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VISOR A LA HISTORIA

4.2.- SEPTIEMBRE 1938 – Tarragona

Publicada el junio 30, 2025julio 7, 2025

LA VERDADERA HISTORIA DEL RODAJE DE SIERRA DE TERUEL.

4.2.1.-TARRAGONA

Hasta la llegada de Max Aub, de regreso con las baterías del camión de sonido y bastantes metros de película virgen, el equipo de rodaje ha estado parado. Petit está terminando el medio avión de contrachapado para poder rodar el interior de un Potez, y los Miró han preparado ya una de las salas que les han dejado en el Pueblo Español, como sala del ayuntamiento de Linás. Pero no han podido rodar.

Aunque la frontera estuvo oficialmente cerrada a causa de la No intervención, se utilizaron mil argucias para ir pasando suministros por los diversos pasos fronterizos, con la dificultad añadida del estricto y partidista control ejercido por los anarquistas.

Así, entre el 6 y el 7 de septiembre, algunos en tren y otros en los camiones del equipo técnico y dos coches han podido llegar a Tarragona.

Desplazar a una veintena de personas en plena guerra no es tarea fácil. Además de Malraux, Josette y Elvira, que han ido en coche con dos más, el grupo de republicanos que intervinieron en la escena de la droguería y de la calle Santa Ana, han ido en tren, un viaje largo y lleno de interrupciones. Marion y Page esperarán a que llegue Aub con las baterías del camión de sonido y la película que haya podido conseguir. Así pues, no es hasta el viernes día 9 cuando pueden estar todos reunidos en el vestíbulo del hotel París.

—¿Y el perro? —inquiere Malraux.

Tarragona: calle Mayor. El perro

Con un suspiro, Max que acaba de llegar a la mañana siguiente con el camión de sonido con sus nuevas baterías, acompañado de los dos franceses, señala un rincón donde lo tienen atado. No ha sido fácil traerlo desde Barcelona. Ya en el breve plano rodado antes de partir a Francia, en el palacio Aguilar[i] de Barcelona, ubicación sugerida por Elvira y Josette días atrás, el chucho, inquieto, había creado problemas. “Manías de un soñador”, piensa, recordando su incómoda postura, escondido en el asiento trasero del coche.

Se dirigen al recepcionista. ¿Qué, nos dejarán rodar tranquilos? El hombre, ya mayor, está inquieto viendo toda la parafernalia de rodaje. Les comenta:

—Es posible que sí. Ya no queda nada por destruir. El puerto está prácticamente inactivo… afortunadamente. Cuando venían los ingleses era mucho peor, pero ahora, y más desde que se quemaron los depósitos de Campsa, estamos más tranquilos. Hace unos meses, estábamos casi indefensos… como ahora[ii].

El jueves por la mañana, el equipo de rodaje ha visitado los puntos donde se rodarán los exteriores, muy cerca del hotel, en la ciudad romana. Elvira y Josette han ido a la Rambla a comprarse un bañador, hace un calor de justicia, y la playa está a dos pasos.

Aub, que ha conseguido todo lo previsto, está exultante.

—La salida por la calle Mayor[iii]. Que se vea la escalinata de la catedral. ¡Que se vea que no la hemos dinamitado!, bromea con un deje amargo.

Frente a la catedral, el valenciano señala a la izquierda. Tendríamos de venir por aquí, estos arcos medievales son muy interesantes. Ponemos la cámara en la esquina y vemos venir el coche, dice. Page asiente. Malraux interviene:

— Ha de dar la sensación de velocidad, de decisión… de heroísmo.

Max se para, reflexiona.

—Por estas calles es difícil. Como continuación al palacio de Barcelona, está bien que suba por la calle Mayor y parezca que Mercerías va a continuación. Pero el vértigo lo conseguiremos en la parte exterior de las murallas. Venid.

Dirigiéndose a la salida del recinto amurallado Malraux se para y señala ostensivamente.

—¡Aquí! Aquí llega el grupo y ve el cañón.

—Pero se ve el mar… No sería Teruel —apunta Max.

