El sábado 1 de octubre, el equipo de rodaje ha quedado para un desayuno conjunto en la Barceloneta, más concretamente en las “muscleras” (mejilloneras) del puerto. No ha sido posible. La imagen de desolación que se atisba desde los pies de la estatua de Colón les hizo desistir de la idea. Retrocedieron hasta un bar cualquiera de las Ramblas.
— ¡Qué noche! –Inició Aub, con semblante somnoliento.
La estrategia de la aviación rebelde era clara: generar numerosas alarmas, con esporádicos bombardeos, en especial en la zona del puerto[i]. Este día las sirenas han sonado durante toda la noche y la madrugada. Los nervios de la ciudadanía a flor de piel. Esta vez no han acertado, pero días atrás habían dañado dos mercantes ingleses[ii]. Pero ello no afectará la pacata actitud británica respecto a la República.
—Menudo ajetreo, y encima con el cambio de hora[iii]. Esto siempre afecta al sueño.
—Una hora más de vida que nos regala el gobierno —comenta Max, blandiendo un ejemplar de La Vanguardia algo atrasado— Negrín duerme poco. ¡Ah! Y por cierto, ha recibido de las Cortes una aprobación por aclamación a su obra. Igual nos retrasa más horas. Y con la gente medio dormida y los precios de los teatros aumentados un 36%, ¿quién se preocupará de los escenarios?
Los bocadillos eran infames. El pan duro, el queso insípido, poca cosa más había. El vino, agriado. Después de unos comentarios banales sobre lo difícil que había sido conciliar el sueño, André se levanta:
—¡No lo aguanto! Me voy al hotel, me espera Josette. A ver como tiene el pie. Temo que no pueda venir a Montserrat.
—Te acompaño.
Max y André suben por las Ramblas. Los demás prefieren terminar el infumable bocadillo para luego dar una vuelta por el casco antiguo.
Max Aub detiene un momento a su amigo, asiéndole por un brazo.
—André, tengo una noticia excelente. La quería dar a la hora del café, pero el desayuno se ha ido al traste. ¡Tengo a Lado!
Ante la mirada interrogante del francés, añade:
—Sí, José María Lado[iv]. Un actor competente, capaz de muchos registros. Será el José perfecto. Pasó por el Consejo del Teatro anteayer.
—Bueno.
Sabía de la respuesta de Malraux, así que desenfundó la segunda noticia:
—Y otra, con dos vertientes: podemos rodar en Collbató. He hablado con el Estado Mayor y nos dejan soldados. Habrá que ir a Montserrat para ver los que están allí recuperándose[v]. El monasterio se ha llenado de heridos, difícilmente podremos alojar a todos los que nos prometieron. Pero allí puede haber también un buen contingente en condiciones de bajar a Collbató y hacer de extras.
—¿Y ahora me lo dices? ¿Hay película?
—Me ha dicho Page que sí, al menos para esta secuencia final. Además, es posible que nos llegue más a mediados de la semana.

—Pues no hay tiempo que perder. Yo voy mañana por la mañana a Montserrat per coordinarlo. A ver que nos pueden dejar. Tu ocúpate de los actores. Recuerda: Han de estar los que interpretan al comandante (Santpere), a Schreiner (Codina) y también los demás de la tripulación de Muñoz. Y dile a Page y Thomas que tengan ya los equipos preparados para subirlos el martes a primera hora.
—A Muñoz lo veo difícil. Mejuto Cada día tiene más ocupaciones. Me temo que el ejército lo reclame de nuevo.
—Pues esta misma tarde revisamos que secuencias nos quedan para rodar con él. Es imprescindible.
—Así, de golpe, te diría que lo imprescindible es que se le vea en el interior del avión. Pueden ser momentos aislados, siempre que estén los demás que intervengan. Hicimos bien en rodar las del despacho de Peña la de los aviadores reunidos en su dormitorio.
Se toma como fechas de rodaje la primera semana de octubre. El 12 de octubre dijo Josette a Chantal: “Rodamos en Montserrat el descenso de la montaña. Nos habían prestado el monasterio donde había 1700 camas para acomodar 2500 comparsas. Pero llegaron heridos y ocuparon las camas. Así pues, los soldados acampan en Collbató… Ha hecho unos días espléndidos.” (CHANTAL (1976): 117).
