MALRAUX EN MADRID DURANTE LA GUERRA DE ESPAÑA
Antoni Cisteró
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ANTECEDENTES:
La caída de la monarquía española en 1931 fue un toque de clarín para las esperanzas, no solo de los españoles sino también de la intelectualidad progresista de todo el mundo. Quizá una frase de Luis de Zulueta resuma el sentir de tantos españoles[i]: “No, no diga usted ¡al fin! Esto no es un final, sino un comienzo ¡El camino empieza ahora!”. Internacionalmente, la noticia fue recibida con precaución por las autoridades y con gran entusiasmo por los ciudadanos izquierdistas. En Francia, Aristides Brian, del Quai d’Orsay, quien sería uno de los valedores de la indigna No Intervención durante la guerra, dio un escueto comunicado[ii]: “el Gobierno de la República ha decidido reconocer al nuevo Gobierno español”. Mientras que los partidos de izquierda no comunista lo saludaban con entusiasmo, como declaró León Blum en Le Populaire[iii]: “el verdadero republicano era aquel para quien la República no sólo era el régimen existente, sino el régimen elegido, al que habría que defender si era atacado, y al que habría que restablecer si fuera derribado”, el comunismo, aún no inmerso en la política de frentes populares que promovería a partir de 1935, daba título a sus crónicas sobre España con un “Las primeras jornadas de la república burguesa y social-fascista en España”[iv].

En aquel año, André Malraux, pocos meses después de haber sufrido el suicidio de su padre, está inmerso en un debate teórico con Trotsky y su artículo: “La Revolución estrangulada” al que responde en la NRF con su “Respuesta a Trotsky”. A los pocos días, emprende con su esposa Clara un largo viaje que le llevará a Rusia, India, China y Japón[v]. Después de una trayectoria marcada por el arte, no exenta de polémica, su contacto con otras culturas y situaciones políticas le va inclinando hacia un posicionamiento claramente de izquierdas. Dirá: “Hay que transformar en conciencia la experiencia más amplia posible”[vi], a lo que seguirá[vii]: “pensar en lo que debería ser en vez de pensar en lo que puede hacerse, aún si nada realmente bueno puede hacerse, es una peste”. Un claro exponente de la evolución del intelectual según Malraux: Experiencia — Conciencia — Actuar en consecuencia.
Dicha acción se va haciendo patente a raíz del proceso Dimitrov, acusado falsamente de incendiar el Reichtag berlinés, cuando el 21 de marzo de 1933, en una gran manifestación en París, toma la palabra en su defensa. El mismo año, gana el premio Goncourt por su La condición humana, donde refleja ya algunas ideas sobre la acción revolucionaria.
Por lo que respecta a España, su posicionamiento es definitivamente claro en el I Congreso Internacional para la defensa de la cultura, reacción izquierdista al auge de los totalitarismos, que se celebra en París, en mayo de 1935. Allí entabla una amistad con algunos intelectuales españoles que mantendrá a lo largo del tiempo, como es el caso de José Bergamín. En dicho encuentro, este propone Madrid como sede del II Congreso, lo que será aceptado de inmediato.
MADRID.
El primer viaje de Malraux a Madrid tiene lugar ya en 1936, invitado por José Bergamín. Después de un viaje a la URSS en marzo, el 17 de

mayo, André Malraux se desplaza a la capital de España en calidad de delegado de la Asociación Internacional para la defensa de la cultura[viii], acompañado por su esposa Clara y del hispanista Jean Cassou y el dramaturgo Henri Lenormand. El viaje no está exento de un cierto morbo, puesto que por su cuenta y riesgo, también la amante de Malraux[ix], Josette Clotis, hizo el viaje en paralelo, pudiendo arañar de su repleta agenda un corto viaje a Toledo.
El día 22, Malraux pronuncia un discurso en el Ateneo de Madrid, en el que dice: “Sistemáticamente, en todos los países, somos antifascistas. Es inútil discutir sobre una acción que es desde ahora indispensable. Sabemos que las diferencias que nos enfrentan al fascismo deberán ser dirimidas algún día por las ametralladoras”. Después del acto, se ofrece una cena de gala, con asistencia de numerosos políticos republicanos, como el ministro de Instrucción Pública, Francisco Barnés, o el alcalde de Madrid, Pedro Rico[x].
