3. PREPARANDO EL RODAJE (MARZO-JUNIO 1938)
ÌNDICE:
3.1. ESPAÑA NECESITA UNA PELÍCULA. Paris, marzo 1938. 1
3.2. MAYO 1938 – Max Aub se une al grupo. 9
3.3. JUNIO 1938 -Boris Peskine. 15
3.1. ESPAÑA NECESITA UNA PELÍCULA. Paris, marzo 1938.
Marzo lluvioso en París. A través del vaho de las ventanas de La Closerie des Lilas, imágenes de paraguas y gente corriendo; gotas resbalando por el cristal. Dos hombres sentados frente a frente se giran al unísono al ruido de su vecino que abre ostentosamente Le Figaro del jueves 17 de marzo de 1938. En primera página, dos titulares: “El ejército del general Aranda sigue su avance. Conquistados 7.000 km2 en ocho días”, y al lado las declaraciones de Chamberlain en la Cámara de los Comunes: “Inglaterra no tiene la intención de pillarse los dedos en España”.
Se miran. André Malraux hace el gesto de levantarse, que Eduard Corniglion-Molinier frena cogiéndole del antebrazo.
—Una noticia más —dice—. Las derechas lo hinchan todo.
—Es por esta razón que es más necesario que nunca avanzar en nuestro proyecto.
Días antes, en unas declaraciones a la prensa estadounidense, Eduard Corniglion-Molinier, productor cinematográfico y aviador, ha informado de la creación de la productora Interallied Films, con un socio americano: John Otterson. Explica que tienen la intención de llevar a la pantalla diversas obras de André Malraux, su compañero de mesa. Entre ellas L’espoir y La condition humaine, e incluso Le temps du mépris[i]. Además, ha detallado que no será en Hollywood, sino en Nueva York. Ha añadido que piensa alternar dicha actividad con la producción en Francia de dos o tres películas anuales a través de la sociedad de producción cinematográfica que ha constituido con el matrimonio Tual[ii]. Sin embargo…
—Hoy por hoy no puedo prometerte nada. Sí, lo dije, pero el proyecto aún está verde. Además, mi Mullenard[iii] no ha funcionado como esperaba, y Drôle de drame aún menos. No pinta bien, creo que no se entiende este tipo de humor. Denise Tual está muy decepcionada. Cuando leyó His first Offense[iv], vino a verme enseguida, creía que sería un éxito, pero ya ves, una historia de humor negro sobre un arzobispo extravagante… No ha gustado a nadie[v]. ¡Con razón Gaumont no quería distribuirla! Solo el prestigio de Saint-Exupéry y el ofrecerles Courrier du Sud hizo que lo aceptaran. ¡Pero qué poco interés ha puesto en promocionarla! Las presenté en América, pero ellos están en otra onda. Y aquí no están los tiempos para fantasías. Hay tanta tensión en las calles.
El flequillo de Malraux se agita, como queriendo ahuyentar los malos presagios.
—Pero España lo necesita. Y yo también.
Los adelantos que Gallimard le ha dado por L’espoir se están acabando. ¡Ahora o nunca! Lebrun ha vuelto a llamar a Blum a la presidencia del Consejo, quién sabe para cuánto tiempo. Un paréntesis izquierdista en una marea derechista que va avanzando. La crisis económica no ceja y en la calle hay inquietud y disturbios.
—Crees que el gobierno francés…
—Lo dudo. Y más tratándose de un proyecto en pro de la República española. No quieren significarse.
—En cualquier caso, Eduard, tú sí puedes ayudarme en agrupar un equipo técnico solvente, ¿verdad? Yo, ya sabes, estuve con Eisenstein, me gusta el cine, pero no me he relacionado lo suficiente con este mundillo.
Traen dos sole meunière. Malraux escancia Puilly-fumé en las dos copas.
—¿Tienes claro el guion?
—No, aún no, pero sí muchos apuntes. La historia de mi escuadrilla daría para varias películas. Muchos fragmentos que ya incluí en L’espoir podrán servir. Seguro que habrá el bombardeo de un campo de aviación enemigo, la lucha aérea, la caída de un aparato y los campesinos que van a recoger a los heridos[vi]. En casa tengo ya algo escrito. Pero desde luego, necesitaré un guionista profesional para los detalles.
