Antoni Cisteró (28.3.2025)
Una tarde de primavera me he desplazado hasta Saint-Genis-des-Fontaines un pequeño pueblo del Rosellón, para entrevistar a una mujer encantadora, abierta y generosa: Marie-Chantal dos Santos. Nos acoge en su casa, a mi esposa y a mí, y enseguida nos muestra una maleta, motivo del viaje, llena de recuerdos de su madre, Suzanne Chantal, amiga íntima de Josette Clotis, una parte relevante de la biografía de André Malraux.
El material que me autoriza a ver e incluso a copiar a mi criterio, será motivo de algún artículo en VisorHistoria. Aquí quiero ofrecer una entrevista resumen de lo hablado durante las más de tres horas que duró la visita.
—Hábleme de su madre, Suzanne Chantal.
—Era muy inteligente, y con una gran fidelidad a sus amigos. Esta era la característica más relevante. Los amigos siempre tenían razón, el resto… Cuando se puso en duda la honestidad de Malraux respecto a su juicio por haber intentado llevarse algunas piezas de arte de los templos de Camboya, ella decía: “¡Pero si lo que hizo fue salvar aquel arte! Sin él, la selva los habría cubierto y todo hubiera desaparecido”.
Cuando sucedió la revolución de los claveles en Portugal, donde vivía con mis padres, nos quedamos sin un céntimo, así que trabajé de traductora. Y traducir no es copiar. Yo siempre digo que es como lanzar un texto al suelo y luego recogerlo, ponérselo sobre las rodillas y darle vida, llevando el espíritu del autor a la propia lengua.
Cuando mi madre escribió “Le coeur battant”[i], lo hizo en tres meses, febrilmente. Partiendo de las cartas y notas de Josette Clotis, relató los once años de relación de esta con André Malraux, a la luz de la amistad entre las dos mujeres. Montó el puzzle con las piezas que usted ve en esta maleta. Tenía muchísimo material, Josette escribía compulsivamente en cualquier trozo de papel que tuviera: cartas, infinidad de cartas larguísimas, telegramas y cuadernos con reflexiones y recuerdos. ¿Se imagina el trabajo de dar un sentido a un material tan distinto y disperso? Además tuvo que hacerlo con citas de un máximo de nueve líneas por orden del editor, que no quería problemas con los derechos de autor, según la ley francesa.
Decía: “He de hacer imperativamente este libro: será Josette quien hablará a través mío”:
—Pero la parte de texto de su mamá es también una maravilla.
Claro. Le surgía de su interior, de su corazón, era en verdad un “coeur battant”.

—¿Qué tenían en común Suzanne y Josette?
Ambas cuidaban mucho su apariencia. Las dos estaban obsesionadas por ello. Hay que decir que mi madre tenía seis años más que mi padre. Se encontraron a bordo del Colonial en 1939, ella tenía 31 años y él 25… Cuando se tienen ochenta años esto no importa, pero al principio sí. Siempre iba muy bien peinada siguiendo la moda. Mi madre cuidaba mucho la combinación de colores en los vestidos, en sus pañuelos. Se fijaba en los pequeños detalles.
Sobre su peinado hay una buena anécdota: Cuando estaba en cinta de mí colaboraba con Malraux en actividades de la Resistencia. Llevaba dinero a las familias que tenían algún miembro en Londres. Escondía rollos de de billetes en su tupé, que era muy alto, tenía mucho cabello. Era la moda de la “coiffure à l’Ange”. Pero la mala suerte hizo que cayera en un control, y que la registraran a fondo. Debido a los nervios, y embarazada de ocho meses, llegó a desmayarse. Y la mujer a cargo de inspeccionarla le dijo: Vístase, no es posible que una mujer en su estado corra riesgos tan graves, y no siguieron con el

registro. Y pudo irse, ¡con el tupé bien puesto! Así que yo, aún antes de nacer, ya colaboré con la Resistencia.
—Josette también cuidaba mucho su apariencia, ¿verdad?
Sí, claro. André quería que siempre estuviera muy atildada. Cuidaba mucho la apariencia. Usaba ropas de alta costura, incluso cuando no podían pagarlas. Las dos tenían una edad similar. Mi madre nació en junio de 1908 y Josette en abril de 1910.
—¿Como se conocieron?
Mi madre se ocupaba de una sección de “correo del lector” en el semanario La femme de France y entre las muchas cartas que recibía le gustaban especialmente unas que estaban firmadas por una tal “Reina de las abejas”[ii]. Y escribió pidiendo conocerla. En 1932 se conocieron y ya no se separaron más hasta la muerte en accidente de Josette. Y mi madre siguió fiel a su memoria, como demuestra la maleta que le he mostrado, y por descontado su Le coeur battant.
