Capítulo 2.1. deLa verdadera historia del rodaje de Sierra de Teruel.
Marzo lluvioso en París. A través del vaho de las ventanas de La Closerie des Lilas, imágenes de paraguas y gente corriendo; gotas resbalando por el cristal. Dos hombres sentados frente a frente se giran al unísono al ruido de su vecino que abre ostentosamente Le Figaro del jueves 17 de marzo de 1938. En primera página, dos titulares: “El ejército del general Aranda sigue su avance. Conquistados 7.000 km2 en ocho días”, y al lado las declaraciones de Chamberlain en la Cámara de los Comunes: “Inglaterra no tiene la intención de pillarse los dedos en España”.
Édouard Corniglion-Mo
—Una noticia más —dice—. Las derechas lo hinchan todo.
—Es por esta razón que es más necesario que nunca avanzar en nuestro proyecto.
Días antes, en unas declaraciones a la prensa estadounidense, Eduard Corniglion-Molinier, productor cinematográfico y aviador, ha informado de la creación de la productora Interallied Films, con un socio americano: John Otterson. Explica que tienen la intención de llevar a la pantalla diversas obras de André Malraux, su compañero de mesa. Entre ellas L’espoir y La condition humaine, e incluso Le temps du mépris. Además, ha detallado que no será en Hollywood, sino en Nueva York. Ha añadido que piensa alternar dicha actividad con la producción en Francia de dos o tres películas anuales a través de la sociedad de producción cinematográfica que ha constituido con el matrimonio Tual[i]. Sin embargo…
—Hoy por hoy no puedo prometerte nada. Sí, lo dije, pero el proyecto aún está verde. Además, mi Mullenard[ii] no ha funcionado como esperaba, y Drôle de drame aún menos. No pinta bien, creo que no se entiende este tipo de humor. Denise Tual está muy decepcionada. Cuando leyó His first Offense[iii],
vino a verme enseguida, creía que sería un éxito, pero ya ves, una historia de humor negro sobre un arzobispo extravagante… No ha gustado a nadie[iv]. ¡Con razón Gaumont no quería distribuirla! Solo el prestigio de Saint-Exupéry y el ofrecerles Courrier du Sud hizo que lo aceptaran. ¡Pero qué poco interés ha puesto en promocionarla! Las presenté en América, pero ellos están en otra onda. Y aquí no están los tiempos para fantasías. Hay tanta tensión en las calles.
El flequillo de Malraux se agita, como queriendo ahuyentar los malos presagios.
—Pero España lo necesita. Y yo también.
Los adelantos de Gallimard por L’espoir se están acabando. ¡Ahora o nunca! Lebrun ha vuelto a llamar a Blum a la presidencia del Consejo, quién sabe para cuánto tiempo. La crisis económica no ceja y en la calle hay inquietud y disturbios.
—Crees que el gobierno francés…
—Lo dudo. Y más tratándose de un proyecto en pro de la República española. No quieren significarse.
—En cualquier caso, Eduard, tú sí puedes ayudarme en agrupar un equipo técnico solvente, ¿verdad? Yo, ya sabes, estuve con Eisenstein, me gusta el cine, pero no me he relacionado lo suficiente con este mundillo.
Traen dos sole meunière. Malraux escancia Puilly fumé en las dos copas.
—¿Tienes claro el guion?
—No, aún no, pero sí muchos apuntes. La historia de mi escuadrilla daría para varias películas. Muchos fragmentos que ya incluí en L’espoir podrán servir. Seguro que habrá el bombardeo de un campo de aviación enemigo, la lucha aérea, la caída de un aparato y los campesinos que van a recoger a los heridos[v]. En casa tengo ya algo escrito. Pero desde luego, necesitaré un guionista profesional para los detalles.
—¿Has hablado con Prévert? En Drôle de drame hizo una gran labor, en especial con los diálogos[vi].