Ante el revuelo montado, previendo que la estancia en Montserrat le va a llevar todo el tiempo disponible, Aub irá a la calle Pelayo, a la sede de La Vanguardia, para habar con María Luz Morales, su directora, para que le ayude a localizar algunos actores secundarios para la secuencia clave. Ella dirá, avanzando el resultado del rodaje en Collbató[vi]: “La belleza lograda por esas imágenes, su patetismo hiriente, culmina en la secuencia final, que se ha llamado “descenso de la montaña. No se obtuvieron para su realización los medios esperados y, sin embargo, es acaso su sobriedad, casi hieratismo, lo que en ella más conmueve. Se trata de un extraño, patético, cortejo fúnebre”.
Lunes 3. Malraux, con una renqueante Josette, Page, el cámara Thomas y Denis Marion, han salido de madrugada hacia el monasterio. El belga ha insinuado que quizá su colaboración sea más eficaz si se instala en París. André no ha querido echarle en cara el tema del miedo, de los bombardeos, del hambre, de las eternas lentejas, aunque con los envíos de Suzanne, la amiga de Josette, puedan hacer, de vez en cuando, algunas excepciones. Ya lo hablaremos con tranquilidad, ha cortado el director. Le preocupan las deserciones, también Paule, la esposa de Thomas ha manifestado su interés en marchar de una Barcelona bombardeada cada vez con más frecuencia.
Les han recibido en corporación. El director de la clínica Z, doctor Josep Riu, el responsable de la Generalitat, Sr. Carles Gerhard[vii] y el comisario político, Federico Muñoz[viii]. Lo primero, protocolo obliga, una visita al monasterio. El otrora convento, cuyo refectorio se convertirá, por el alud de heridos provenientes del Ebro, en un quirófano; el claustro, la basílica, y su activa biblioteca[ix], regentada por un amigo de Aub: Manolo Altolaguirre, que ha preguntado por él. Luego, dirigiéndose a Malraux, se interesa por la posibilidad de contar para el rodaje con un amigo suyo, ahora llamado a filas pero destinado a Barcelona: un poeta gallego que estuvo en contacto con lo más granado de la poesía española: García Lorca, Aleixandre y, en especial, Cernuda. Ya veremos, ha contestado displicente el francés. Sin embargo, Serafín F. Ferro[x] acabará interpretando el corto papel de Saïdi en la secuencia XXVI, que se rodará en cuanto acaben la XXXIX en Montserrat, dada la necesidad de contar con André Mejuto, capitán, en riesgo de ser incorporado a la milicia activa. Sin embargo, finalmente, y aún a pesar de que El capitán Muñoz (Mejuto) es quien según el guion pilota el avión siniestrado, no saldrá en ningún plano de la secuencia que se pretende rodar en Collbató y Montserrat.
También han saludado a dos artistas alojados allí desde hace meses: el pintor Anglada Camarasa y el escultor Viladomat. Malraux elogia, protocolario, la obra de ambos. Enfoques distintos[xi] para obras meticulosas.
Delante del monasterio, diversos edificios albergan la clínica Z[xii], dedicada desde hace unos meses a la recuperación y endurecimiento de los heridos en el frente. Mucha actividad. Suben a la azotea del mayor inmueble, donde hay, incluso, un velódromo.
Les cuentan que no solo en el recinto monacal hay heridos. En la misma montaña, hay acantonamientos sanitarios en Santa Cecilia y la Colonia Puig.
Primera decepción. Acaban de llegar heridos, la mayoría desde la batalla del Ebro, que llenan todas las dependencias; no hay sitio para albergar soldados provenientes de Barcelona. Hay en este momento más de 1.800 hospitalizados[xiii].
Mientras toman un sucedáneo de café, el director les explica que se trata de la secuencia cumbre de la película: unos aviadores cuyo aparato ha sido derribado, son auxiliados por los campesinos del lugar. Ha de representar que sucede en la serranía del Jabalambre, en Valdelinares, pero le ha dicho su más estrecho colaborador, el amigo de Altolaguirre hoy ausente, que en el pueblo de Collbató hay un sendero que lleva a una cueva muy conocida, que podrá servir[xiv]. De vuelta a Barcelona, al pie de la montaña, deciden que pasarán por el sitio para ver ya puntos de filmación. Gerhard a apuntado que quizá puedan dejarles algunos soldados en su fase última de recuperación. El bajar a Collbató, hora y media de camino y regresar al anochecer les será el mejor endurecimiento. Quizá un centenar o algo más. Pero, apunta el delegado de la Generalitat, hombre de amplia cultura, no sé si será creíble ver tantos jóvenes. En los pueblos no quedan, están en el frente.
