La semana termina en El Prat de Llobregat, rodando lo pendiente de las secuencias relacionadas con la escuadrilla. La de hoy ha sido una idea de última hora, posiblemente de Marion, quien ante el desorden en el rodaje de secuencias, ha creído conveniente poner un inciso en el que se resuma la situación y los planes de ataque, antes de realizar este[i]. Están presentes Santpere (Peña) y Mejuto (Muñoz), para un breve diálogo que facilitará al espectador la comprensión de los sucesos que seguirán: el ataque al campo enemigo, al puente cercano a Linás, el combate aéreo y el derribo de uno de los dos aviones.El día es magnífico, ideal para rodar al aire libre. Suben a la terraza del inmueble que sirve de oficinas. Aub saca de una bolsa un bloc en el que aparece un mapa de la zona donde supuestamente suceden los hechos.
La cámara en un extremo. Malraux ordena: Vais avanzando tranquilamente. Usted, Mejuto, atento, con las manos en los bolsillos. Mire lo que le va indicando su comandante. Usted -a Santpere-, cójale familiarmente por el hombro. Avancen tres o cuatro pasos. Hasta aquí -una marca en el suelo-, momento en el que se saca la libreta y el lápiz del bolsillo.
Un plano detalle muestra el mapa rudimentario donde el comandante marca la carretera y la vía del ferrocarril que coinciden cerca de Linás, en el puente señalado con dos trazos. El mismo que está en la pared de lo que, en los estudios Orphea, representa el despacho del comandante.
Se reproduce la casi totalidad de la secuencia XXIVbis (situada entre la XXIV y la XXIX), dado que no figura en los guiones originales. Ni en los manuscritos ni en las publicaciones posteriores (ver bibliografía), salvo en el de Gallimard, que refleja lo que realmente aparece en pantalla.
A pesar de ello, parece lógico que con la voluntad de Malraux de entrelazar tres historias (Linás y los voluntarios que la asisten, el campesino que cruza las líneas y la escuadrilla), decidiera hacer una breve secuencia que informara sobre la última y más dramática parte del filme: la expedición aérea y su trágico final.
Sin embargo sigue siendo un misterio que una secuencia tan corta y explícita, fácil de rodar, no estuviera prevista en el primer guion mecanografiado.
—Toma tu el otro avión. De noche, a pesar de todo, podemos atrevernos a dar el golpe.
—¿Pero el campesino sabe de verdad donde está el campo?
–Quizás. Pero dada la región, no hay error posible.
Con el lápiz, complementa el plano con dos cruces: la ubicación propia y la del posible aeródromo rebelde. Luego, con un trazo continuo reproduce la posible ruta de ataque: primero el campo y luego el puente.
Peña concluye el diálogo:
—Hay que atacar el campo primeramente al amanecer. Si lo volamos no pueden avisar más que a los del sur de Calamocha. Nosotros estaremos ya sobre el puente. Después… Y con un gesto vago, deja al destino la suerte de la expedición.
Lo han ensayado un par de veces, así que con una única toma ha bastado. El ahorro de película es capital.
Malraux está satisfecho. Aunque sea sábado, podrán terminar con el conjunto a rodar en la Volatería, salvo lo que queda cuando se metan en el combate aéreo.
Mientras ruedan la conversación entre Peña y Muñoz, el resto llega a La Volatería en una camioneta. Codina ha hecho noche en Barcelona para evitar los habituales retrasos que suceden si viene de Lloret. El equipo técnico se afana instalando la cámara y los focos en el campo de tiro. Hay pocos aviones, muchos se han desplazado más al sur, para actuar en el frente del Ebro. Se cumple un mes, y las fuerzas están estancadas.
Ya todos juntos, se les une el responsable de formación del aeropuerto, Andrés García Calle[ii] que les felicita por su entusiasta labor y se pone a su disposición para lo que puedan necesitar. Malraux le apunta que, en unos días (serán dos meses) van a necesitar dos Potez. El oficial sonríe y susurra un: bueno, eso ya veremos.