—¿Has hablado con Prévert? En Drôle de drame hizo una gran labor, en especial con los diálogos[vii].
—Pregunté por él en el PCF, pero no me dieron gran información. Desde que se disolvió el grupo Octubre[viii] me dicen que no saben de él.
—Toma. Llámale a este número.
Corniglion lo escribe en una servilleta que entrega a André. Luego encara el pescado. Con la boca llena, levanta la cabeza y señala con el tenedor. Una vez engullido el bocado, indica:
—Para la parte española, quizá te serviría Corpus Barga. Y para la música, podrías probar con Darius Milhaud, su Le bœuf sur le toit es genial y en Mollenard colaboró eficazmente. Le conozco, podría hablar con él.
—Yo había pensado en Gossec. Su inicio del Réquiem, con aquellos golpes de bombo como cañonazos… Ya veremos. Tenemos que ir pensando en ello. Producción, fotografía, guion… Quiero los mejores.
—Pero habrá que pagarlos. Veamos que podemos hacer, con qué podemos contar, y luego nos ponemos a ello. No nos faltarán buenos profesionales. La filmarías en Francia, supongo, ¿no?
—Esa es la intención. También pediré ayuda al embajador Ossorio. Pero no podemos perder tiempo. Cada día que pasa los fascistas ganan territorio. Y además, en Estados Unidos va creciendo la opinión de que deberían autorizar la venta de armas a España. Es el momento de dar un empujón a la gente para que presione ¿Imaginas una película que agitara a la opinión pública? Cuando estuve en Hollywood… Ya sé que Roosevelt vio Tierra de España, y en cambio a mí no me recibió. Pero también sé que la obra de Ivers es más un reportaje que una obra de creación. Yo pondré a la gente de izquierdas de América en pie.
La conversación sigue al hilo de los recuerdos, entrelazando anécdotas de las estancias de ambos comensales que, con un año de diferencia, habían visitado los Estados Unidos, regresando casualmente en el mismo barco, del que comentan las comodidades y la gastronomía. América, 1800 salas, millones de espectadores… El senador Nye presentando una enmienda a la Neutrality Act[ix] que impide vender suministros a los países en guerra. Hay que demostrar que se trata de la defensa de la legalidad apoyada por la gran mayoría de la población, y para eso nada mejor que tocar la fibra sensible de millones de americanos.
Sí, hacer una película. Pero ¿con quién? La mayoría de los contactos de ambos tienen una relación más o menos estrecha con el Partido Comunista Francés, que está padeciendo un férreo aislamiento por parte de las otras fuerzas políticas. Aunque Blum, más a la izquierda que Chautemps, más favorable a ayudar a la República española, haya vuelto a presidir el gobierno, el Frente Popular hace aguas por todas partes.
Quedan en verse de nuevo en dos o tres semanas para poner en común los avances en el proyecto de una película basada en la novela L’espoir.
Lo hacen el 7 de abril, el mismo día en que Léon Blum presenta su dimisión al ver rehusados sus proyectos de control financiero y de cambios, así como de apoyo a la industria armamentística. Han pasado solo tres semanas desde que regresó a la presidencia. Su sucesor, Édouard Daladier, revertirá los avances sociales conseguidos por el Frente Popular y ello acarreará malestar en la población y huelgas en muchos sectores.
Esta vez son tres. André Malraux ha traído al belga Marcel Defosse[x], conocido como Denis Marion, de cuya amistad se enorgullece, desde que diez años antes había publicado críticas elogiosas sobre su novela Les conquerants. La relación se ha reafirmado desde los días del II Congreso de Escritores en defensa de la cultura, en Valencia y Madrid, en el que ambos participaron. Marion saluda a Corniglion, a quién conoce de otros encuentros.
—Bonnet no permitirá que nos den un franco. Lo he percibido en todas las puertas a las que he llamado.
George Bonnet, ministro de Finanzas, que a partir de entonces asumirá el Ministerio de Asuntos Exteriores, es partidario de la No Intervención y del apaciguamiento con Hitler en sintonía con el primer ministro británico Chamberlain.