—Pregunté por él en el PCF, pero no me dieron gran información. Desde que se disolvió el grupo Octubre[vii] me dicen que no saben de él.
—Toma. Llámale a este número.
Corniglion lo escribe en una servilleta que entrega a André. Luego encara el pescado. Con la boca llena, levanta la cabeza y señala con el tenedor. Una vez engullido el bocado, indica:
—Para la parte española, quizá te serviría Corpus. Y para la música, podrías probar con Darius Milhaud, su Le bœuf sur le toit es genial y en Mollenard colaboró eficazmente. Le conozco, podría hablar con él.
—Yo había pensado en Gossec. Ya veremos. Tenemos que ir pensando en ello. Producción, fotografía, guion… Quiero los mejores.
—Pero habrá que pagarlos. Veamos que podemos hacer, con qué podemos contar, y luego nos ponemos a ello. No nos faltarán buenos profesionales. La filmarías en Francia, supongo, ¿no?
—Esa es la intención. También pediré ayuda al embajador Ossorio. Pero no podemos perder tiempo. Cada día que pasa los fascistas ganan territorio. Y además, en Estados Unidos va creciendo la opinión de que deberían autorizar la venta de armas a España. Es el momento de dar un empujón a la gente para que presione ¿Imaginas una película que agitara a la opinión pública? Cuando estuve en Hollywood… Ya sé que Roosevelt vio Tierra de España[viii], y en cambio a mí no me recibió. Pero también sé que la obra de Ivers es más un reportaje que una obra de creación. Yo pondré a la gente de izquierdas de América en pie.
Y la conversación sigue al hilo de los recuerdos, entrelazando anécdotas de las estancias de ambos comensales que, con un año de diferencia, habían visitado los Estados Unidos, regresando casualmente en el mismo barco, del que comentan las comodidades y la gastronomía. América, 1800 salas, millones de espectadores… El senador Nye planeando presentar una enmienda a la Neutrality Act que impide vender suministros a los países en guerra. Hay que demostrar que se trata de la defensa de la legalidad apoyada por la gran mayoría de la población, y para eso nada mejor que tocar la fibra sensible de millones de americanos.
Sí, hacer una película. Pero ¿con quién? La mayoría de los contactos de ambos tienen una relación más o menos estrecha con el Partido Comunista Francés, que está padeciendo un aislamiento por parte de las otras fuerzas políticas. Aunque Blum, más a la izquierda que Chautemps, más favorable a ayudar a la República española, haya vuelto a presidir el gobierno, el Frente Popular hace aguas por todas partes.
Quedan en verse de nuevo en dos o tres semanas, para poner en común los avances en el proyecto de una película basada en la novela L’espoir.
Lo hacen el 7 de abril, el mismo día en que Léon Blum presenta su dimisión al ver rehusados sus proyectos de control financiero y de cambios, así como de apoyo a la industria armamentística, solo tres semanas después de haber regresado al cargo. Su sucesor, Édouard Daladier, revertirá los avances sociales conseguidos por el Frente Popular y ello acarreará malestar en la población y huelgas en muchos sectores.
Esta vez son tres. André Malraux ha traído al belga Marcel Defosse[ix], conocido como Denis Marion, de cuya amistad se enorgullece, desde que diez años antes había publicado críticas elogiosas a su novela Les conquerants. La relación se ha reafirmado desde los días del II Congreso de Escritores en defensa de la cultura, en Valencia y Madrid, en el que ambos participaron. Marion saluda a Corniglion, a quién conoce de otros encuentros.
—Bonnet no permitirá que nos den un franco. Lo he percibido en todas las puertas a las que he llamado.
George Bonnet, ministro de Finanzas, que a partir de entonces asumirá el Ministerio de Asuntos Exteriores, es partidario de la No Intervención y del apaciguamiento con Hitler en sintonía con el primer ministro británico Chamberlain.