Pero sí les hace un favor. Viendo la precariedad manifiesta de los voluntariosos cineastas, les recomienda otro punto de rodaje,
—¿Habéis visitado Sabadell? Allí están los aparatos que reparamos. Seguro que podréis hallar alguna imagen que os interese. Si queréis, llamo ahora mismo,
En Sabadell le ha dicho que de acuerdo que cuando quieran, que sólo tienen que llamar la tarde anterior. Malraux ha saludado militarmente a García Calle con un sonoro “Merci”.
Se levantan todos de la mesa donde han tomado un sucedáneo de café, y acompañan a Codina al campo de tiro donde está ya todo preparado, para ensayar las tomas.

Al finalizar el rodaje de la secuencia, en la que un experto tirador ha ayudado para que las marcas en las dianas sean ajustadas, no han conseguido lo indicado en el guion en su secuencia XXVIII[iii] (Los disparos de Schreiner son buenos: el cuadro del blanco se desprende pero queda colgando). Malraux y Aub ríen relajados. Los nueve planos de la secuencia han salido a la primera. El segundo comenta:
—Los tiros certeros han clavado la diana. Si, ¡lo hemos clavado! Poco importa que no se desprenda.
El lunes amanece con otra buena noticia: los recambios para el camión de sonido se han expedido desde París[iv]. En dos días, quizá tres… ha dicho Tual. Por el momento deciden no utilizarlo y dedicar la semana a rodar en estudio. O las reuniones del comité de Linás, con extras traídos del Prat de Llobregat, y la intervención de José María Lado como José, y luego con José Telmo (González). Pero lo primero no será posible al no poder localizar aún al actor. Habrá que ir por el Teatro Catalán de la Comedia (antes Poliorama), en el 9 de la rambla de los Estudios, y preguntar a Enric Borras. Él seguro que sabe dónde para. Aub se encargará cuando vaya a oír el discurso de Prieto en el teatro, al día siguiente[v]. Aub le había contactado ya el día 12, en el homenaje que se le dispensó a Enric Borrás, pero desde entonces no ha tenido noticias de él.
Otro elemento necesario y del que no disponen es un trípode con ruedas. Aunque quizá podrían agenciárselo, aprovechan la ocasión para mandar a Lepiani a Madrid a buscar uno que han localizado. Tardará dos meses[vi].
Les llevará todo el día preparar una de las salas como alojamiento de la escuadrilla: literas, algún arma, y el retrato de una señora, detalle fruto de la insistencia de Malraux al recordar al entrañable Mercery de la verdadera escuadrilla, parece que siglos atrás, aunque haga solo dos años de los sucesos. Ya en Orphea, mientras atrezo prepara el dormitorio, se rodará lo que faltaba de la droguería.
En un sótano de los estudios, los actores que forman el, ya con el actor que interpreta al Delegado Militar grupo de republicanos que quieren llevar armas y dinamita a Linás, los mismos, o casi, de la calle Santa Ana. Como líderes, Miguel del Castillo (Carral), que interpretará la heroica y suicida acción de destruir un cañón con un coche a costa de su vida, y José Telmo (González), el dinamitero asturiano. El espacio es estrecho, no han ganado mucho respecto a la cestería de la calle Petritxol que era la idea inicial y de la que se rodaron la entrada y salida del grupo.Repiten el plano de González descartado días atrás. En un agobiante despacho, hablan comedidamente Carral y el Delegado Militar. Llaman a González. Éste les informa de las pocas armas existentes en Linás y el riesgo de que los rebeldes controlen el puente de acceso a la población. El Delegado les ordena salir de la ciudad a toda costa y llegar a Linás.
Es posible que la secuencias IV y VI, en el interior de la droguería no se rodara en los estudios Orphea, ya que en una visita al archivo del Colegio de Arquitectos, en los planos no parecía que hubiera sótanos. Otra posibilidad sería en el castillo de Montjuich o alguna dependencia del Pueblo Español que no hemos encontrado.