—Da igual. La cámara ha de estar dispuesta de forma que se vean solo las escaleras y la esquina donde se paran y discuten como pasar el control fascista. Aquí, seguro.

Aub anotará en el guion que están manejando: (Peligro: el mar. No descubrir más allá de la explanada)[iv].

Doblan a la derecha. Sí, la muralla, con sus sillares majestuosos como decorado de un coche descapotable a toda velocidad hacia su fin. Seguirán por el paseo hasta la esquina. En la plaza Imperial Tarraco, la cámara en el centro, se podrá apreciar el giro a la derecha. Luego pasarán a otros planos. Por ahora, hay que regresar al hotel y comer algo. Durante la mañana se han oído explosiones lejanas, pero la población tarraconense a permanecido calmada.

El almuerzo es distendido. Las chicas muestran los bañadores comprados; un camarero, que ha oído que el francés que dirige el grupo ha sido aviador, le muestra un periódico en el que se indica el derribo de un Henkel por parte de los cazas republicanos, y el aterrizaje de un Fiat pilotado por un italiano que se ha pasado a la República[v]. Por la tarde, los mecánicos confirman que el camión de sonido está listo.

A las 10 de la noche, después de haber cenado, se rompe la tranquilidad: alarma aérea. Al entrar en el hotel ya les indicaron donde tienen los refugios más cercanos: En la calle Augusto y en la Rambla Nova, y un poco más lejos, donde planean rodar el descapotable a toda velocidad, la calle Mercerías, el más grande de Tarragona, con 170 m2[vi]. Pero dura poco. Ha sido solo un Henkel He-79 en un vuelo alto, que luego se ha desplazado hacia Cambrils[vii]. No ha sido necesario refugiarse, pero ha generado intranquilidad sobre el futuro del rodaje.

—Si queréis, esta tarde asueto. Pero mañana, a las 9, todos en la calle Mayor. Con una cámara podemos ir a la calle Cavallers[viii], nos dejan el terrado para rodar una panorámica que nos ayudará a introducir todo el grupo de secuencias. A los demás, os quiero ver hora antes junto a la torre del Pretorio con la otra cámara. Dedicaremos la mañana a rodar el momento en que descubren un cañón que les impide el paso. Hemos de estar atentos y evitar que se vea el mar.

Miguel del Castillo, Carral, de buen humor, se lleva la mano a la frente:

—A la orden, comandante.

Hay euforia. Por fin hay suficiente película, el camión funciona, todos los actores están ahí, y se han localizado unos exteriores magníficos. Algunos saben, pero callan, que el pasado día 7, a las 9, 45 de la mañana, ha sido bombardeada la vecina ciudad de Reus por parte de seis Savoia S-79, resultando algunos edificios dañados y un muerto[ix]. Pero Tarragona parece tranquila. Al menos es lo que aprecian en su paseo hasta el balcón del Mediterráneo por el paseo 14 de abril[x]. El mar está en calma.

El día ha amanecido tranquilo y con el cielo despejado. En el portal de la calle Cavallers les espera su contacto, que les conduce hasta el terrado. No hay ascensor, los cámaras suben con esfuerzo la Debrie Super-Parvo y el trípode. Ruedan un trávelin que, partiendo de la vista de la catedral, va desplazándose a la derecha con una visión de la parte superior de los edificios cercanos, en la parte derecha de la calle Mayor. Al bajar, suben por ella pensando ya en el momento en que rodarán el coche descapotable que ha venido desde Barcelona. Luego, en unos segundos, llegan ya a las escaleras que llevan al Paseo de la Victoria[xi].

PEDRO y BARCA en la secuencia VIII

El grupo de actores, comandados por Miguel del Castillo (Carral en la película) y José Telmo (González) están sentados comiendo un bocadillo. Circulan un botijo y una bota de vino. Hay buen ambiente.

—¡Vamos! —Max Aub da unas palmadas. Están la docena que ya rodaron en la calle Santa Ana de Barcelona. Los cuenta. Importante el que cojea, dando coherencia al racord de las dos secuencias— Vamos a ensayar un par de veces. Todos arriba.