—Hablando de la maleta, ¿me puede contar su historia?
El señor Clotis, padre de Josette, poco antes de su muerte, quiso que los recuerdos de su hija pasaran a mi madre, Suzanne. No sabía su dirección, pero sí que estaba casada con el director de la Oficina de Turismo de Portugal en París, así que la remitió allí, como indica incluso la etiqueta que lleva. El señor Clotis falleció dos meses después.
A ello hay que añadir los papeles que guardaba André Malraux. ¡Es extraordinario que guardara papeles sin ninguna relevancia, notas, telegramas, cartas!
En cuanto al futuro, mi hija ya tiene instrucciones de que, cuando yo ya no esté, la pase a la Biblioteca Jacques Doucet[iii], donde hay ya un fondo Malraux importante.
—Malraux. ¿Qué opinión tiene usted de él?
Siempre me dio un poco de miedo, ya de niña. Siempre me miraba fijo a los ojos. Cuando tenía ocho o nueve años, un día me llamó a su despacho. Imagínese con qué pavor me acerqué a su escritorio. Y me preguntó qué pensaba hacer en el futuro. ¡Preguntar eso a una niña! Por descontado que yo no tenía ni idea.
Yo jugaba con sus hijos. Vincent era bueno conmigo, pero Gauthier, dos años mayor que yo, siempre me trataba duro, como un hermano mayor.
André mantuvo una buena amistad con mi madre, también con mi padre a pesar de las divergencias de posicionamiento político. Incluso fueron invitados al entierro de los dos hijos cuando murieron en un accidente de coche.
André era fiel a sus amigos. Cuando en el 62 fui a Estados Unidos como profesora de francés, tuve problemas con mis dos pasaportes (francés y portugués). Mi madre telefoneó a André y en pocas horas me llevaron con un coche oficial a la embajada y se solución en un momento.
Tenía un gran corazón. Yo lo comparo a una langosta. Antes de llegar al sabroso interior, hay que atravesar un duro y punzante caparazón. A raíz de la revolución en Portugal, nuestra asistente Jeanne Valière, se fue a París con su familia sin nada en los bolsillos. Telefoneó a André y en dos días su familia tenía un apartamento.
También fue muy amigo de Max Aub, que por cierto, estuvo enamorado de mi madre durante el rodaje de Sierra de Teruel.
—Hábleme de sus padres.
Mi madre no era guapa pero sí tenía mucho atractivo. Estaba con George Grace, que luego fue el montador de Sierra de Teruel, pero en un viaje a África se enamoró perdidamente de mi padre, José Augusto dos Santos, un joven periodista portugués que había recibido el Premio Afonso de Bragança por sus reportajes sobre la guerra de España…, y siguieron juntos hasta su muerte. A mi hermana y a mí nos decía: A vosotras os amo porque sois mis hijas, pero a vuestro padre lo he escogido entre millones de hombres y pasará siempre por delante de vosotras en mi amor”.
Quizá le interese una anécdota curiosa. Un apunte previo: a George Grace le pidieron que, ante la entrada de los nazis, quemara los estudios Pathé, cosa a lo que él se negó. Quizá para lavar su imagen, luego se enroló en la RAF y fue destinado a Birmania. Fue cuando nací yo. Sin embargo, mi madre no se pudo divorciar de él hasta 1951.
Y aquí surge otra anécdota: Mi padre, José Augusto dos Santos, murió el 26 de marzo de 1994 y mi madre el 13 de mayo del mismo año. Cuando se hacían los trámites de la herencia en el notario, se pidieron los “estados civiles” de mi hermana y el mío. Aunque hasta los 10 años mi apellido había sido Grace, en el mío decía: hija de J. A. dos Santos y Suzanne Chantal, nacida en Niza en 1941. Pero el de mi hermana decía Marian Grace, y al margen, anotado: reconocida por José Augusto dos Santos. ¿Por qué esta diferencia? Yo que era la hermana mayor, figuraba de forma distinta que Marian, nacida cuatro años después. Más tarde, por azar, encontré una carta de Josette, curiosamente no en la maleta, en la que decía: “Suzanne, George tiene razón, hay que ocuparse de Marie Chantal. Ahora es un bebé pero de mayor podría tener problemas. Yo hablaré con André, que contactará con Gaston Deferre[iv]…” Así que este corrigió mi estado civil en la documentación. Pero cuatro años después, al nacer mi hermana, Josette ya había muerto. No se pudo corregir, y se tuvo que añadir la nota aclaratoria en 1951, cuando mis padres pudieron por fin casarse. En cualquier caso, ambas somos hijas biológicas de José Augusto dos Santos. Mi madre desde que le conoció estuvo siempre con él, mientras George Grace estaba en Birmania. Pero no se pudieron divorciar hasta el 51. El juez no quiso admitir el reconocimiento de George de que las hijas no eran suyas. Así que fue preciso que mi madre pidiera a los amigos que testificaran diciendo que mi madre había engañado a George y vivido fuera del matrimonio con el señor portugués.