El paso del tiempo nos impide ubicar algunas localizaciones, pues muchos palacios de la exposición de 1929 fueron demolidos. Lo que sí es cierto es que se trataba de un primer sótano, pues al inicio entran al nivel del recinto, pero luego salen subiendo una escalera hasta un punto donde brilla la luz. (Ver imagen (Chantal (1967): 160).
Dos veces se ha tenido que repetir la toma. Los planos medios de los dos hombres funcionaban, pero al llamar a González, a algún curioso en la droguería, al darse la vuelta, se le ha caído un recipiente de las manos, con el consiguiente estruendo. “¡Corten!, quel bordel! Ya es la segunda vez, ¡como si sobrara película!” ha gritado André. Para calmarlo, Aub pide un receso y se retira a un rincón, para ensayar con Telmo. Su forma de hablar no casa con lo que se espera del rudo minero asturiano que interpreta. “Un poco de dinamita, les enseñé yo a servirse de ella… pero no tienen experiencia”. Lo repite cuatro veces, sin llegar a satisfacer al hombre de teatro que es Max.
Les llevará todo el día hasta altas horas de la noche. Afortunadamente, después del primer fracaso, han seguido ensayando, sin rodar, la totalidad de la secuencia IV en el despacho de gerencia de la supuesta droguería, y luego la VI, en el almacén de esta. A última hora de la mañana, se ha hecho la toma de la primera. Así han podido desmontar la cámara y los focos, y pasarlos al espacio contiguo, algo más amplio, aunque no mucho como demuestran las imágenes que va tomando Marion. Irónicamente, Aub susurra: —Bueno, al menos la damajuana no se ha roto.
Entran los personajes de Pedro y Barca, con un saco que vacían en el mostrador. No hay embutidos a pesar de que el guion lo indica. Solo unas pocas pistolas y munición.
EMILIO: ¡Vaya asco de balas! No tocamos ni a veinte.
CARRAL: Ya vendrán otras.
Y luego pasa a detallar los detalles de cómo podrán llegar a Linás. Lo harán con dos coches que encontrarán en un garaje de las afueras. La secuencia quedará sin rodar.
Se reparten las armas. Carral coge el mando ante la mirada expectante del delegado. El encargado de la calle Petritxol deambulando entre los actores. Trávelin de caras expectantes, de hombres que saben que pueden morir en el lance.
Cada uno con un arma, suben por unas escaleras hacia el exterior. Con las sacudidas de los cañonazos, en la damajuana van cayendo gotas con el ritmo inexorable del destino.
Malraux, por fin, está contento. A pesar de las limitaciones, la secuencia cree que ha quedado bien. Lo confirmará cuando, semanas después, llegue el revelado que hará Tual en París.
Ya saliendo, el delegado sindical llama en un aparte a Max Aub.
—Hoy os lo dejo pasar. Pero los actores no pueden estar doce horas en el tajo como ha sucedido hoy. Que no se repita. El cine no tiene carta blanca.
Aub le da la mano y lo despide sin responderle. “Será cretino” piensa para sus adentros cuando ve su quijotesco cuerpo saliendo hacia la oscuridad. Lepiani, que así se llama el arrogante asistente, fue recomendado por Mantilla[vii], que a su vez fue impuesto por el Ministerio, con el ánimo de doblar con españoles todos los posibles puestos ocupados por franceses, y a la vez cuidar por la ortodoxia de los planteamientos.
Lo comentará de camino al hotel con Elvira Farreras que le acompaña para después coger un tranvía hasta el Putxet donde vive. A ella tampoco le cae bien el claqueta cenizo, quien escudado en su posición en el sindicato de espectáculos, presume de haber participado en numerosos rodajes, cuando en realidad han sido solo unos pocos documentales.
—Más contratiempos —comenta ella. ¿Ha visto La Vanguardia de ayer[viii]? Van a restringir más el consumo de gasolina. Y precisamente ahora que se está preparando el rodaje en Tarragona y Cervera. ¿Podremos? Mi hermano está en Tarragona, ¡cómo me gustaría verle![ix]
Aub se encoge de hombros.
