Este libro te hace preguntarte por qué no ha tenido más seguidores. No se trata solo de la historia de un rodaje. A través de la historia de Sierra de Teruel, la película cuya producción se interrumpió varias veces, retrata las divisiones que sacudieron a España en 1938. Primero vemos la diferencia de perspectiva entre André Malraux (un cineasta aficionado) y Max Aub (un cineasta consagrado). André Malraux concibió su película, basada en el episodio de La esperanza titulado «Sang de gauche», con todo el exceso que lo habitaba cuando comenzó a crear la novela. Mientras que Max Aub, quien ha de asegurar el flujo material del rodaje, sabe lo que se puede lograr en tiempos de guerra y escasez. Desde las primeras páginas del libro, los personajes están definidos: André, blandiendo sus exigencias, Max, intentando imponer límites, cada uno anticipando las reacciones del otro. «André Malraux sabía que su amigo frunciría el ceño y lo escucharía atentamente». Pero él lo escucharía con recelo. Porque André era «un vendedor nato. Un vendedor de mitos, ilusiones, esperanzas, de sí mismo, a quienes las necesitaban. El precio: la financiación de sus sueños, siempre altos, siempre caros. Su misma inmensidad los hacía creíbles».
Max Aub es consciente de que no habrá escapatoria, de que André logrará «engañarlo» (usa la palabra) y de que acabará diciendo que sí. Así como ve los problemas que se creará. Pero él será el cineasta español que hará avanzar la película, el doble de André Malraux, en cierto modo, en suelo ibérico.
El tema central de la película lo proporciona el personaje del joven Agustín, criado en una familia conservadora. Se plantea preguntas. En julio de 1936, su padre le había prohibido salir de casa, y él no se había atrevido a romper la prohibición. Se culpaba y se culparía durante años. Sobre todo porque se enamora de Clara, una joven anarquista muy comprometida. El padre de Agustín, un hombre rico y poderoso, intervendrá para evitar que su hijo, reclutado en el ejército, fuera enviado a los frentes más peligrosos. Así, el joven conseguirá un puesto en una embajada. Por su parte, Clara, reclutada por Max Aub, se convertía en mecanógrafa de Sierra de Teruel. Para no separarse demasiado de su amante, contrata también a Agustín (como un carpintero talentoso) para reparar una plataforma de madera, esencial para la obra planeada. Pero el rodaje no será un paseo.
Antoni Cistero retrata con maestría los enfrentamientos, a veces sordos, a veces violentos, entre los diversos protagonistas, los que simpatizaban con el franquismo y los que se oponían a él. Los personajes del libro están presentes: sindicalistas, activistas políticos, intelectuales, etc. Como sabemos, por razones de seguridad, el rodaje comienza en España, pero debe continuar en Francia. Por ello, Agustín quiere ir a París a buscar a Clara. Consigue un puesto en la embajada española en Francia, pero a cambio se le ordena proporcionar información sobre los antifascistas a los falangistas, a los alemanes y a los enemigos de la resistencia.
Insultos, denuncias y traiciones están a la orden del día. Y como dice uno de los héroes de la novela: «Al paso que van las cosas, acabaremos denunciándonos nosotros mismos».
Clara es arrestada. Agustín logra salvar las bobinas de Sierra de Teruel, mientras que los fascistas queman las demás copias. Se entera de que Clara está embarazada (de él) y consigue verla. Sin saber que es la última vez. Nunca más se verán. En la ficción, será su hija, Esperanza, quien le contará toda esta historia a Antoni Cistero. Una anciana a quien su madre (Clara) le habló tanto de este amor, vivido en un contexto tan trágico, que puede contarlo como si lo hubiera presenciado.
Antoni Cistero nos sumerge brillantemente en lo que erróneamente llamamos la pequeña historia (que también nos cuenta la grande). Su libro es una lectura fascinante. Gracias al autor por preservar todos estos momentos que permitieron que esta «Sangre de la Izquierda» volviera a existir: «Una película: rollos de celuloide contra cañones, imágenes contra proyectiles», dijo Max Aub. Una película que perdura, que revela a todos aquellos que no nacieron durante aquellos años terribles la grandeza de los republicanos, los anarquistas, los comunistas. Nos hace experimentar esta lucha despiadada entre quienes a veces lucharon casi con las manos vacías y quienes recibieron el apoyo de los alemanes, los seguidores de Pétain y otros partidarios de Mussolini.
Un libro fascinante y además, sin que ello lo desmerezca, útil.
Janine Mossuz-Lavau (Sciences Pro-CNRS, París)