—Pero tenemos a los habitantes de Collbató, y su me apuráis, de Monistrol, Marganell o de otros pueblos cercanos —ha insistido.

—Sí, si es tan idóneo como nos han dicho, mañana mismo podríamos empezar a trasladar el material de rodaje.
—Yo bajo con ustedes —ha añadido el doctor Riu—. Mi esposa es de Collbató, y mis padres también están refugiados allí[xv]. Les presentaré a gente. Seguro que estarán entusiasmados en colaborar en una causa tan justa y necesaria.
Y así lo hacen. Isabel, la esposa del director los acompaña a diferentes casas. Sí, faltaría más, les han dicho. Al menos podrán alojar allí a los actores principales y algún técnico. Y cuando se trate de montar el cortejo que acompañará a los aviadores, pueden contar con ellos. ¡Qué ilusión!
Un breve recorrido por el serpenteante camino a las cuevas del Salitre, y una panorámica de conjunto desde el mirador del pueblo les han acabado de convencer de que es la localización ideal para la secuencia.
Han vuelto a Barcelona llenos de energía. En el hotel les espera Max.
—Santpere está a punto. Le he dicho que tendrá que permanecer cuatro o cinco días en Collbató y ha accedido. Codina también, aunque no lo precisamos tanto tiempo. Además, María Luz ha hecho un buen trabajo con los secundarios. El que hace de Pujol también vendrá. ¿Habéis conseguido los extras?
—En el pueblo quizá un centenar. Además, algunos heridos en recuperación podrán bajar desde el monasterio si hace falta. ¿Y el ejército?
—El miércoles pueden coger un tren a primera hora. Les he dicho que los necesitaremos tres días. ¿Bastará, verdad?
Se calla el riesgo de que el movimiento de tanta gente, unos dos mil, sea detectado por la aviación rebelde. Lo ha orillado diciendo que tienen alberge en las casas del pueblo, aunque en realidad, deberán cobijarse en pajares y cobertizos en la medida de lo posible[xvi].y si es preciso, vivaquearán bajo los olivos del entorno.
—Eso espero. No perdamos tiempo. Mañana, todo el equipo ya ha de estar en Collbató. Nosotros iremos de madrugada cada día. Antes de las 8 estaremos allí. Hay que aprovechar al máximo las horas de luz.
—Sugiero que vayan mañana por la noche. Son mucha gente y mejor pasar desapercibidos.
André está pletórico. Que en plena batalla del Ebro, estancada desde hace dos meses, la República le ceda dos mil soldados para rodar una película indica la importancia que se le da a su proyecto. Así se lo dice al equipo de rodaje.
—Aprovechemos el momento. La firma del acuerdo de Múnich y la retirada de los miles de internacionales que ha anunciado Negrín en la Asamblea de las Naciones[xvii], pueden marcar un punto de inflexión. No quiero ser pesimista —matiza un, por una vez, cauteloso Aub—, pero quizá no se presente otra ocasión como esta. Con extras locales nunca lograríamos el efecto que pretendemos.
Marion añade:
—Este miedica de Chamberlain está vendiendo Checoslovaquia, y de rebote España, a Hitler[xviii].
—No perdamos más tiempo —con una mano, Malraux barre a los asistentes— mañana todo el equipo de rodaje allí. Aub, vaya con ellos y quédese ya allí. Si ven que falta algo me lo dicen por teléfono y lo traemos la madrugada del miércoles. No podemos perder ni un segundo. Venga, y ahora a descansar.