Fue un viaje corto, con entrevistas relevantes como la que mantuvo con el presidente Azaña, Antonio Machado o Rafael Alberti[xi], que afirmaría su clara apuesta por la II República y que ocasionaría su segundo viaje semanas después, a raíz del golpe de estado fascista.
LA GUERRA:

El domingo 18 de julio, Malraux y Clara están en un teatro de París, confortablemente instalados en el palco del recientemente nombrado subsecretario de Estado para los deportes y el tiempo libre, Leo Lagrange[xii]. En el entreacto de la obra que se está representando irrumpe en el palco un ujier que solicita a los dos hombres que vayan al palco del ministro del aire, Pierre Cot. Allí, este les informa del golpe de estado sucedido en España, y quedan para hablarlo con detenimiento a la mañana siguiente en la sede del ministerio, en el boulevard Victor del distrito XV.
Allí, el ministro y su jefe de gabinete, Jean Moulin (futuro héroe y mártir de la Resistencia), reciben al escritor, que ha acudido acompañado de su amigo y piloto, Édouard Corniglion-Molinier, su compañero en la búsqueda del reino de Saba en el Yemen dos años antes. Le piden que vaya a España para informarse de la situación. Es una percepción compartida que una de las debilidades de la República es la aviación. Malraux se apresurará en preparar el viaje. Corniglion conseguirá, en veinticuatro horas, el encargo de un periódico para hacer un reportaje sobre los sucesos y convencerá a un empresario, propietario de la sociedad Gnôme et Rhône (la futura SNECMA SA), para que le preste un pequeño avión para el desplazamiento.

Pocos días después[xiii] parten de París con destino Madrid, tras una escala en el aeropuerto militar de Forgas (Biarritz), Durante el vuelo, debido al fallo en la brújula, viven unos momentos de riesgo al confundir inicialmente la ya rebelde Ávila con su destino. Reparado el error al ver el cartel de la estación, logran remontar el vuelo y llegar a Madrid. Allí, Clara propone desplegar un paño rojo para indicar que son partidarios de la República, a lo que Corniglion-Moliner se opone por el riesgo de entorpecer las hélices. Al aterrizar, les recibe el recién nombrado Comisario General del Ejército y futuro ministro de Estado en 1937, Julio Álvarez del Vayo, al que Malraux había conocido en su anterior viaje. Les ha preparado las entrevistas oportunas para que en el menor tiempo posible se hagan cargo de la situación y recojan las peticiones del inestable gobierno republicano que en tres días ha tenido tres presidentes. El día 26 le recibe Manuel Azaña[xiv]. También la prensa española se hace eco de su presencia. El Socialista dirá de Malraux: “es otro combatiente que pide un sitio en la batalla”.
Aquí cabe señalar un encuentro que marcará el futuro rodaje de una película sobre la guerra de España. En la sede de la revista Cruz y Raya, que dirige José Bergamín y en la que Max Aub ha publicado algo, el primero presenta este a Malraux. Hablarán con seguridad de la futura celebración del II Congreso antifascista. Aub, francés de nacimiento y valenciano de formación, habla un francés perfecto, lo que complace a Malraux, que no habla español.
AVIONES PARA ESPAÑA[xv]:
Era conocida la debilidad del ejército republicano en cuanto a la aviación. El presidente del Consejo de Ministros, José Giral, había ya mandado telegramas en petición de ayuda a Francia[xvi] e incluso destacado dos especialistas a su embajada en París. Pero no es negligible la aportación que hizo Malraux. Imaginemos por un momento lo que fue dinamizar la compra de aviones en una Francia con fuerte influencia de la prensa derechista, con una embajada donde algunos partidarios de los golpistas habían ya dimitido y otros permanecían en el cargo solo para dificultar las gestiones de la República, y con numerosos políticos galos, entre los que se contaba el Ministerio de Asuntos Exteriores, contrarios a dar apoyo a la legalidad republicana española, intentar la compra de aviones y la contratación de sus tripulaciones en un par de semanas, ya que la ignominiosa No Intervención se firmó el 8 de agosto[xvii].

