sino los faros. Vamos a pescar coches por los pueblos.

Solo han tenido que repetir un plano, al no soltarse la lona del motor del chato. El resto ha quedado bien a la primera, o al menos eso piensa Malraux, a expensas de verlo semanas después, cuando haya sido revelada la película en París.

Regresarán, exhaustos, ya entrada la noche. Pero se han rodado casi una veintena de planos. El día menos pensado, han conseguido la mayor cosecha. Lo celebran con una copa de coñac. El domingo, 28, descansarán todos menos Max Aub, que con la intención de rodar en el despacho de Peña que están acabando de montar en Orphea, se afanará en contactar con Mejuto y Santpere, y si puede, también verá de atar al futuro campesino de Linás: José, el actor José Lado.

SABER +: RODANDO EN LA CALLE SANTA ANA.

Video: Rodando en Barcelona y Tarragona (secuencias VII a X)

NOTAS:

[i] Que no aparecerá en el montaje final.

[ii] https://www.lavanguardia.com/local/barcelona/20160203/301870995556/carta-inedita-origenes-bar-nuria-rambla-90-aniversario.html

[iii] PI i SUNYER, Carles (1975). La República y la guerra. México, Ed. Gases. Página 517 y siguientes.

[iv] Paula Boutault era la esposa de André Thomas, el camarógrafo.

[v] Según el guion, al ser atacados por un franco tirador, Ramos y González se refugian en la entrada de la tienda “Au Grand Chic”. Allí, el primero es herido en el vientre y es sostenido por González. En el plano 10, cuando pasadas las tropas franquistas, los republicanos vuelven a ponerse en movimiento, Ramos dice: —No quiero morir hasta mañana.

[vi] González no aparece en los primeros instantes de la secuencia. Sí posteriormente.

[vii] Ver: https://www.visorhistoria.com/el-baile-de-los-creditos-actores-2/

[viii] La Vanguardia, 16.08.1938. Página 1.

[ix] En el guion original mecanografiado, se menciona como compañero de Salvador a Agustín, lo cual no puede ser, como se ha indicado. Se aprecia que quien sostiene al herido no es el “cojo” que interpreta a Agustín.

[x] El guion original indica: Gutiérrez, tu te quedas on los heridos y, ahora, nosotros, ¡a la puerta!

[xi] Información facilitada por el amigo tarraconense Joan Cavallé.

[xii] https://www.isabadell.cat/sabadell/historia-de-sabadell-les-col%C2%B7lectivitzacions-a-la-guerra-civil-1936-1939/

[xiii] Lo que sigue no está incluido en los guiones mecanografiados iniciales, ni tampoco en los editados posteriormente.

[xiv] RIBÉ, Genís (2009). “Cinema de guerra a Sabadell” en Sabadell, 1931-1945. Una esperança desfeta. Sabadell, Ajuntament de Sabadell. Página 130.

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