El martes a primera hora, un camión con las cámaras, los focos, un trípode y unos rieles de trávelin, incluso un ataúd y una ametralladora inservible que les han dejado, parte para Collbató. Aub dedicará unas horas a entrevistar y fotografiar gente mayor que puedan servir para rodar instantes de ambiente. Con Page, Thomas y Berenguer, recorrerán varias veces el camino de las cuevas, planeando ya ubicaciones de la cámara. Gracias a la indicación de un lugareño, han visto, cerca de la entrada de la cueva, en el llamado “paso de las estacas”[xix] unas escaleras de obra, medio escondidas entre la maleza, en la que Max ha visto ya un primer descenso de un herido. Malraux hablará después de un “descendimiento de la Cruz” al estilo de Tintoretto[xx].
Por la noche no dormirá. Llegados desde la estación del balneario de La Puda[xxi], a pie, se ha tenido que distribuir a los soldados cedidos[xxii] entre pajares y cobertizos o algunas tiendas camufladas entre los árboles. El equipo de rodaje, Aub y dos tenientes al mando de la tropa se han alojado en casas de vecinos.
Aunque en la mayoría de los libros que lo estudian se repite la cesión de 2.500 soldados como extras del rodaje de Sierra de Teruel, es difícil imaginar que, cuando la batalla del Ebro se estaba decantando a favor de los rebeldes, la República hiciera tal sacrificio, por mucho que se tratara de unidades en formación. De ahí que, sin fundamento documental, se introduzca aquí la posibilidad de que, al menos unos cuantos, provinieran de la clínica Z que trataba los casos en los que, estando casi restablecidos, precisaban de un proceso de recuperación y endurecimiento (RIU PORTA (1979):8)
En la mañana del miércoles 5 de octubre, a primera hora, llegarán Malraux, Josette. El primero decide que se empiece con la cámara en el mirador del pueblo, abarcando en un gran plano general toda la montaña de Montserrat. Aub ha distribuido el cortejo de los soldados a lo largo del zigzagueante camino. Dada la distancia, no ha sido necesario mover lugareños. Les ha llevado todo el día, pero ha valido la pena. Han hecho dos tomas para mayor seguridad. Desde las afueras de Collbató, se ha tomado el inicio del cortejo y después, en trávelin, el conjunto zigzagueante, hasta quedar enmarcado en la montaña. Malraux ve ya en la pantalla la zeta premonitoria, el final de la pesadilla que, seguida de un vuelo de aviones republicanos, precederán a la palabra fin. Ignora, o no quiere reconocer, que se evitará la imagen de los aeroplanos cuando se proceda al montaje definitivo, ya con la guerra perdida.
Por la noche, exhausto, Max Aub comparte mesa con una familia de Collbató, Denis Marion y los dos oficiales de la tropa, Manuel y Paco[xxiii]. El escritor ha debido viajar a Castelló d’Empúries por unas horas, para asistir a la inauguración del “Teatro del Hospitalizado”, en la clínica número 9[xxiv]. Unas modestas acelgas hervidas con patatas y un trozo de butifarra acompañada de un tomate frito. La acidez del vino evita un consumo excesivo. Con una rebanada de pan en la mano, Max comenta:
—¡Excelente pan! No cómo el fascista que arrojaron sobre Barcelona el día que visitamos el cuartel de Bruch[xxv].
—Los bombardeos son cada vez más frecuentes. Si no aguantamos en el Ebro, será un descalabro —añade Marion, ante la mirada crítica de los militares.
—En el Ebro se aguanta, vaya si se aguanta. Volví de allí hace dos semanas. Aquellos riscos de la Terra Alta son inexpugnables —comenta uno de los oficiales.
—Pero sin los internacionales…
—Sí, claro, será una baja sensible —es Manuel quién habla—. Pero no tanto como pueda parecer. Son ya muchos menos, por desgracia ha habido numerosas bajas. Hay compañías enteras que ya están formadas solo por españoles. Mira la XV Brigada, mandada por Valledor, español[xxvi]. La mayoría son de aquí. Y se marcharan solo los extranjeros.
—Y no todos —rectifica Paco–. Muchos quieren quedarse. A saber como les recibirían en sus países.
—Que los italianos retiren algunas tropas no va a influir gran cosa[xxvii]. Es la imagen internacional la que busca Negrín.
Aub persigue una imagen global de la situación que pueda apaciguar los incendios que a diario sacuden su quehacer. Los dueños de la casa los miran con una mezcla de admiración y preocupación. Según como acabe la guerra, el haberles alojado puede traerles problemas. La señora saca unos frutos secos y empieza a repartir. Su gesto rudo invita a los invitados a interrumpir sus disquisiciones político-militares. El chasquido del cascanueces mitiga la inquietud.