Malraux, con estrechas relaciones en el ministerio del aire francés, y también con empresas fabricantes, ha participado decisivamente en la compra de una veintena de aviones, y en la contratación de sus respectivas tripulaciones. Después de un gran meeting en la sala Wagraw de París, donde pedirá apoyo popular a España, llegará a Madrid, vía Barcelona, el 6 de agosto. Su escuadrilla estará operativa una semana después, con base en el aeropuerto de Cuatro Vientos, desde donde atacará las tropas de Yagüe en la extremeña Medellín, retrasando así su avance hacia Madrid[xviii] . En esta primera etapa, las tripulaciones estarán formadas por 22 franceses, 5 italianos, 2 españoles, 1 ruso, 1 checo y 1 belga[xix]. Malraux, con Clara, residirá en el famoso hotel Florida, a la vez que muchos otros corresponsales de prensa e invitados internacionales. Él participará en algunas de las operaciones y Clara, sin objetivo a realizar, acaba por regresar a Paris a finales del mes[xx].
Al inicio del mes de septiembre sucede una anécdota que ilustrará posteriormente un episodio de su película Sierra de Teruel. Lo narrará incluso la prensa francesa[xxi]. Un campesino de Olmedo había atravesado las líneas del frente para llegar hasta la zona republicana e informar a la aviación de la situación de un aeródromo camuflado en la zona de Arévalo. Destruido por la escuadrilla de Malraux, sería la primera vez que se mencionaría esta en la prensa española[xxii].
Durante el mes de septiembre, el aeropuerto de Cuatro Vientos es atacado diversas veces dañando algunos aparatos. La escuadrilla realiza algunas operaciones de ataque al Alcázar de Toledo y, a finales de mes sufre uno de sus peores reveses. En un combate aéreo con aviones Fiat rebeldes, un avión Potez se estrella causando tres muertes, entre ellas el ametrallador Giordano Viezzoli, miembro de Justizia é Libertà, uno de los pocos voluntarios en aquellos días. Malraux narrará este hecho en la novela La esperanza y en su película Sierra de Teruel.
Tras tantos reveses, la escuadrilla España se ubica en Barajas, donde el periodista Koltsov nos dice: “En la escuadrilla internacional quedan muy pocos aparatos. Con ellos, turnándose, trabajan quince hombres”[xxiii]. Malraux viajará en octubre a diversos países para intentar conseguir más aparatos, sin demasiado éxito.
Poco tiempo después, la escuadrilla España, que pasará a llamarse Malraux, se desplazará a Albacete, donde entre los miembros de las Brigadas Internacionales procederá a reclutar nuevos aviadores, esta vez voluntarios, que reemplazarán a la mayoría de los mercenarios iniciales. Salvo un par de semanas en el aeropuerto de Alcalá, el único ya en poder de la República después que el de Getafe haya caído el 4 de noviembre, la escuadrilla se instalará en la zona de Valencia. Desde allí saldrá su última operación: la protección de los fugitivos de Málaga en lo que se llamó La Desbandá, a primeros de febrero de 1937[xxiv]. El poco material restante pasaría a la aviación republicana.
Terminada su etapa como líder de la escuadrilla, Malraux sigue con su apoyo condicional a la República, y para ello viaja a Estados Unidos y Canadá, recabando fondos y apoyo popular. Será en Hollywood donde nacerá la idea de hacer una película que pueda llegar al corazón de la gente y propiciar así que los Estados Unidos vendan suministros a la República[xxv].
EL CONGRESO:
La siguiente ocasión en la que André Malraux estuvo en Madrid fue a raíz del II Congreso Internacional de escritores para la defensa de la cultura[xxvi]. Tal como se había acordado en París a sugerencia de José Bergamín, el encuentro se desarrollo en

Valencia, Madrid y Barcelona para finalizar en Paris. Intelectuales de todas partes del mundo, permanecieron en la capital española los días 5, 6, 7 y 8 de julio de 1937. Las sesiones se realizaron en la Residencia de Estudiantes y en el cine Salamanca. Asistieron un centenar de escritores de veintiocho países (desde la China a Islandia) con personalidades relevantes como Antonio Machado, Bergamín, Alberti o Jacinto Benavente por España; Pablo Neruda, César Vallejo u Octavio Paz por Latinoamérica; Stephen Spender o Malcom Cowley por el mundo anglosajón; Anna Seghers o Heinrich Mann por el germánico o Ilya Ehrenbourg o Alexei Tolstoi por el ruso. De Francia, entre otros, además de Malraux, asistieron André Chamson, Julien Benda o René Bloch. Pero André Malraux fue uno de sus elementos más decisivos, como contó un delegado inglés, Edgwell Rickword en la Left Review[xxvii]: “Malraux fue el centro de una actividad muy dinámica, mucho del trabajo llevado a cabo no hubiera sido posible sin él, además de ser uno de sus más elocuentes oradores”.