Malraux se aleja un poco del grupo. Desde el descampado del otro lado del paseo, contempla satisfecho el empeño de su equipo. Un joven se le acerca.

—¿Me podría indicar donde está la calle de Móstoles?

El francés llama con un gesto a Aub. El joven repite la pregunta. Risas francas.

—¡Pero si esa calle no existe! La van a mencionar —dice, señalando al grupo que ahora ensaya la bajada por las escaleras contiguas a la torre romana—, pero es pura ficción. ¿Qué busca en concreto?

—Ya me parecía a mí. Trabajo en el hospital, soy médico, y nunca había oído esta calle. Como he visto que rodaban una película… Busco a mi hermana, Elvira, Elvira Farreras. Creo que es del equipo[xii].

—Debe estar desayunando con las otras chicas en la plaza de la Libertad[xiii], en el bar.

Marion llama a los dos hombres que se han quedado mirando marchar al joven médico.

—Venid, a ver que os parece.

La docena de hombres baja precipitadamente. Se paran en la esquina. Telmo les retiene.

—No —apunta Malraux. Tenéis que salir un poco. Si no, no lo habréis visto. Y a ver, quién advierte de lo que encuentran. El espectador no sabe a que se enfrentan.

Aub al tanto:

—Lo dice Pedro. Luego le preguntará a Barca sobre el cañón. Volvamos arriba.

Pedro y Barca, dos de los personajes secundarios con mayor presencia. Frases cortas, aportando dinamismo y determinación[xiv].

La bajada se repite varias veces. Salvo Telmo y Castillo, los demás no tienen experiencia, lo que hace difícil dar la tensión necesaria al diálogo. Ansiedad y precariedad han de ir de la mano de la voluntad y el heroísmo.

PEDRO: Tienen un cañón.

CARRAL: ¿Quién entiende de cañones?

PEDRO: Tú, Barca, ¿No serviste en Marruecos?

BARCA: Sé lo que es un cañón, pero no sé cómo se maneja.

[…]

JUAN: Hay que pasar por la puerta, no hay más remedio…

CARRAL: Con un coche les haremos polvo.

PEDRO: He visto uno en la calle de Móstoles.

AGUSTÍN: Sí, un Packard ocho cilindros[xv].

Una risa estentórea surge de detrás de la cámara: ¡He aquí la calle que buscaba el médico! Afortunadamente aún no ruedan. Conseguir lo esperado por Malraux costará todo el día.

Ya en el hotel, el director francés explica como fue el propio Durruti quién le contó el suceso de una barricada destruida por un coche suicida.

—En su novela lo describe perfectamente. ¡Y por dos veces ¡—interviene Josette. Busca en el ejemplar de L’espoir que siempre lleva en el bolso. Lee, en francés:

—“El auto de Puig se venía encima de los cañones con el fusil ametrallador entre las dos hojas del parabrisas como un balancín frenético. Puig veía a los servidores del cañón, que los parapetos no protegían ya, agrandarse como en el cinematógrafo…”[xvi]. Sí, puro cine —concluye.

Malraux la mira. La quiere, la desea… y ella lo sabe.

El lunes 12, a primera hora, empezarán a rodar en las escaleras.  Conseguirán el plano general de la bajada y el americano del grupo reflexionando sobre como pasar la puerta de salida. Sin embargo, no será posible aún rodar la vuelta, donde suben por la misma escalera y se divide el grupo. Carral y el cojo que interpreta el personaje de Agustín (“tú que eres chofer” …) van a buscar el coche.

Cuando ya están guardando el equipo, uno de los extras exclama:

—¿Y la dinamita?

Todos se vuelven. Max choca el puño contra la mano izquierda. Si quedó claro cuando rodaron en la calle Santa Ana, no hace tanto: una caja alargada, con dos asas, llevadas por dos extras y Agustín cerrando el grupo; racord perfecto para empalmar con lo que han rodado por la mañana… excepto la caja con dinamita, que debe estar en algún rincón del camión… o, aún peor, olvidada en Barcelona, en los estudios.

Después de buscar por todas partes, constatan que ha sido lo último. ¡La maldita caja debe estar en Orphea!

