1.- UN SUCESO.
El 25 de abril de 1937, fueron apresados dos franceses con documentación falsa en la frontera de Irún, siendo después trasladados al campo de concentración de Fuenterrabía. Hasta aquí un hecho como muchos otros que pasó inadvertido entre el aluvión de noticias, falsas o ciertas, retorcidas o amañadas, que poblaban la información durante la guerra.
Sin embargo, un tiempo después, la revista falangista Vértice publica, en su número de junio, un artículo con el título: “SENSACIONAL ASUNTO DE GRAN ESPIONAJE – Se quería hacer la guerra bacteriológica -El Frente Popular intentó en 1937 provocar una pandemia de catastróficas. .[i]
Veamos un fragmento:
os “rojos” apelan a los medios más infames para combatirnos. Reciente está el descubrimiento de un complot para introducir en España la guerra bacteriológica. Ha sido abortado merced a la valiosísima ayuda de nuestros servicios secretos. Una poderosa entidad había ofrecido al Frente Popular español un arma criminal y terrible: bacilos de la enfermedad del sueño conservados en ampollas especiales. La central organizadora del repulsivo negocio residía en Londres. De allí partió el impulso inicial. El inglés Edward Rollan Karígam se traslada a París, donde se pone en contacto con el judio Max Aub y el pintor Quintanilla, enviados especiales del Frente Popular español, quienes dan Ios últimos toques al “affaire” en unidad del diputado francés Bosoutrop, el periodista De Berné, el aventurero René Pavie, el marxista belga Jacques Mannachen y otros varios miserables del hampa internacional
Surgen dos preguntas: ¿Era cierta la información?, y también: ¿qué pintaba el bueno de Max Aub en todo esto?
En la primavera verano de 1937, el desenlace de la guerra aún no estaba decidido. Después de meses de un esfuerzo titánico por parte de la República para reorganizar el ámbito diplomático que la sublevación había dejado patas arriba, empezaba a vislumbrarse una incipiente estructura capaz de hacer frente a los rebeldes en el campo de la información. Si por el bando de los sublevados se intensificaba su relación con Alemania e Italia (mientras Inglaterra y Francia miraban a otro lado), y se recibía la carta de apoyo a Franco de la casi totalidad de los obispos españoles[ii]; por parte gubernamental se preparaba el II Congreso de Escritores en defensa de la cultura (al que asistió Max Aub), y se ultimaba el pabellón de la República en la Exposición Internacional de París (en la que el escritor tuvo una intervención relevante, tramitando el contrato para el Guernica). También arreciaron en aquel tiempo las continuas quejas de la II República por las injerencias extranjeras tanto al Comité de No Intervención como a la Sociedad de Naciones. Después de la numerosas defecciones en las embajadas de muchos países, empezaba a haber representantes de confianza del gobierno: Luís Araquistaín en París, Pablo de Azcárate en Londres, Fernando de los Ríos en Washington. También en el terreno bélico la aportación de la Rusia soviética amenazaba con compensar la importante ayuda alemana e italiana recibida ya desde el principio de la contienda, y tolerada innoblemente por la comisión de la No Intervención.
En este contexto, la labor de los respectivos equipos de espionaje y contraespionaje adquiría una relevancia especial, no solo por la información que podían recabar, sino también por la que podían producir, de cara a influir en la opinión pública internacional. Veamos someramente la situación en aquellos meses[iii].
2.- ESTRUCTURAS DE ESPIONAJE
Por parte de los sublevados, ya desde los primeros días del levantamiento, se había organizado un servicio de correos en la finca Nacho Enea de San Juan de Luz, gestionado por los carlistas. Pocas semanas después, se activa un servicio de información y espionaje en el Grand Hotel de Biarritz, financiado por Juan March y dirigido por el abogado de la Lliga, José Bertrán y Musitu. A estos dos equipos, cabría añadir la Oficina de Prensa y Propaganda, auspiciada por Francisco Cambó, y gestionada por su colaborador, Joan Esterlich, que radicaba en la avenida Boudonnais nº 52-67 de París.
La contrapartida republicana tardó algo más en establecerse debido a los constantes cambios políticos de los primeros tiempos de la guerra. Hay que esperar hasta el gobierno de Largo Caballero para que en las embajadas figuren personas de relieve capaces de organizar sus servicios. Para contrarrestar la actividad rebelde, la primera estructura que se montó fue la llamada “red Quintanilla”, nombre del pintor amigo íntimo del futuro embajador en París, Luís Araquistain. Establecida en Biarritz, contaba con agentes en San Juan de Luz, Bayona y Saint Jean Pied de Port y Pau, además de Burdeos, Niza y Toulouse, fuera de la región de los Bajos Pirineos. Contaba con la colaboración del cónsul en Bayona, Pedro Lecuona. La crisis de gobierno, que significó el relevo de Largo Caballero, y consecuentemente la del embajador Araquistáin, Luís Quintanilla también dejó su puesto, siendo reemplazado por su colaborador Saturnino Lasa[iv].
3.- MONTANDO EL BULO:
Veamos los hitos principales:
El 27 de abril de 1937 se procede a la detención de dos personas en la frontera de nombre Jean Bougennec y Louis Chabrat, llevando documentación falsa como periodistas. Acto seguido son conducidos al campo de concentración de Fuenterrabía.
El 30 de julio de 1937 la radio franquista informa de su condena a muerte y al día siguiente de su ejecución, noticia que es desmentida el 8 de agosto[v]. El embajador francés Herbette, va más allá afirmando que ni tan sólo han sido juzgados; y el cónsul galo en San Sebastián es informado por los propios franquistas de que no han sido condenados a muerte y mucho menos fusilados[vi].
Entretanto, con el ánimo de dar verosimilitud a la tentativa de ataque bacteriológico, en diversos periódicos de la zona rebelde (Odiel de Huelva, Diario de Burgos, Arriba España, etcétera), se publica una truculenta narración de los hechos aquí citados, con el título YO HE SIDO ESPÍA ROJO, firmado de forma novelesca por X 15 Z.
Será este relato el que servirá posteriormente a la prensa, tanto española como extranjera, en especial francesa, para ir dando noticias alrededor de tan ruin y falso intento, ecos que han llegado hasta nuestros días.
EN EL SIGUIENTE CAPÍTULO: LOS ESPÍAS Y MUCHOS MÁS.
(LOS SEGUIDORES DE VISOR HISTORIA LO RECIBIRÁN CON ANTERIORIDAD A SU PUBLICACIÓN)
………………………………………………………………..
[i] VÉRTICE, nº 3, junio de 1937 páginas 40-43 https://ceclmdigital2.uclm.es/viewer.vm?id=0002306861&page=1&search=&lang=es&view=prensa
[ii] https://laicismo.org/data/docs/archivo_1430.pdf
[iii] Información perfectamente detallada en BARRUSO BARÉS, Pedro (2008) Información, diplomacia y espionaje – La guerra civil española en el Sudoeste de Francia (1936-1939). San Sebastián, Ed. Hiria.
[iv] LUENGO, Félix (1996). Espías en la embajada. Bilbao, Universidad del País Vasco. Página 81 y ss.
[v] ZABALA, José María. Franco con franqueza. Penguin Random, 2015.
[vi] JIMÉNEZ DE ABERÁSTURI, Juan Carlos y MORENO IZQUIERDO, Rafael (2008). Al servicio del extranjero. -Historia del servicio vasco de información (1936-1941). Boadilla del Monte, A.Machado libros. Pág. 209.