Solo un breve fragmento de su discurso (que fue traducido por Gustavo Durán, el músico militar), a título de ejemplo del emotivo empuje que aquel congreso pudo significar para el pueblo de Madrid[xxviii]:
“El 1ª de mayo en París se celebró la jornada de solidaridad con el pueblo español. Decenas de miles de obreros llegaban con banderas sindicales ante los postulantes por España que mantenían entre cuatro enormes sábanas. Para hacer comprensible lo que realizaban habían puesto en el centro de la sábana la fotografía que todos conocéis: la de los niños muertos.
Cuando los obreros llegaron delante, inclinaron sus banderas. Pero otros muchos acudieron con su propio hijo e inclinaron al hijo vivo con un gran grave gesto de resignación.
Camaradas: ¡felicitaros por ese saludo! Fue acaso aquella la mayor conmoción de mi vida, y no puedo impedir el recordarla mientras aquí se oye el ruido del cañón que amenaza esta ciudad”.

No sólo Malraux fue una de las almas del Congreso, sino que también contribuyó a calmar el ambiente en el conocido enfrentamiento entre los más radicalmente comunistas y el escritor André Gide[xxix], que había publicado poco antes su “Retour de l’URSS” que levantó unas ampollas que el autor no había logrado calmar con algunas apostillas publicadas al efecto[xxx].
Cabe señalar que los congresistas realizaron también, el miércoles 7 de julio, un tour por los frentes de combate, que incluyó la visita a Brunete, recién tomada el día antes. El periodista Ilya Ehrenburg dijo en su crónica: “Caminamos con emoción sobre la tierra liberada. ¡Que éste sea el comienzo de la liberación de España![xxxi]
Más aún, se puede afirmar que Malraux arriesgó su vida, ya que padeció un accidente de automóvil en su desplazamiento desde Valencia, en compañía de Ehrenbourg[xxxii], por suerte, el choque con un camión cargado de obuses no tuvo mayor repercusión, salvo el susto. Durante el congreso, visitaron también el frente. En concreto, Malraux lo hizo junto al que luego sería un colaborador decisivo en el rodaje de Sierra de Teruel: el belga Denis Marion (seudónimo de Marcel Defosse)[xxxiii].
EPÍLOGO:
Malraux no volvería a estar oficialmente en Madrid. Durante 1938 Su actividad se centró en su proyecto de hacer una película que mostrara al público, en especial americano, las razones de la II República. Rodó en Barcelona y alrededores desde inicios de agosto hasta que el 23 de febrero de 1939 dejó Barcelona para pasar a Francia con el equipo de rodaje de Sierra de Teruel. Luego la vida le llevó desde colaborar estrechamente con la Resistencia durante el nazismo hasta a ser ministro de la Información con De Gaulle y de Cultura con Michel Debré[xxxiv]. A pesar del giro en su opinión sobre el comunismo (“la libertad a ese precio: No”, diría en 1939 a raíz del pacto Molotov-Ribbentrop) y que el propio De Gaulle recibió a Franco, Malraux se prometió a si mismo no regresar a España mientras estuviera implantada la dictadura. En una entrevista con uno de sus biógrafos, le dirá[xxxv]:
TODD: Si muriera el Caudillo, ¿volvería usted a España?
MALRAUX: Dependería de su sucesor.
TODD: ¿Tiene usted deseos de volver a ver España?
MALRAUX: Sí, con total seguridad.
Muchos intelectuales aportaron su saber, y en algunos casos su vida, para salvar a la II República española. Algunos con las armas (Orwell, Ludwig), otros con sus escritos (Camus, Bernanos) o sus discursos en las colectas de ayuda. Pero quizá ninguno como Malraux permaneció la casi totalidad de la contienda al servicio de la legalidad española, en la aviación, en las relaciones internacionales, en su novela La esperanza y en su película Sierra de Teruel. Como diría el propio Malraux en Madrid: “Se nos ha preguntado que tenemos que hacer en esta guerra, y yo contesto categóricamente que esta guerra significa la defensa de la cultura y que todo intelectual ha de sentirse automáticamente a vuestro lado … El espíritu no se defiende únicamente por medio de los escritores consagrados a la lucha antifascista, sino también por esos hombres que sin tener una gran cultura saben de qué lado está la justicia y la dignidad”. Predicó con el ejemplo.