¿Rodaron en Porrera?

Reunido el equipo técnico, Page sugiere que rueden lo que falta de la escalera sin la caja, pero Aub objeta que luego sí que será imprescindible para rodar la huida de la ciudad bajo el fuego fascista. Así que la van a pedir en el cuartel donde también les dejarán el cañón[xvii]. Así lo acuerdan, aunque ello implica esperar hasta el miércoles para seguir rodando, lo que servirá para calmar las reclamaciones sindicales. La tarde la dedicarán a dar una vuelta por las poblaciones de alrededor de la ciudad. Unos irán a Constantí, donde les sorprenderá ver el interior de su iglesia parroquial llena de sacos de avellanas, casi un monocultivo en la zona[xviii]. Aub, Malraux y Marion se dirigirán al Priorato, visitando Falset y Porrera, donde localizan un buen plano inicial de la secuencia XX, que se rodará posteriormente, cuando puedan contar con José Ma. Lado (el campesino que pasa las líneas), en el Pueblo Español[xix].

El miércoles, parte del equipo tarda en bajar para el desayuno. Diarreas y dolor estomacal para los que fueron a Constantí. Quizá un atracón de frutos secos, el fuerte vino de la zona u otra causa, a saber[xx]. Por la tarde, ruedan la secuencia del coche a toda velocidad por la calle Merceríes. Fácil, requiere una sola posición de cámara. Les da tiempo a pasar a otro plano, con gran satisfacción del equipo. El perro, en su papel, erguido en el asiento trasero, continua en el coche cuando se rueda en la parte superior de la calle Mayor. Al tomar la curva hacia la izquierda, el coche se sube a la acera. ¿Puede el conductor ser un problema?

Mientras cenan, Malraux le plantea a Aub un problema que le está preocupando:

—¿Cómo vamos a rodar el choque del auto con el cañón? No será fácil. Dijimos que la puerta del Roser sería un lugar idóneo, El cañón nos lo dejan. La cámara se puede poner en cualquier sitio. Pero el choque… No creo que Castillo esté por la labor. Puede ser peligroso.

—Déjame a mí. Hablaré con el sindicato.

No será fácil. Se mezclan el orgullo de unos con el miedo de otros a realizar una operación que puede ser peligrosa. Finalmente surge un voluntario que ha trabajado en el circo. Doblará a Agustín como conductor.

Al día siguiente todo está listo. Rodarán el resto del recorrido antes del choque con el cañón que, por cierto, aún no han conseguido. El extra al volante, Castillo a su derecha con un fusil ametrallador. El coche a toda velocidad.

Empujando: el chófer ya no es Agustín, Page con pipa, Berenguer con gorra y Aub empujando.

Pero a la primera curva, el coche se estrella. Los dos hombres salen indemnes, pero el vehículo queda inutilizado. El perro ha huido y ya no le volverán a ver, para tranquilidad de Josette, que temía una decapitación real en el choque, prevista (con un animal disecado) en el guion[xxi].

Ante las exclamaciones de ira de Aub, el extra alega: “Yo trabajo en el circo, soy funambulista, pero no sé conducir” [xxii]. Después de unos instantes calmándose y reflexionando, ante la mirada expectante de Malraux, Marion y Page, dice señalando al causante de la catástrofe.

—Pues lo harás igualmente. Buscaremos otro coche, ¡aunque sea sin motor!, y lo vas a conducir en una bajada. Podremos un tope al final, así que no tendrás que saltar. Será todo recto.

El suceso con el funambulista que no sabía conducir tuvo más consecuencias que la huida del perro. En el guion se señala que el coche debía ir zigzagueando para evitar los disparos del cañón, en una toma que se utilizaría de fondo para los diversos planos de los franquistas intentando impedir el paso por la puerta, que incluía desde una vista desde el propio interior del arma, hasta los soldados “alocados, uno de ellos recoge una piedra y la tira contra el coche”. En las tomas del vehículo con Carral y Agustín (“plano de proyección tomado en la explanada de Tarragona”), no se aprecia el parabrisas agujereado (momento en el que se debía ver al perro partido en dos) ni a Carral exclamando ¿Qué esperan para disparar?”. También se omitió que los guerrilleros debían pasar por la puerta disparando contra los fascistas. Habiendo estado quince días en Tarragona, la frivolidad de un extra cercenó en gran parte el momento más dramático de las secuencias IX y X, un ejemplo más de las dificultades y precariedad del rodaje.