—¿Quién lo sabe? Desde luego, Tarragona es la prioridad, y si vamos, cuenta con venir con nosotros. Luego, Cervera no solo dependerá de la gasolina, también de la situación en el frente. Lo del Ebro parece estancado. Y si los fascistas se deciden a romper por el Segre… No sé, lo veo difícil. ¿Sabes qué, Elvira? Yo, de momento, con acabar la dichosa droguería y a ser posible la calle Santa Ana, me doy con un canto en los dientes. Y todo ello si hay película, que esa es otra. Para colmo, el sábado se quemó el almacén de la casa Diamante, en la calle Bailén[x]. Miles de metros de película a tomar viento.
El hecho de que se realce la característica de inflamable piensa Aub y todo el equipo, dificultará aún más el envío por avión. Por su parte, Malraux ha reclamado pagos atrasados a Economía. También se organizan colectas en París cuyos fondos irán directamente a Tual. De todas las dificultades que van surgiendo, la falta de material fílmico es la peor. Habrá una reunión con Sánchez Arcas, el subsecretario

de Propaganda, para activar los pagos prometidos. Pero no es la falta de dinero, con ser grave, sino la diversidad de material utilizado y, por encima de todo, los retrasos en los envíos a y desde París. Todo ello pone en riesgo la obtención de una película con un mínimo de calidad que pueda ser exhibida dignamente en los cines norteamericanos, posibilidad contemplada al inicio del rodaje[xi]. El sueño de Malraux de rodar una versión americana va quedando en el limbo, después de que ya haya sido excluida la francesa por imposición del gobierno español que la patrocinaba, y también por falta de divisas disponibles. Pero incluso el rodaje en España se hace imposible al haber de comprar la película virgen en París. Las continuas llamadas telefónicas a Francia causarán incluso una advertencia al Comissariat de Propaganda por parte de la Presidencia del Gobierno por su elevado coste.
SABER +:
Mayo 1938: Max Aub se une al grupo.
NOTAS:
[i] Se nombrará como “Secuencia XXIVbis”, en el guión publicado por Gallimard (que sigue lo que se ve en pantalla). No aparece ni en el guion mecanografiado, ni en los publicados basados en ellos (Era, Filmoteca Valenciana, Cahiers du cinéma)..
[ii] Andrés García Calle | Real Academia de la Historia (rah.es). O Lacalle según las fuentes (en SALAS, Ramon (1973). Historia del Ejército Popular de la República. II. Páginas1502-3.
[iii] MALRAUX, André. (1968) Sierra de Teruel. México, Ed. Era. Página 97.
[iv] MARION, Denis (1970). André Malraux. Paris, Seghers-Cinéma d’aujourd’hui. Página 21.
[v] La Vanguardia, 30.8.1938. Página 3.
[vi] MARION (1996): 64.
[vii] MARION, Denis (1996) Le cinema selon André Malraux. Paris, Petite bibliothèque des Cahiers du Cinéma. Página 64.
[viii] La Vanguardia. Martes 23.8.1939. Página 8. “Artículo 1º: Para poder adquirir carburantes y lubricantes auto serà preciso que se provean previamente de una libreta de autorización expedida por la Presidencia del Gobierno”
[ix] “Testimonios” en Sierra de Teruel, 50 años de esperanza. Archivos de la Filmoteca, Año I, nº 3. Valencia, Filmoteca de la Generalitat Valenciana. Página 290.
[x] La Vanguardia, 21.8.1938 Página 15.
[xi] En carta de 22.7.1938, lo indica Malraux a Sánchez Arcas: “Las sociedades americanas han aceptado substituir el film francés por el español, pero podemos ser llevados a aunar todos nuestros esfuerzos (por razón de oportunidad política) para ganar tiempo e intentar substituir en todas las sales americanes la película española con subtítulos en inglés, a la película americana no terminada todavía”. (Fondo Max Aub. Institut Valencià de Cultura).