Corniglion-Molinier, que asume ya el papel de productor, quiere evitar la deriva pesimista que puede dar al traste con el proyecto, y con el dinero que ya asume que deberá arriesgar.
—Bueno: ¿Qué tenemos hasta ahora?
Se sientan en un rincón de Chez Allard[xi], modesto bistró del distrito V con excelente comida. Malraux no puede esperar ni al kirr que acaban de pedir:
—Tengo casi todo el equipo pergeñado. Prévert no podía ocuparse del guion pero me recomendó a Page para la fotografía. Éste no solo aceptó, sino que propuso a su esposa Paule como script. Prévert me dijo que en Quai de brumes, que está a punto de estrenarse, ha hecho un trabajo relevante.
—Sí, es un gran profesional. Hace unos años ya participó como cámara en La kermese heroica de Feyder. ¡Qué película! —añade Marion, que la ha visto en Bélgica. Podría traer también a André Thomas que le acompañó en ella.
—Ya me lo ha sugerido. Por mí bien, pero depende del presupuesto.
Corniglion-Molinier tuerce el gesto. No puede, ni quiere, asumir más riesgos económicos que los que, a buen seguro, directa o indirectamente, la aventura le acarreará. Malraux sigue:
—Aquí tengo ya una primera versión del guion. A partir de ahí, será fácil desarrollar el conjunto. He pensado que podríamos titular la película “Sang de gauche”.
Ante el gesto interrogante de los otros dos, añade:
—Es un pequeño episodio de mi novela —saca un ejemplar de Gallimard de una cartera de mano que ha traído consigo, busca un punto marcado y lee[xii]:
Quand Lopez sortit de la Jefatura, des enfants revenait de l’école, cartable sous le bras. Il marchait, bras en ailes de moulin et regard perdu, et faillit marche dans une flaque noire : un anarchiste l’écarta, comme si Lopez eut failli écraser un animal blessé :
—Prends garde, vieux, dit-il. Et, respectueusement : « Sang de gauche ».
Corniglion, aprieta los labios:
—Muy tétrico. ¿Crees que puede tener gancho en Estados Unidos?, para mí que ni en Francia, con lo que está pasando…
—Sí —añade Marion—, por lo que me has contado, no dejará de ser una película bélica, con sangre, claro, pero también con esperanza en la victoria.
Malraux se calla que tiempo atrás, aún a bordo del Normandie de regreso de Estados Unidos, había pensado titular su película Canto fúnebre por los muertos de la guerra de España. Descartado definitivamente.
—¿Espoir? —interviene de nuevo Corniglion, apuntando el nombre que tendrá la película seis años después.
—No, Espoir no. Demasiado parecido a la novela. Crearía confusión, ya que no es una transposición del libro a la pantalla. Si acaso una referencia a la batalla que se narra. Sierra de Teruel estaría bien. De todas formas, tenemos tiempo para decidirlo.
—Bueno, sigamos. ¿Qué nos falta?
—Los actores. Aunque mi intención es coger gente corriente, necesitaré algunos profesionales que sostengan el relato. Había pensado en Von Stronheim. Estaba genial en La gran ilusión[xiii]
—Pero es muy mayor. Y caro. Es una estrella, ha trabajado en Hollywood. Tiene más de cincuenta años. ¿En qué papel te lo imaginas? —apunta Corniglion.
—Yo lo veo como un piloto alemán que se integra en la escuadrilla, que prueba de pilotar y fracasa pasando a combatir como ametrallador, y que fallece en el lance[xiv]. Su actitud de ayudar en lo que sea conmoverá al público. No tenía ningún alemán en la escuadrilla, pero dará idea de la variedad de sus integrantes.
Con un gesto de incredulidad que Marion ve con desagrado, Corniglion sigue su encuesta:
—¿Y quién más?
—Pierre Larquey, en el papel del comandante de la escuadrilla: Magnin.
—Este sería más asequible. Aunque también tiene cierta edad. Hace años tuvo cierto renombre en el teatro de variedades.
Malraux corta por lo sano. Calla, enciende un pitillo, los mira. El camarero duda si puede retirarles los platos, optando por quedarse de pie.
—Nos vamos a España. ¡Ya!