En el hotel les indican que la plaza de toros ha sido habilitada como cementerio de vehículos inservibles. Encontrarán uno descapotable, no exactamente idéntico al estropeado y cuyo motor no funciona, pero que a falta de pan…

Hacen una primera toma en un cruce cercano, conducido por el chófer del camión, que consigue pararlo pocos metros después de dar una curva. Aplausos entre los inquietos espectadores. Lo han rodado a la primera y no se ha tenido que desperdiciar película. Luego, remolcado por el camión del sonido, suben unos metros por el paseo de la Victoria, para luego soltar el coche unos metros en línea recta, antes del cruce con la calle Pablo Iglesias[xxiii]. El ancho del terreno evita el choque o el volcado. Dos planos más en el haber.

Luego, mientras suben el coche hacia la bajada del Roser, Aub coge en un aparte al funambulista. —Lo vas a hacer. No hay excusa. No tienes que hacer nada salvo mantener el coche en línea recta. Las pacas de paja para pararlo ya están allí. Pero cuidado: vamos a rodar a la primera, así que si fallas, te vas a acordar toda la vida —y añade sarcástico—, la que te quede después que te manden al Ebro, a primera línea.

Los planos quedaran lejos de lo pretendido por Malraux. En el guion, había indicado: “Construir un cañón (solamente un alma de cañón) con las rayas muy visibles, de un diámetro aproximadamente de 30 cm”[xxiv]. Nada de ello será posible.

Al final se superpondrán las dos imágenes: El coche bajando a toda velocidad como fondo, y un cañón en primer plano que le apunta.

Por la noche, Malraux, Aub, Page, Marion y Berenguer han invitado a cenar al capitán de artillería de montaña del cuartel que se halla en la misma plaza Verdaguer[xxv]. El hotel se esmera en el menú y corre abundante el vino comprado en Porrera. El oficial no solo accede a dejarles durante un par de días un cañón Schneider 7,5 (no les dirá que tiene el visor inutilizado, pendiente de reparar), sino que, entre risas, les concede media docena de soldados, uniformados, para que actúen de extras. ¡Ah!, y la caja de dinamita. Vacía, claro, especifica un pletórico Max Aub.

A largo de la sobremesa, aflora la situación en el Ebro, aunque el oficial es reticente a dar información. La orografía es difícil y hace que cualquier avance o resistencia sea muy costosa, en vidas humanas y material. Sin embargo, la semana ha sido algo más calmada. Malraux apunta que posiblemente sea por los preparativos de la conferencia de Munich, donde además de la cuestión de los Sudetes de Checoslovaquia, quizá también sea decisiva en la actitud que las potencias asistentes tomen respecto al conflicto español. Aub, por su parte, recrimina la actitud del primer ministro inglés, Chamberlain, acudiendo a rendir pleitesía al Fürher[xxvi], El francés concluye:

—Esto es el preámbulo. Si los europeos, Francia incluida, se arrodillan en Múnich a finales de mes, solo nos quedará Estados Unidos. La película, más necesaria que nunca.

Aub y Malraux inspeccionando el cañón (Univ. Max Aub: 374)

El viernes 16, están todos listos. Ante la puerta del cuartel, ven salir la batería de campaña arrastrada por unos soldados eufóricos. ¡Quietos! Grita Page. Vamos a hacer una foto.

Pero el entusiasmo se cortará de golpe. Alarmas estridentes obligan a los soldados a retroceder al cuartel. Los cineastas, aturdidos en la calle, oyen ya algunas explosiones hacia el lado del puerto. Se miran entre sí y finalmente corren al refugio más cercano, en el 10 de la avenida 14 de abril, pero es pequeño y ya se ha llenado. Cruzan corriendo la calle de Pablo Iglesias y entran, sudorosos, en el de la plaza del Ayuntamiento, el mayor y más seguro[xxvii].

