Uno de los personajes más peculiares entre los que intervinieron en el rodaje de Sierra de Teruel fue Serafín Fernández Ferro, coruñés nacido el 12 de agosto de 1914 en el seno de una familia humilde y con muchos hermanos, y el actor que encarna al ametrallador Saidí en la película. Acabados los estudios primarios, se desplazó a Madrid, donde vivían dos de sus hermanos mayores, militantes de la CNT y la FAI. Allí conoció a Federico García Lorca, en una escena que nos cuenta el político, empresario y periodista puertorriqueño Rafael Martínez Nadal, amigo del poeta, en el diario El Universal, un día de 1931: “Un muchacho bien parecido, menesteroso y sin trabajo, que había llegado a Madrid andando desde Galicia pidió a Federico que le invitara a un bocadillo -un pepito de ternera-, porque desde no sé cuánto tiempo no había comido… Quizá presintiendo los sentimientos eróticos del poeta, Serafín se ofreció a Federico. Necesitaba dinero. Federico le invitó al bocadillo, pero rehusó la oferta. Por lo que fuera no era su tipo. Pero pensó en dos amigos a quienes podía interesar”.
El muchacho debía tener su atractivo, como nos recuerda el diplomático Morla Lynch, a la sazón embajador de Chile y organizador de una tertulia en su casa, con ilustres asistentes, desde Alberti a Bergamín, Luís Rosales, Eugenio d’Ors, o sus compatriotas Neruda o Gabriela Mistral: “Pequeño de estatura, pero proporcionado, de cabellera ondulada y de tez ligeramente broncínea, tiene esa expresión, entre risueña y dolorida, propia de los adolescentes que acaban de atravesar una infancia triste. No es muchacho todavía, pero ya es algo más que un chiquillo: un Juan Bautista de la época en que Jesús era niño… Me conmueve en él esa tristeza indefinida que contrasta con su extremada juventud” (tenía entonces 17 años).
Si García Lorca no atendió a los encantos de Serafín, sí fue decisivo en su devenir, ya que preocupado por su futuro, le había dado diversas notas de recomendación, entre ellas, una a Manolo Altolaguirre y Concha Méndez (que acabaron colocándolo en su pequeña imprenta), otra para Vicente Aleixandre (que lo rechazó) y otra para Luis Cernuda, quién se enamoró perdidamente del chico, llegando incluso a llevárselo a vivir con él[1]. Esta relación queda reflejada en su libro Los placeres prohibidos, en el que aparece un poema dedicado específicamente a Serafín, fechado el 23 de abril de 1931 (dedicatoria que luego se suprimiría en posteriores ediciones).
La relación duró algo más de un año, rompiéndose con gran dolor por parte de Cernuda, que lo expresó así en su primer poema de Donde habite el olvido.
Donde el deseo no exista.
En esa gran región donde el amor, ángel terrible,
No esconda como acero
En mi pecho su ala,
Sonriendo lleno de gracia aérea mientras crece el tormento.
Allá donde termine ese afán que exige un dueño a imagen suya,
Sometiendo a otra vida su vida,
Sin más horizonte que otros ojos frente a frente.
Cuando se publicó el libro, por la editorial Signo, en 1934, Cernuda dejó constancia de las cicatrices del amor perdido más allá del texto, en la contraportada del libro, donde aparece una S en forma de serpiente, diseño del pintor murciano Ramón Gaya. Cernuda recordó siempre a Serafín: “Yo creo que te he amado. Mas eso ya no importa”, dirá en Como quien espera el alba.
Pero añadiré algo más: el personaje no sólo destaca por el interés que despertó en algunos poetas de la generación del 27. También por su azarosa vida, de firmes convicciones republicanas, como demuestra el hecho de que tiene ficha en el registro de la Sección Político-Social en el Centro de Documentación de la Memoria Histórica de Salamanca (ES.37274/DNSD- 42).
Serafín F. Ferro, que en aquellos años participó en Madrid en los grupos teatrales La Barraca y el Club Anfistora (donde coincidiría con otro actor de Sierra de Teruel: Andrés Mejuto) volvió a Galicia antes de la guerra. Luego, al estallar la sublevación, temiendo ser movilizado por Franco, se alista en la Legión, pasándose al bando republicano a la primera ocasión que tuvo. Herido en undr bombardeo, al recuperarse ingresó en el Cuerpo de Carabineros, con el que se desplaza a Barcelona, colaborando en la revista Nova Galiza. Quizá aquí podamos encontrar (o al menos suponer), la razón de su incorporación al rodaje de Sierra de Teruel, puesto que dicha revista se editaba con el apoyo del Comissariat de Propaganda de la Generalitat de Catalunya, dirigida por Jaume “Met” Miravitlles[2], quien a su vez apoyó el rodaje de la película de Malraux. Se puede añadir también que Serafín tuvo cierta relación con la revista Cruz y Raya, de José Bergamín, frecuentada también por Max Aub. Sin embargo, el factor decisivo pudo ser su amistad con Andrés Mejuto (capitán Muñoz en la película), según afirma él mismo en sus declaraciones recogidas en la publicación monográfica dedicada a Sierra de Teruel de la Filmoteca de la Generalitat Valenciana (Sierra de Teruel. 50 años de esperanza. (1989) página 284)
Sin embargo, fue ya en el exilio (si mi teoría del rodaje en Francia de la Secuencia XXVI es acertada) cuando Serafín Fernández Ferro participó en Sierra de Teruel. En las escenas rodadas en España, en concreto la XXXIX en Collbató, aparece solo su féretro, con una ametralladora atada sobre él.
Serafín pasó a México en el vapor Ipanema[3], que zarpó del puerto francés de Pauillac el 12 de junio, llegando a Veracruz el 7 de julio de 1939. No consta que hubiera un reencuentro con Cernuda, a pesar de que éste también anduvo por el país en aquellos años. Mutilado de guerra (en la secuencia, no anda), llegó a cobrar un subsidio de la Junta de Auxilio a los Republicanos Españoles (aunque, curiosamente, el viaje había sido financiado por su antecesora, el Servicio de Evacuación de Refugiados Españoles). Según los investigadores Antonio Bertrán y Carlos Casares, Serafín murió en la indigencia, el 9 de agosto de 1954, acompañado de su compañera mexicana, Lupe. Descanse en paz.
Ofrezco algunas imágenes aparecidas en el interesante artículo de Santiago Romero en el periódico coruñés La Opinión[4], y en el blog de Eduardo Sáenz de Varona[5], imprescindible para la redacción de esta entrada.