Corniglion-Molinier, que asume ya el papel de productor, quiere evitar la deriva pesimista que puede dar al traste con el proyecto, y con el dinero que ya asume deberá arriesgar en él.
—Bueno: ¿Qué tenemos hasta ahora?
Se sientan en un rincón de Chez Allard, modesto bistró del distrito V con excelente comida. Malraux no puede esperar ni al kirr que acaban de pedir:
—Tengo casi todo el equipo pergeñado. Prévert no podía, pero me recomendó a Page que no solo aceptó, sino que propuso a su esposa como script. Prévert me dijo que en Quai de brumes[x], que está a punto de estrenarse, ha hecho un trabajo relevante.
—Sí, es un gran profesional. Hace unos años ya participó como cámara en La kermese heroica de Feyder. ¡Qué película! —añade Marion, que la ha visto en Bélgica. Podría traer también a André Thomas que le acompañó en ella.
—Ya me lo ha sugerido. Por mí bien, pero depende del presupuesto.
Corniglion-Molinier tuerce el gesto. No puede, ni quiere, asumir más riesgos económicos que los que, a buen seguro, directa o indirectamente, la aventura le acarreará. Malraux sigue:
—Aquí tengo ya una primera versión del guion. A partir de ahí, será fácil desarrollar el conjunto. He pensado que podríamos titular la película “Sang de gauche”.
Ante el gesto interrogante de los otros dos, añade:
—Es un pequeño episodio de mi novela —saca un ejemplar de Gallimard de una cartera de mano que ha traído consigo, busca un punto marcado y lee:
Quand Lopez sortit de la Jefatura, des enfants revenait de l’école, cartable sous le bras. Il marchait, bras en ailes de moulin et regard perdu, et faillit marche dans une flaque noire : un anarchiste l’écarta, comme si Lopez eut failli écraser un animal blessé :
—Prends garde, vieux, dit-il. Et, respectueusement : « Sang de gauche ».
Corniglion, aprieta los labios:
—Muy tétrico. ¿Crees que puede tener gancho en Estados Unidos?, para mí que ni en Francia, con lo que está pasando…
—Sí —añade Marion—, por lo que me has contado, no dejará de ser una película bélica, con sangre, claro, pero también con esperanza en la victoria.
Malraux se calla que tiempo atrás, aún a bordo del Normandie de regreso de Estados Unidos, había pensado titular su película Canto fúnebre por los muertos de la guerra de España. Descartado definitivamente.
—¿Espoir? —interviene de nuevo Corniglion, apuntando el nombre que tendrá la película seis años después.
—No, Espoir no. Demasiado parecido a la novela. Crearía confusión, ya que no es una transposición del libro a la pantalla. Si acaso una referencia a la batalla que se narra. Sierra de Teruel estaría bien.
—Bueno, sigamos. ¿Qué nos falta?
—Los actores. Aunque mi intención es coger gente corriente, necesitaré algunos profesionales que sostengan el relato. Había pensado en Von Stroheim. Estaba genial en La gran ilusión[xi]
—Pero es muy mayor. Tiene más de cincuenta años. ¿En qué papel te lo imaginas?
—Y caro. Es una estrella, ha trabajado en Hollywood —apunta Corniglion.
—Yo lo veo como un piloto alemán que se integra en la escuadrilla, que prueba de pilotar y fracasa pasando a combatir como ametrallador, y que fallece en el lance[xii]. Su actitud de ayudar en lo que sea conmoverá al público. No tenía ningún alemán en la escuadrilla, pero dará idea de la variedad de sus integrantes.
Con un gesto de incredulidad que Marion ve con desagrado, Corniglion sigue su encuesta:
—¿Y quién más?
—Pierre Larquey, en el papel del comandante de la escuadrilla: Magnin.
—Este sería más asequible. También mayor. Hace años tuvo cierto renombre en el teatro de variedades.