El ataque será largo, la angustia creciente. Existe la posibilidad de que para debilitar la moral de los republicanos en el Ebro, donde mantienen heroicamente posiciones, se haya decidido bombardear sistemáticamente las ciudades cercanas. No será así, pero Josette escribirá a su amiga Suzanne, a su regreso a Barcelona: “Los bombardeos son mucho más impresionantes que en Barcelona. La ciudad es pequeña, la defensa insuficiente, oíamos silbar las bombas como si viniesen directamente sobre nuestras cabezas”. Exagerará, aunque el ataque de las 10,15, realizado por cinco Savoia S-79, arrojando sesenta bombas, y matando a dos personas, ha causado importantes daños en la zona portuaria, destruyendo la fábrica de hielo e incendiando la Tabacalera[xxviii].

Dada la gravedad del ataque, el capitán no ha accedido a cederles en cañón ni a sus servidores “hasta nueva orden”. Aub llamará a Barcelona para tratar de agilizarlo, pero entre tanto, dedicarán la tarde a rodar los primeros planos y alguno medio de los dos héroes en el coche. Se tienen ya rodados planos de proyección para unirlos y dar sensación de dinamismo.

Aub ha conseguido que se les cedan unos soldados para la secuencia X, en la que los fascistas disparan contra los guerrilleros que huyen, pero no el cañón, al menos hasta el martes, y que finalmente será el miércoles 20, último día del rodaje en la ciudad mediterránea.

Así que el lunes 19, sin alarmas, ruedan la salida de los guerrilleros. El coche conseguido en la plaza de toros les sirve para rodar el plano en el que Carral yace muerto y el vehículo patas arriba. Con este decorado, irán pasando González y los demás. Posteriormente, aun a costa de comer un mal bocadillo al mediodía, rodarán ya la secuencia X, desplazándose al Campo de Marte, vecino al Paseo de Ronda[xxix], desde donde se otea la muralla, la cúpula del convento de las carmelitas y ye arzobispado (¿dónde queda tanto boato?, se pregunta Aub).

Los nueve guerrilleros a lo lejos, corriendo, son apercibidos por los cinco soldados desde lo alto de la muralla. Preparan una ametralladora. Pero (¡precariedad suma!), no les han dado la munición, así que solo en el plano siguiente, tomado desde el campo de Marte, con los guerrilleros en primer término, los soldados, desde detrás de la cámara, efectuarán cinco disparos consecutivos, dando una precaria sensación de ser ametrallados.

Y de lo poco, aún menos. Se eliminará del montaje final la frase de González: “Corramos; no estamos lejos del garaje”, al no haberse podido rodar (y no por difícil) la secuencia XI, en la que consiguen dos coches para ir hasta Linás.

Aunque tenían previsto desde el inicio volver a Barcelona el lunes, no será hasta el miércoles 21 que finalicen el rodaje. Los actores han vuelto ya a Barcelona, cuando a primera hora de la mañana, los de rodaje se desplazan con el cañón, conseguido al fin, hasta el portal del Roser. En el trayecto, han causado alguna sensación de pánico entre los viandantes, pensando que los franquistas estaban a las puertas de Tarragona y el ejército republicano se aprestaba a una resistencia numantina. Ello se ha incrementado cuando, ya de vuelta, han colocado el cañón en un descampado y han disparado la única bala que les han concedido. Elvira contará después que fue de un tris que no hundieran la barca de un pescador[xxx].

En la vuelta, ya anocheciendo, los franceses y algunos españoles que conocen el francés hablan de la visita de Chamberlain a Hitler en su residencia de Berchtesgaden y los comentarios aparecidos en la prensa[xxxi]. Lo consideran una ofensa a Francia. Aub ironiza: —¿Hablarán de la No Intervención? Fijaros —dice blandiendo un ejemplar de La Vanguardia del domingo. En su primera página, un artículo con el título de “La cámara mortuoria de los pueblos”. Lee: “Asoma la idea fascista del «Pacte a Quatre». O sea que Inglaterra, Alemania, Francia e Italia se pondrían de acuerdo para firmar, al margen de la Sociedad de Naciones, el descuartizamiento de los pueblos débiles, con tal de evitar la guerra entre las grandes potencias”. Pueblos débiles -subraya-, como el nuestro, bombardeado diariamente por los que se sientan en la mesa. Y con el menosprecio a la Sociedad de las Naciones, donde Negrín y Álvarez del Vayo se desgañitan en balde.