—Debió ser muy duro para Suzanne. Para terminar: ¿Tiene algún recuerdo relacionado con Sierra de Teruel?
Un día, en Saint-Germain-el-Laye, donde habían dado el nombre de André Malraux a una plaza, se inauguró un cine de arte y ensayo, en el que la primera proyección fue esta película. Como mi madre había ya muerto, fui yo la invitada al acto. En el coloquio posterior, alguien del público comentó: “qué maravilla, que buena idea estas palomas que levantan el vuelo”. Yo no dije nada, pero sabía que había sido incluida en el filme gracias al primer marido de mi madre[v]. Estaba también CFlorence Malraux, una mujer remarcable, encantadora, que había traído una foto de Josette con Vincent, que dije al organizador que yo no había visto nunca. Pocos días después recibí un sobre, de parte de Florence, con una copia de la fotografía.
Pensando en Josette, creo que si Malraux no se divorció de Clara durante la guerra fue, para proteger a Florence. Por cierto: ¿sabe por qué Malraux se casó posteriormente con Madelaine[vi] la viuda de su hermanastro, Roland[vii]? Pues, en parte, a causa de Mme De Gaulle, que era muy religiosa. Cuando Malraux fue desmovilizado, tenía los dos niños[viii] de Josette. Al saber de la difícil situación de Madelaine y su hijo Alain, les ofreció vivir en el piso superior de la casa que él tenía en Boulogne[ix]. Mme. De Gaulle se escandalizó y presionó para que, ya que vivían juntos, legalizaran la situación. Madelaine era morena, guapa, dulce, tocaba el piano y calmaba a André, mientras que Josette era una catalana explosiva. De haber vivido, no hubieran podido vivir juntos. Josette vivía constantemente en el drama. Cuando se calmaba, se aburría. Cuando ella escribía, Malraux la espiaba a su espalda. ¿qué escritor puede soportar esto? En esto no congeniaban. Mientras Malraux concentraba, concentraba sus textos, ella los expandía en todas direcciones. Ante él, ella se sentía inferior, no sabía nunca sobre que pie bailar. Dos personalidades bien distintas, pero que permanecieron juntos durante once años, tremendamente enamorados. Dos corazones batiendo fuertemente.
Nos despedimos. Me llevo alguna documentación para estudiarla, que pronto le devolveré, lo que será una nueva ocasión para encontrarme con una dama tan vivaz, inteligente y empática como Marie-Chantal dos Santos. Muchas gracias.
NOTAS:
[i] CHANTAL, Suzanne (1976) Le coeur battant. Paris, Éd. Grasset&Fasquelle. Traducción al español : Un amor de André Malraux : Josette Clotis (1976). Grijalbo.
[ii] En Le coeur battant, Suzanne indica que Josette firmaba como « Le temps vert », título de una novela de la propia Josette. (CHANTAL, Suzanne (1976) Un amor de André Malraux, Josette Clotis. Barcelona, Grijalbo. Página 21.
[iii] https://bljd.sorbonne.fr/
[iv] (1910-1986) Socialista, participó en la Resistencia y fue alcalde de Marsella desde 1953 hasta 1986, ejerció también de ministro de Marina y de Ultramar.
[v] George Grace era el jefe de los servicios técnicos de Pathé, y montador de Sierra de Teruel junto a Malraux. (CHANTAL, Suzanne (1977). Le cine-monde. Paris, Grasset. Página 24 y siguientes.
[vi] Madelaine Lioux (1914-2014) Concertista de piano. Se casó en 1943 con Roland Malraux,
[vii] (1912-1945) Hijo de Fernand-Georges Malraux y su segunda esposa, Marie-Louise Godard. Tuvieron un hijo: Alain. Murió prisionero de los nazis.
[viii] Vincent y Gauthier, hijos de Josette. Ambos murieron en un accidente de coche el 1961.
[ix] La experta en Malraux, Jeanine Mossuz-Lavau nos indica que inicialmente fue Madeleine quien acogió a Malraux en su casa del Quai d’Orsay, pasando luego ambos a Boulogne.