Malraux corta por lo sano. Calla, enciende un pitillo, los mira. El camarero duda si puede retirarles los platos, optando por quedarse de pie.
—Nos vamos a España.
Corniglion y Marion se miran estupefactos. Malraux sigue:
—Será un arma propagandística de primera magnitud. El cine genera emociones, mitos, empuja a la gente a tomar partido. Cuando salen de una sala, surgen de la oscuridad con un semblante distinto, con una mirada influida por lo que acaban de ver. Vamos a difundir mi película en Estados Unidos, sí, pero también en Francia, esa Francia que acaba de deshacerse de Blum, y por qué no, en Inglaterra —mira a Corniglion—, o en Bélgica —girándose hacia Marion. La República podrá pagarlo. Solo hay que pedirlo. Tengo con que apoyar mi petición —apunta con un guiño de misterio—. Cuando sepamos con qué contamos, cerraremos el capítulo de actores.
El aviador y productor cinematográfico anuncia:
—Tengo otra sorpresa: los estudios Pathé. He hablado con Denise, Denise Tual, colaboradora en mi productora. Nos ayudará en todo. Su marido Roland, dice que puedo contar con su equipo.
Corniglion, a quién la idea de la financiación española le ha aliviado algo, intenta frenar, sin éxito, el empuje de su amigo:
—¿Pathé? ¿Con lo que está pasando? Tual ha hecho algo en mi Mollenard, pero los operarios, no sé, no sé. ¿Has pensado en Roland, tu hermano? Trabajó como asistente de Allegret en Lac de dames, no hace tanto.
—No hablemos de la familia. Es muy joven todavía[xiii]. Sí, y lo de Pathé ya sé por lo que han pasado[xiv]. Pero han levantado la quiebra. Natan no levantará cabeza, y encima es judío, pero Tual tiene una serie de compañeros del partido que le ayudarán, nos ayudarán, en todo lo que puedan. Mañana mismo pido una audiencia con Álvarez del Vayo en Barcelona. Y si puedo, con Azaña o Negrín. Recordarás Denis, con que calor y empatía nos acogió Vayo en Valencia, cuando vino a inaugurar el congreso, aunque Azaña nos menospreciara. No nos puede fallar.
La comida sigue con efluvios de fantasía por parte de Marion y Malraux, moderados con cierta prudencia por parte de Corniglion. A la salida, la primavera empieza a verdear los árboles de la calle Saint André des Arts.
André Malraux seguirá construyendo el guion, añadiendo alguna escena fruto de su experiencia en España, algunas ya incluidas en L’espoir. Sin embargo, se dará cuenta de su déficit técnico y buscará un colaborador contactando con Boris Peskine, judío nacido en San Petersburgo y nacionalizado francés, con experiencia en documentales. Malraux ha visto un reportaje suyo sobre los ferrocarriles franceses que le ha entusiasmado[xv]. Este aceptará en principio, a la espera de conocer sus emolumentos, cosa que por el momento André no puede garantizar.
Acaba abril cuando André telefonea a Corniglion-Molinier.
—Nos vamos a España. Álvarez de Vayo nos recibe el 16, en cuanto regrese de un viaje a Ginebra. No podrán negarse. Les llevo una fortuna. No podrán negarse a que una pequeña parte se dedique a la tan necesaria propaganda.
Como carta de presentación, Malraux ha recogido de diversas organizaciones el importe de donativos de apoyo a la República provenientes de humildes colectas populares o de generosos donantes, como la del escritor alemán Emil Ludwig de medio millón de pesetas[xvi].
Aquella misma tarde se desplaza a Joinville para ver a Roland Tual, director adjunto de los Estudios Pathé.
La recepcionista le ha mirado extrañada. Malraux es considerado un peligroso izquierdista y los gestores que han asumido la dirección del centro después de la quiebra atribuida al anterior presidente son muy reacios a cualquier relación de la empresa con gente considerada partidaria del Partido Comunista o cercana a él, como lo es Malraux.