Pero no están para bromas. Ha habido nuevos intentos de los franquistas de romper las líneas republicanas en el Ebro. Aunque de momento no consiguen grandes avances, se hace patente la impotencia del ejército gubernamental para ir más allá de Gandesa. Ni el planteado intento de conectar con las fuerzas que resisten en el Maestrazgo, ni el de dirigirse hacia el norte para aliviar la situación en el Segre tienen visos de prosperar. Malraux piensa que deben acelerar el rodaje aún a costa de sacrificar algunos planos. Se prepara la conferencia de Ginebra cuyos resultados pueden influir en el curso de la guerra, o así se proclama en la prensa republicana. Por la noche, ya en el hotel, planificarán las siguientes tomas. Aub informará de que se ha confirmado que pueden rodar en la falda de la montaña de Montserrat. La escena final, el descenso de los heridos, la multitud, la solidaridad, el pueblo… Podrán contar con más de 2.000 reclutas como extras… a falta de confirmación. También, posiblemente, podrán alojarse en el monasterio, donde hay camas preparadas para acoger heridos.

A su regreso a Barcelona, Josette escribirá a su amiga: “La filmación avanza a ritmo de tortuga. Continuamente surgen impedimentos, dificultades. Lo que usted pudo ver, pero peor: la película no ha llegado, no hay luz, hay que dar de comer a la gente, encontrarles donde dormir, disponer de un cañón, dos mil hombres, veinte ametralladoras, cuatro avionetas, el sol que se necesita (más gorros de campaña, quepis, galones y autorizaciones: constantemente se ha olvidado algo”. Aunque añade respecto a la ciudad que han dejado: “¡Qué hermosa es esta ciudad! Debajo de las murallas tiene un jardín con higueras, naranjos, jazmines y, abajo, el mar. Todo lo que amo en el mundo”[xxxii].

SABER +: Septiembre 1938. Rodaje en Tarragona.  (Ubicaciones, datos históricos)

NOTAS:

[i] https://museupicassobcn.cat/museu/edificis

[ii] Las defensas antiaéreas de Tarragona consistían solo en tres ametralladoras antiaéreas de 20 mm. Oetikon, situadas en tres puntos estratégicos y útiles para los vuelos bajos, como los de los Heinkel, pero inútiles contra los Savoia que volaban a más de 3000 metros de altura (GONZÁLEZ HUIX, Francisco J. (1990) El asedio aéreo de Tarragona 1937-1939. Tarragona, Institut d’estudis tarraconenses Ramon Berenguer IV. Página 215.

[iii] En 1938, llamada de Ferrer y Guardia.Se mantiene en general el nombre actual para mejor comprensión del lector. Se pueden consultar equivalencias en: https://www.tarragona.cat/patrimoni/arxiu-municipal/difusio/historia-de-la-ciutat/llistat-historic-dels-carrers/equivalencia-dels-carrers

[iv] Archivos de la Filmoteca. Nº 3. Página 169.

[v] Solidaridad Obrera. 6.9.1938. Página 1.

[vi] GONZÁLEZ HUIX (1990): 202.

[vii] ARNABAT, Ramon y ÍÑIGUEZ, David (2013). Atac i defensa de la reraguarda. Els bombardeigs franquistes a les comarques de Tarragona i les Terres de l’Ebre (1937-1939). Valls. Ed. Cossetània. Página 730.

[viii] Concretamente en el número 5 (información del activista cultural de Tarragona Joan Cavallé). Ver: https://www.visorhistoria.com/septiembre-1938-rodaje-en-tarragona/

[ix] ARNABAT, Ramon y ÍÑIGUEZ, David (2013) : 729

[x] Hoy Rambla Nova.