Al día siguiente, les ha despertado un toque de corneta. Los soldados a lo suyo. Se les reparte una taza de un líquido negruzco y un gran pedazo de pan, al tiempo que por la carretera de Olesa llega el coche con un Malraux ojeroso. Dirá Josette a su amiga Chantal[xxviii]: “Los soldados acampan en Collbató. Para nosotros el toque de diana suena a las 5:30 de la mañana. Nos quedamos en la montaña desde las 7 de la mañana hasta las 5:30 de la tarde, sin comer para no perder ni un minuto de luz”. El intenso bombardeo habido en Barcelona durante la madrugada[xxix] les ha impedido dormir, a pesar de que el hotel Ritz no está en la zona cercana al puerto habitualmente atacada.
Al llegar, Page le informa que Thomas y Berenguer ya están en lo alto del camino (punto A del mapa)[xxx] con la cámara. Rodado ya el gran plano general, se pasa ahora a los otros planos del mismo tipo que requieran también un gran número de extras. En cuanto los consigan, los soldados prestados podrán volver a Barcelona, quedándose solo unos cuantos, que complementados por los que puedan acudir desde la clínica Z y lugareños de Collbató, permitirán completar la totalidad de la secuencia XXXIX.
Camino cuevas del Salitre. Posibles puntos de rodaje.
Han dejado el descenso de dos heridos por el “paso de las estacas”, se centran en multitudes. Mientras han dispuesto la cámara sobre un trípode, Aub se está desgañitando con los soldados y los pocos habitantes de Collbató que, de momento, han decidido ya unirse a ellos. Todos al cortejo, grita con su inconfundible erre gutural[xxxi]. Tardan más de una hora en montar la procesión. Demasiado separados, demasiado juntos, un ritmo lento o excesivamente rápido. Han ensayado durante más de una hora los primeros pasos del descenso. Aub, arriba y abajo, se desespera. Por fin, sube hasta la cámara y le dice a Thomas y Page que ya está todo listo. Con un suspiro, André asiente y el valenciano coge un megáfono y aúlla:
—Cuando diga “acción”, empieza a bajar el cortejo. Sigan exactamente las instrucciones que les iré dando.
Empiezan a bajar. Thomas no está rodando. No se fía de la muchedumbre. La película virgen es un bien precioso que hay que ahorrar. Al cabo de unos minutos, le dice a Malraux: Bien. Que vuelvan arriba.
Aub les indica que lo hagan. Otra media hora para recomponer el cuadro.
Es casi mediodía cuando ruedan en realidad. Apenas veinte segundos de plano general, con el cortejo tomando la primera curva del descenso.
Malraux mira al cielo: parece que se mantendrá sereno, salvo algunas nubes altas que no le preocupan. Le dice a su ayudante:
—Todos quietos. Vamos a bajar la cámara a la siguiente curva.
Max mira el reloj.
—Mejor los mandamos a comer. Solo han comido algo de pan casi de madrugada. Los ánimos estarán mejor a primera hora de la tarde.
—Pues que vayan. Nosotros nos quedamos aquí para colocar la cámara en el tramo siguiente. Tenemos que ir siguiendo la comitiva sin perder su grandiosidad. Venga, Max, dígaselo.
Ellos no comerán. Josette, quién a causa de su cojera les espera en el pueblo tomando el sol, dirá más tarde[xxxii]: “Ha hecho unos días espléndidos, tengo los brazos negros, la cara arrugada y quemada… Los primeros días desperdiciábamos, desde la 1 a las 3 de la tarde, el mejor momento de sol, pues todo el mundo se afanaba, sin plato ni cuchara, alrededor de un tonel de lentejas traídas de Barcelona”.
Será así. Por la tarde toca reconstruir de nuevo el cortejo. El tramo no es muy largo y está cerca de Collbató, a lo sumo algo más de un kilómetro. Pero no es fácil mover una masa humana heterogénea no habituada al mundo del cine. Por fin, podrán rodar otros veinte segundos del segundo tramo de descenso.
