SECUENCIA V: La nevera (Rodada y no montada).
Acabamos de analizar las secuencias IV y VI. En ellas, los republicanos de la ciudad se reparten unas armas conseguidas en la casa de un fascista. Se trata de los planos que debían conformar la secuencia V, pero que no fueron incorporados a la película. ¿Por qué?
Se puede afirmar que la secuencia fue rodada. Consta de cuatro planos muy sencillos, en los que solo el personaje de PEDRO, acompañado de BARCA, tiene un par de frases. El argumento es el que sigue:
Un fascista, en pijama, es sorprendido por Pedro (con un dedo en un bolsillo simulando una pistola) y Barca. El primero le pregunta donde están las armas. El burgués señala un armario. Barca lo abre y ve que hay pistolas y víveres. Es el momento en que el dueño de la casa aprovecha para escaparse. Los dos hombres deciden no perseguirle y llenan un saco con lo encontrado: salchichones, jamones, pistolas, munición.
Pedro ha de decir dos frases: “¿Dónde están las armas?” al fascista y “Sostén el saco” a Barca.
Estos dos personajes aparecerán también en la secuencia VIII rodada en Tarragona, con una breve intervención.
PEDRO: Tú, Barca, ¿no serviste en Marruecos?
BARCA: Sé lo que es un cañón, pero no sé cómo se maneja.
En concreto Barca, cuyo intérprete desconozco, aparecerá en diversas tomas en las secuencias siguientes, en concreto en la VI y la VIII, además de estar presente en las de Linás, donde han llegado los de la ciudad con dinamita.
Otras secuencias se dejaron de rodar por falta de material, por ejemplo tanques en las secuencias en las que los habitantes de Linás atacan a los rebeldes con la dinamita que ha traído González. Pero esta parece muy fácil de realizar en estudio, incluso teniendo en cuenta que se preveía utilizar una cámara sobre raíles para el trávelin, y un espejo donde se reflejaran las figuras de los actores.
Si nos atenemos a los recuerdos de quienes lo vivieron, efectivamente, se rodó y no solo eso, sino que fue la primera secuencia que se hizo.
Nos relata Denis Marion[i]:
Ocho días antes, en el gran plató del estudio, solo había un pequeño soporte de madera con una pizarra donde se había escrito con tiza: Producciones A. Malraux. Ahora, ya está instalado el primer decorado: un lujoso comedor estilo Renaissance, con la inevitable armadura que hay en todo almacén de accesorios de un estudio cinematográfico. Se trata de la casa de un fascista al que dos republicanos acaban de asaltar para conseguir las armas que necesitan para su ataque. (Esta secuencia será suprimida durante el montaje)
Fue por lo tanto rodada, aunque con algunos inconvenientes que, siguiendo a Marion, paso a relatar.
A pesar de que los guiones mecanografiados indican que las armas están en un armario, el asistente belga nos dice que los revólveres están escondidos en un frigorífico, y que ello causa una curiosa discusión que inicia él mismo:
—¿Creéis que un frigorífico estaría en el comedor, al lado de una armadura, en una sala como esta?
Malraux corta: —De entrada, la armadura la tiramos. ¿Acaso estamos en una comedia mundana?
—En Francia, estoy seguro de que la nevera no estaría en el comedor. En España, lo ignoro.
Max Aub interviene:
—La nevera se halla siempre en el comedor.
Esta afirmación categórica no tranquiliza Malraux, que solo confía en su propia experiencia: —Consultemos a los indígenas.
El responsable de atrezo tiene su opinión:
—La nevera es el primer sitio donde buscaría la policía.
—Tu no sabes lo que pasa en casa de los fascistas. El propietario no teme a la policía.
—Entonces, ¿por qué esconde las armas?
Malraux, perplejo, acude a la sensibilidad femenina de las tres secretarias, que conocen el guion por haberlo mecanografiado.
—No es inverosímil que una nevera esté en el comedor —dice Marta.
—Pero no se conservan los salchichones en ella. Se cuelgan al aire libre —apunta Elvira.
—Y por otra parte, los revólveres se oxidarían en su interior —aporta Zoé.
Malraux corta tajante:
—La nevera está condenada. Los revólveres y los salchichones estarán en el bufé. Yo insisto en los salchichones. Causarán una gran sensación cuando se vean en la pantalla: hace meses que los desafortunados no ven ni uno. ¿Alguna objeción?
La anécdota acaba con una boutade: Malraux, a quien le divertía el suceso, lo contaba al funcionario que le llevaba a ver al ministro Zugazagoitia[ii], para pedir permiso para el rodaje de exteriores. Su interlocutor le sugirió realizar una estadística por parte del ministerio para saber a ciencia cierta cuantas armas, a lo largo de los registros efectuados, se habían encontrado dentro de la nevera.
Bromas aparte, el incidente nos da varios datos de valor: Este interior fue la primera escena rodada, que sin embargo no fue incluida en el montaje final. Aún no se habían rodado exteriores, puesto que se acudía a pedir permiso. También que la película que precedió a Sierra de Teruel en los estudios Orphea trataba de un ambiente de lujo mundano (que incluía una armadura).
Tales datos me llevan a pensar que dicha película era No quiero… No quiero…, versión cinematográfica de una comedia de Jacinto Benavente, rodada por Francisco Elías desde finales de 1937. Este dato también merece algunos comentarios laterales. Por ejemplo, que fue llamada la película del millón por su elevado coste, lo que da idea de que la cifra otorgada por La República a Sierra de Teruel (750.000 pesetas y 100.000 francos franceses) era asaz generosa. También decir que la película de Elías no se pudo montar y positivar definitivamente hasta después de terminada la guerra, siendo proyectada por primera vez en marzo de 1940[iii].
Pero no la cosa no acaba aquí. En el reparto de No quiero… No quiero, figuraba en un papel secundario un actor que actuó posteriormente en Sierra de Teruel, y cuyo nombre creó confusión a la hora de publicar los créditos. Pero esto lo veremos el mes próximo…
———–NOTAS—————————
[i] MARION, Denis (1996). Le cinéma selon André Malraux. Paris, Cahiers du cinéma. Pág. 49 y ss.
[ii] Julián Zugazagoitia (1899-1940) era ministro de Gobernación y no de la Guerra como indica Marion. Capturado por la Gestapo en el exilio, fue entregado por el policía Pedro Urraca a las autoridades franquistas que le fusilaron el día 9 de noviembre de 1940.
[iii] SALA NOGUER, Ramón (1993). El cine en la España republicana durante la guerra civil. Bilbao, Ed. Mensajero. Página 97.