[xi] Hoy Passeig de St. Antoni.

[xii] Lo cuenta la propia Elvira. Archivos de la Filmoteca (1989): 290

[xiii] Hoy Plaça del Rei.

[xiv] No ha sido posible encontrar el nombre de los dos actores que les interpretan en las secuencias de la V a la X. Ver imagen. Además, el actor “Barca” asumió otros papeles en otras secuencias como la II o la XIII, sin voz, o la XXVI en el rol de García.

[xv] La escuadrilla Malraux dispuso de uno durante su estancia en Torrente, en otoño de 1936.

[xvi] MALRAUX, André (1995). La esperanza. Madrid, Cátedra. Página 107.

[xvii] Desconocemos la razón, pero en el montaje final se aprecia dicho desajuste, con la bajada sin la caja de dinamita, que sí aparece en el plano de subida, tomado desde la parte superior de las escaleras.

[xviii] Lo cuenta Elvira Farreras en el documental: Set mesos de rodatge (TV3 – Taraska: 2004) dirigido por Felip Solé (minuto 14:30)

[xix] Son apenas 20 segundos del Plano 20/1, en las que José y Pio, su acompañante, van andando hasta el pueblo donde pedirán información sobre como pasar las líneas y serán traicionados por el Tabernero. Se cita por coincidencia del paisaje, aunque parece raro que en aquelles circunstancias se desplazaran los dos actores y todo el equipo de rodaje a una localidad más cercana al frente del Ebro, solo para rodar escasos segundos. Véase la imagen.

[xx] Elvira lo cuenta en el mismo documental.

[xxi] Archivos de la Filmoteca I.3 (1989):75.  “Proyección de fondo, plano americano de Carral y Agustín. El parabrisas aparece con un agujero redondo con estrías alrededor. El perro ha quedado partido en dos trozos”.

[xxii] Descrito en MARION (1970): 138, También por Elvira Farreras (Set mesos de rodatge (2004).

[xxiii] Hoy Rambla Vella.

[xxiv] Archivos de la Filmoteca I.3 (1989): 74

[xxv] Cuartel de San Agustín. https://tarragonavintage.wordpress.com/2021/02/10/caserna-de-san-agustin-tarragona-1908/ Podría tratarse de alguna unidad de la 43ª División que se mantenía en la reserva (SALAS, Ramón (1971). Historia del Ejército Popular de la República. Tomo II. Madrid, Editora Nacional. Página 1981).

[xxvi] http://www.fdrlibrary.marist.edu/daybyday/event/september-15-1938/  Significativo también el reportaje de British Pathé, del 19.9.1938: https://www.britishpathe.com/asset/151114/

[xxvii] Una mina de más de 600 m2. GONZÁLEZ HUIX (1990): 201.

[xxviii] GONZÁLEZ HUIX (1990): 105. No indica víctimas, aunque sí ARNABAT e ÍÑIGUEZ (2013) : 729

[xxix] Hoy Avenida de María Cristina.

[xxx] FARRERAS, Elvira y GASPAR, Joan (1997). Memòries. Art i vida a Barcelona (1911-1996). Barcelona, Ed. La Campana. Página 38

[xxxi] Ce Soir 18.09.1938 P1: https://gallica.bnf.fr/ark:/12148/bpt6k76336139

[xxxii] CHANTAL, Suzanne (1976) Le cœur battant : Josette Clotis et André Malraux. Paris, Éd. Grasset&Fasquelle. Página 111.

𝙎𝙄́𝙂𝙐𝙀𝙉𝙊𝙎 𝙔 𝘾𝙊𝙉𝙎𝙀𝙂𝙐𝙄𝙍𝘼́𝙎: 𝙉𝙀𝙒𝙎𝙇𝙀𝙏𝙏𝙀𝙍 𝙈𝙀𝙉𝙎𝙐𝘼𝙇 / 𝙋𝘿𝙁𝙨 / 𝙎𝙊𝙍𝙏𝙀𝙊𝙎 𝙏𝙍𝙄𝙈𝙀𝙎𝙏𝙍𝘼𝙇𝙀𝙎

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