Ya anochecido, Malraux y Josette regresan a Barcelona. Al día siguiente se encontrarán con Santpere, Codina y algún otro actor, y los llevarán a Collbató en una camioneta. Callan. Están exhaustos. Y el reto solo ha empezado.
SABER +:
CLINICA Z: Hospital Militar en Montserrat (A. Rius)
Secuencia XXXIX. ¿Dónde y cómo se rodó?
NOTAS:
[i] ALBERTÍ (2004): 295.
[ii] La Vanguardia, 2.10.1938 página 3-4 y 5 para las distintas noticias.
[iii] Los Horarios en los dos bandos no siempre coincidían. En 1938 el gobierno de la República incluso llegó a adelantar el horario de invierno en una hora, la primera vez que ello se hacía en España, con lo que aumentó la confusión de horarios en la península (https://astronomia.ign.es/rknowsys-theme/images/webAstro/paginas/documentos/Anuario/lahoraoficialenespana.pdf
[iv] https://www.visorhistoria.com/secuencia-xii-2-jose/
[v] https://www.visorhistoria.com/clinica-z-a-montserrat-1936-1939/
[vi] MORALES, María Luz (2019) Alguien a quien conocí. Sevilla, Editorial Renacimiento. Página 258.
[vii] GERHARD, Carles (1982) Comissari de la Generalitat a Montserrat (1936-1939). Montserrat, PAM.
[viii] RIU i PORTA, Josep (1979). Hospital militar a Montserrat (1938-1939). Montserrat, PAM. Página 41.
[ix] RIUS i BOU, Àngels (2023). Impremta i biblioteca a l’hospital militar de Montserrat (1936-1939). Montserrat, PAM.
[x] https://www.visorhistoria.com/el-deseo-truncado-serafin/
[xi] Anglada Camarasa puede englobarse dentro de la corriente modernista, mientras que Viladomat formaba parte de la corriente realista que se oponía a la primera, junto con Rebull o Granyer.
[xii] Imagen en RIUS i BOU (2023)
[xiii] RIU i PORTA (1979): 28.
[xiv] https://www.visorhistoria.com/les-coves-del-salitre-i-sierra-de-teruel/
[xv] RIU i PORTA (1979): 7
[xvi] Información dada por Laureano Solá, vecino de Collbató, en el reportaje: “7 meses de rodaje” (Felip Solé, 2004) emitido en el programa Tarasca, de RTVE de Cataluña. Contiene más testimonios, en especial de Elvira Farreras, que servirán a lo largo de este capítulo.
[xvii] La Vanguardia, 1.10.1938. Página 3.
[xviii] Ver reportaje de British Pathé del encuentro entre ambos líderes. https://www.britishpathe.com/asset/151114/
[xix] https://www.visorhistoria.com/las-cuevas-del-salitre-y-sierra-de-teruel/
[xx] TODD (2001): 301
[xxi] Entrevista citada a Laureano Solá.
[xxii] Sin datos al respecto, cabe pensar que podrían ser miembros de los reemplazos llamados a filas el 12 de septiembre, sin tiempo de tener la instrucción suficiente para entrar en combate. https://www.griegc.com/2020/06/01/cronologia-sobre-la-movilizacion-de-quintas-en-la-zona-republicana/
[xxiii] Nombres ficticios. No hay datos del destacamento y menos de su mando.
[xxiv] La Vanguardia, 6.10.1938. Página 3. Para más información: https://cecbanyoles.cat/wp-content/uploads/2023/05/QUADERN-41-HOSPITALSDGUERRA_22.pdf
[xxv] ALBERTI (2004): 294. No indicado en la prensa republicana, pero sí en la franquista.
[xxvi] THOMAS, Hugh (1978). La guerra civil española. II. Barcelona, Ed. Grijalbo. Página 914
[xxvii] La Vanguardia, 15.10.1038. P. 6. Indica: han salido de Cádiz para Italia con un contingente de soldados italianos repatriados. Se trata en su mayoría de mutilados de guerra, heridos y enfermos.
[xxviii] CHANTAL (1976) :117.
[xxix] ALBERTÍ (2004): 196
[xxx] https://www.visorhistoria.com/secuencia-xxxix-localizaciones/
[xxxi] Declaraciones de Elvira Farreras. 7 mesos de rodatge. RTVE Cataluña.
[xxxii] CHANTAL (1976): 117.