Corniglion y Marion se miran estupefactos. Malraux sigue:
—Será un arma propagandística de primera magnitud. El cine genera emociones, mitos, empuja a la gente a tomar partido. Cuando salen de una sala, surgen de la oscuridad con un semblante distinto, con una mirada influida por lo que acaban de ver. Vamos a difundir mi película en Estados Unidos, sí, pero también en Francia, esa Francia que acaba de deshacerse de Blum, y por qué no, en Inglaterra —mira a Corniglion—, o en Bélgica —girándose hacia Marion. La República podrá pagarlo. Solo hay que pedirlo. Tengo con que apoyar mi petición —apunta con un guiño de misterio—. Cuando sepamos con qué contamos, cerraremos el capítulo de actores.
El aviador y productor cinematográfico anuncia:
—Tengo otra sorpresa: los estudios Pathé. He hablado con Denise, Denise Tual, colaboradora en mi productora. Nos ayudará en todo. Su marido Roland, dice que puedo contar con su equipo técnico[xv].
Corniglion, a quién la idea de la financiación española le ha aliviado algo, intenta frenar, sin éxito, el empuje de su amigo:
—¿Pathé? ¿Con lo que está pasando? Tual ha hecho algo en mi Mollenard, pero los operarios, no sé, no sé. ¿Has pensado en Roland, tu hermano? Trabajó como asistente de Allegret en Lac de dames, no hace tanto.
—No hablemos de la familia. Es muy joven todavía[xvi]. Sí, y lo de Pathé ya sé por lo que han pasado[xvii]. Pero han levantado la quiebra. Natan no levantará cabeza, y encima es judío, pero Tual tiene una serie de compañeros del partido que le ayudarán, nos ayudarán, en todo lo que puedan. Mañana mismo pido una audiencia con Álvarez del Vayo en Barcelona. Y si puedo, con Azaña o Negrín. Recordará Denis, con que calor y empatía nos acogió Vayo en Valencia, cuando vino a inaugurar el congreso, aunque Azaña nos menospreciara. No nos puede fallar.
La comida sigue con efluvios de fantasía por parte de Marion y Malraux, moderados con cierta prudencia por parte de Corniglion. A la salida, la primavera empieza a verdear los árboles de la calle Saint André des Arts.
André Malraux seguirá construyendo el guion, añadiendo alguna escena fruto de su experiencia en España, algunas ya incluidas en L’espoir. Sin embargo, se dará cuenta de su déficit técnico y buscará un colaborador de prestigio contactando con Boris Peskine[xviii], judío nacido en San Petersburgo y nacionalizado francés, con experiencia en documentales. Además és amigo de Page. Malraux ha visto un reportaje suyo sobre los ferrocarriles franceses que le ha entusiasmado[xix]. Este aceptará en principio, a la espera de conocer sus emolumentos, cosa que por el momento André no puede garantizar.
Acaba abril cuando André telefonea a Corniglion-Molinier.
—Por fin nos vamos a España. Álvarez de Vayo nos recibe el 16, en cuanto regrese de un viaje a Ginebra. No podrán negarse. Les llevo una fortuna. No podrán negarse. Caerá por su propio peso que una pequeña parte se dedique a la tan necesaria propaganda.
Como carta de presentación, Malraux ha recogido de diversas organizaciones el importe de donativos de apoyo a la República provenientes de humildes colectas populares o de generosos donantes, como la del escritor alemán Emil Ludwig de medio millón de pesetas[xx].
Aquella misma tarde se desplaza a Joinville-le-pont para ver a Roland Tual, director adjunto de los Estudios Pathé.
La recepcionista le ha mirado extrañada. Malraux es considerado un peligroso izquierdista y los gestores que han asumido la dirección del centro después de la quiebra atribuida al anterior presidente son muy reacios a cualquier relación de la empresa con gente considerada partidaria del Partido Comunista o cercana a él, como lo es Malraux.
—Me ha de ayudar a preparar el expediente para Álvarez del Vayo. No podemos fallar. Hasta Negrín estará a favor de ayudarnos en la película, pero debemos ganárnoslo. Yo sé lo que quiero, pero le necesito para darle un aire técnico que les impresione. Y solo tenemos dos semanas.