SABER +:
Madrid, Albacete, Valencia: la escuadrilla Malraux
Hotel Florida: André y Clara en Madrid en 1936
[i] El Sol, 14.4.1935 Página 1.
[ii][ii] https://www.nuevarevista.net/la-republica-espanola-ante-el-mundo-el-reconocimiento-internacional-del-nuevo-regimen-poli/
[iii] https://www.nuevatribuna.es/articulo/historia/leonblum-segundarepublica-espana-historia-politica/20190517134800162794.html
[iv] L’Humanité, 19.04.1931 página 1.
[v] https://malraux.org/biographie/biographie-detaillee/
[vi] MALRAUX (1995) La esperanza. Madrid, Cátedra. Página 448
[vii] MALRAUX (1995): 283.
[viii] TODD, Olivier (2001). André Malraux, une vie. París, Ed. Gallimard. Página 218
[ix] Malraux no se divorciaría de Clara hasta 1946. Su relación con Josette duraría hasta la muerte accidental de esta el 11 de noviembre de 1944.
[x] El Sol, 23.5.1936. Página 8
[xi] LACOUTURE,Jean (1976). Malraux, une vie dans le siècle. Paris, Éditions du Seuil. Página 212
[xii] CATE, Curtis (1993). Malraux. París, Flammarion. Página 286.
[xiii] No hay coincidencia en la fecha exacta. Ver: https://www.visorhistoria.com/el-vuelo-de-malraux-2/
[xiv] El Noticiero Universal. 27.7.36 P. 9
[xv] https://www.visorhistoria.com/aviones-para-espana/
[xvi] CAMPOS, Miguel I. (2022) Armas para la República. Barcelona, Crítica. P. 19
[xvii] Sobre la No Intervención recomiendo leer el imprescindible el detallado y ameno libro: GRELLET, Gilbert (2017) Un verano imperdonable. Madrid: Guillermo Escolar Ed.
[xviii] SALAS LARRAZABAL, Jesús (1969). La guerra de España desde el aire. Barcelona, Ariel. P. 95.
[xix] THORNBERRY, Robert S. (1977). André Malraux et l’Espagne. Ginebra, Lib. Droz. P. 210
[xx] BONA, Dominique (2010) Clara Malraux. Biographie. Paris, Grasset. P. 300
[xxi] Le Temps. 3.9.1936 P. 8
[xxii] Claridad, 1.9.1936 P. 1. O El socialista, 2.9.1938
[xxiii] KOLTSOV, Mihail (1963) Diario de la guerra de España. París, Ed. Ruedo Ibérico. P. 120
[xxiv] https://www.visorhistoria.com/la-desbanda-y-la-escuadrilla-malraux-2/
[xxv] Para más detalle: https://www.visorhistoria.com/la-neutralidad-americana-y-st-esp/
[xxvi] AZNAR, Manuel (Ed.) (2018). Segundo Congreso Internacional de Escritores para la Defensa de la Cultura. Valencia. Institució Alfons el Magnànim.
[xxvii] Citado en THORNBERRY (1977): 66.
[xxviii] AZNAR SOLER, Manuel y SCHNEIDER, Luis Mario (1987) II congreso internacional de escritores para la defensa de la cultura (1937). Tomo III. Actas, ponencias, documentos y testimonios. Valencia, Consellería de Cultura de la Generalitat Valenciana. Página 135.
[xxix] AZNAR (2018): 151
[xxx] GIDE, André (2017) REGRESO DE LA U.R.S.S., SEGUIDO DE RETOQUES A MI «REGRESO DE LA U.R.S.S.». Madrid, Alianza Editorial.
[xxxi] SCHNEIDER, Luis Mario (1987) II congreso internacional de escritores para la defensa de la cultura (1937). Tomo I: Inteligencia y guerra civil española. Valencia, Conselleria de Cultura, Educació i Ciència. Página 123. También estuvieron en Torija y Brihuega.
[xxxii] CATE (1993): 324.
[xxxiii] AZNAR (2018): 697.
[xxxiv] https://malraux.org/biographie/biographie-detaillee/
[xxxv] https://malraux.org/12842-2/
Este artículo ha sido publicado en la prestigiosa revista FRENTE DE MADRID, en su número 46 (junio de 2025), páginas 80-85. Recomiendo encarecidamente las actividades de la entidad organizadora GEFREMA (