—Me has de ayudar a preparar el expediente para Álvarez del Vayo. No podemos fallar. Hasta Negrín estará a favor de ayudarnos en la película, pero debemos ganárnoslo. Yo sé lo que quiero, pero te necesito para darle un aire técnico que les impresione. Y solo tenemos dos semanas.
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[i] Después de una primera experiencia creada en 1926 (Franco Films Productions), que llegó a ser propietaria de los estudios Victorine en Niza, Corniglion-Molinier monta una nueva productora con la ayuda de dos colaboradores de excepción: Roland Tual, director adjunto de Pathé, y su esposa Denise, que será la que elegirá las obras a llevar a la pantalla. LIGOT, Maurice (2019). Édouard Corniglion-Molinier, un paladin au XXe siècle. Burdeos, Les trois colonnes. Página 90.
[ii] Dirigida por Robert Siodmak y protagonizada por Harry Baur, fue distribuida por Pathé Consortium Cinéma. Su poco éxito hizo más difícil posteriores colaboraciones.
[iii] Novela de los años 20, de J. Storer Clouston, publicada por Phillip Allen en Londres, en 1934, que sirvió de base al guión de Drôle de drame.
[iv] Lo explica Denise Tual en Le temps devoré. Paris, Fayard. 1980. Página 123
[v] MARION, Denis (1970) André Malraux. Seghers, Paris. Col. Cinéma d’aujourd’hui. Página 13.
[vi] https://www.filmaffinity.com/es/film221155.html
[vii] El grupo de teatro Octubre, próximo al Partido Comunista Francés, se había disuelto en 1936, después del triunfo en Francia del Frente Popular, en parte por discrepancias entre trotskistas y estalinistas. https://fr.wikipedia.org/wiki/Groupe_Octobre
[viii] MICHALCZYK, John J. (1977). André Malraux’s Espoir: The propaganda/art film and the Spanish Civil War. Romance Monographs Inc. University of Mississippi. Página 27
[ix] Firmará sus libros y artículos con el seudónimo de Denis Marion, nombre con el que aparecerá a partir de ahora en esta publicación.
[x] Curiosamente las esposas del actor Jean Gavin y del responsable de la productora alemana UFA en Francia, Raoul Ploquin, después de ver Drôle de drame, convencieron a sus maridos, en una cena en el restaurante Chez Allard, de que llamaran a Marcel Carné, director de ésta, para que dirigiera también Le Quai de brumes, una evocación pintoresca de los bajos fondos de Montmartre, alrededor del cabaré Le Lapin Agile. Se estrenará el 18 de mayo de 1938, y ganará (como Sierra de Teruel) el premio Louis Delluc. BARON TURK, Edward (2002). Marcel Carné et l’âge d’or du cinéma français 1929-1945. Paris, L’Harmattan. Página 93.
[xi] Jean Renoir, 1937.
[xii] Schreiner en la película, finalmente interpretado por el catalán Pedro Codina.
[xiii] Comentando dicha colaboración, Denise Tual apunta: Roland Malraux n’arrivait pas à prendre son travail d’assistant avec gravité, c’était plutôt un jeu pour lui. (TUAL, Denise (1987). Au coeur du temps. Carrère Ed. Paris. Página 139. En https://malraux.org/tual1-2/
[xiv] Pathé fue adquirida en 1929 por el financiero rumano Bernard Natan, que practicó una política expansionista que chocó con la grave crisis económica mundial, hasta declararse en quiebra en 1935. Natan sería encarcelado acusado de mala gestión y fraude. Fue excarcelado en 1942, pero habiéndole quitado la nacionalidad francesa, fue deportado y falleció el mismo año en Auschwitz. (fr.wiki)
[xv] GALANTE, Pierre (1971). Malraux, una vida novelesca. Barcelona, Aymà. Página 127
[xvi] El Diluvio, 14.5.1938