3.2. MAYO 1938 – Max Aub se une al grupo.
Tres personas miran al cielo en el reducido campo de aviación Latécoère, en el Prat de Llobregat. Están inquietos. Es el mediodía del viernes 13 de mayo. No saben si van a poder comer algo antes de que
llegue la avioneta que esperan. A media mañana ha habido un combate aéreo que quizá la haya obligado a retroceder. Hace una hora que esperan. Luego se sabrá que en el puerto, a pesar de la intensa defensa antiaérea, ha sido bombardeado el Ciudad de Sevilla que ha resultado con la cubierta hundida. Ha habido víctimas[xxi]. Afortunadamente, en parte por el mal tiempo reinante, no habrá más ataques hasta el día 28, aunque sí numerosos intentos que causaran alarmas frecuentes.
Por fin llega[xxii]. De ella bajan André Malraux y su amigo Édouard Corniglion-Molinier que es quién ha pilotado. Se saludan. Uno de los que esperaban le indica un coche lujoso frente a la puerta del recinto. Los otros se hacen cargo de dos pesadas maletas que han sacado de la avioneta. Suben y parten raudos hacia Barcelona. No han podido comer, les esperan en Hacienda, donde le recibirá Méndez Aspe, ministro desde el mes anterior, quién le transmitirá el agradecimiento e interés por sus actividades por parte de Negrín, aún en Ginebra.
Cansado, al entrar en el hotel para darse una ducha y cenar, André se encuentra con Jaime Met Miravitlles, el comisario de Propaganda de la Generalitat de Cataluña. Se conocen desde que, al principio
de la contienda, el francés le visitó en su despacho del Comité de Milicias, del que el catalán era secretario[xxiii].
—Hola, que tal el viaje, tengo mesa en La Puñalada, vamos a cenar y podremos charlar.
Lo dice así, sin solución de continuidad, aun con la mano de Malraux sujeta por el saludo. Al ver la cara de este, añade:
—Es aquí mismo, muy cerca. Y se come bien. Hablaremos de cine.
Miravitlles esperaba la visita de un escritor de renombre, al que admira sin ambages[xxiv]. Lo ha comentado en Laya Films, la productora de la Generalitat que depende del Comissariat de Propaganda. También con los colegas de Film Popular, con el que intercambian reportajes, imágenes de archivo y material de rodaje, y que le han ofrecido acogerlo en sus instalaciones para ponerle al día de los reportajes que están produciendo.
Durante la cena, la conversación se centra en el tema del cine. Laya Films, que dirige Miravitlles, tiene una actividad frenética, de la que el catalán quiere dejar constancia. Malraux y Corniglion escuchan con atención el perfecto francés de Met Miravitlles. De vez en cuando se miran, las referencias al material, a las instalaciones, al personal especializado de Laya Films les abre un mundo de posibilidades, pero mantienen el proyecto en el plano confidencial, a la espera de los fondos que pueda otorgar la República en la reunión que tenga André con Álvarez del Vayo y Negrín. Les han hablado de las rencillas, las desconfianzas entre ambas administraciones.
Miravitlles, quiere dejar claro que el apoyo de la Generalitat será amplio, generoso… en lo que puedan. Dinero no, pero coches, locales:
—Mañana, en cuanto puedas, te enseño las instalaciones del Comissariat. Ya verás. Te podrás instalar allí para lo que tengas que hacer en Cataluña.
—Seguro que nos irá muy bien, aunque la intención es rodar lo más que pueda en Francia. Con la guerra, los bombardeos y las dificultades que pone mi país en la frontera, será lo más prudente. Pero seguro que algunas tomas se deberán hacer aquí. Muchas gracias. A ver que dicen las autoridades españolas.
—La situación es difícil, pero les has de convencer de la necesidad de una propaganda de calidad, exportable al mundo entero. Y solo tu puedes hacerlo.
El sábado 14, la prensa informa de la llegada del escritor francés, portador de un donativo para la República de 7.000.000 de francos, de los cuales 500.000 han sido dados por el famoso escritor alemán Emil Ludwig[xxv]. Añaden que tiene la intención de rodar una película sobre la guerra. Mientras La Publicitat informará de que algunas escenas se rodarán en España[xxvi], El Diluvio afirma que se rodará íntegramente en Francia[xxvii].
En el hotel, un representante del ministerio de Estado, le entrega un ejemplar de El Diluvio. En primera página, los ecos de la intervención de Álvarez del Vayo[xxviii] en la Sociedad de Naciones. Amablemente, le traduce como, de forma elogiosa, destaca el esfuerzo del ministro en poner de relieve la injusticia de la No Intervención, los incumplimientos de Alemania e Italia, intentando focalizar la atención de los asistentes, pero es un tema que en general incomoda a los participantes. De hecho, desde el inicio de la sesión el tema predominante ha sido el contencioso de Italia con Etiopía. Ha insistido: “No se trata de una guerra civil, sino de una guerra de invasión… Si no se presta atención a nuestras reivindicaciones y quejas, la responsabilidad será de los iniciadores de la idea (de la no-intervención): Francia e Inglaterra”[xxix]. En pocos días, el discurso será editado en múltiples idiomas por el Rassemblement pour la paix. Sin embargo, a pesar de haberse incluso proyectado un documental donde se mostraban prisioneros alemanes e italianos como muestra del incumplimiento de la No Intervención[xxx]. Sin embargo, el resultado será decepcionante, con una votación que obtiene a favor solo los votos de la URSS y México, cuatro en contra (Inglaterra, Francia, Polonia y Rumania) y nueve abstenciones (China, Ecuador, Perú, Irán, Suecia, Letonia, Nueva Zelanda, Bélgica y Bolivia)[xxxi]. Abstenciones, ha añadido el político, de claro corte cínico.
Malraux, con su precario conocimiento del idioma español, intenta sacar algunas ideas que puedan servirle para la reunión que tendrá el lunes con el mandatario. Lee la crónica de Andrée de Viollis en Ce soir. Le traen un ejemplar del día 13[xxxii], donde la periodista trata de patética la intervención de Álvarez del Vayo, en una sesión que también se pusieron sobre la mesa las agresiones de Etiopia por parte de Italia y de China por parte de Japón. Condenas formales sin ninguna repercusión en la política invasora de los totalitarismos.
El encuentro en el que Malraux conseguirá el apoyo de la República para su nuevo proyecto cinematográfico tendrá lugar la mañana del lunes 16 de mayo[xxxiii]. Con su verbo torrencial, Malraux expondrá sus proyectos, el apoyo que espera encontrar en los Estados Unidos, donde le han prometido 1800 salas de cine, y cuyo acceso facilitará la proyectada empresa de Corniglion-Moliner. Le escuchan con cortesía pero mirando el reloj. El presidente del Consejo, el sábado anterior, durante la reunión de la Diputación permanente, ha expuesto lo sucedido en Ginebra, un éxito en su parecer. Azaña escribirá en sus memorias: “Negrín expuso la situación: Ha mejorado lo militar y lo internacional. Lo de Ginebra ha sido un triunfo. Pero las dificultades crecen en los abastos, por falta de divisas; créditos bloqueados o en litigio. Pero también se arreglará”[xxxiv].
Precisamente el asunto de las divisas es el escollo más importante. Álvarez del Vayo ha cortado por lo sano. Os ayudaremos en todo lo que podamos —ha dicho—. Pero solo mediante pesetas, no divisas. Equipo también, un coche, un camión, alojamiento, mantenimiento… pero no divisas. España está en un momento crítico. Lo hemos analizado con detenimiento con Méndez Aspe. No hay divisas. A lo que Malraux objeta:
—Pero ya tenemos medio apalabrado un equipo técnico de primera fila: Page, Marion, Thomas, incluso Peskine está planteándose unirse a nosotros para el guion técnico. ¿Cómo les pagaremos? ¿Y los francos que entregué ayer?
—Gracias, muchas gracias por su esfuerzo. Pero hay bloqueos por todas partes, empezando por su país —Malraux agita su flequillo, inquieto. No esperaba esta puya—. Sánchez Arcas, el subsecretario de Propaganda tiene ya las instrucciones. No hay que perder tiempo, pero no hay más madera que la que arde.
Ya le habían dado su apoyo en los primeros balbuceos del proyecto, durante el II Congreso Internacional de escritores; sabían de su viaje a los Estados Unidos; estaban convencidos de que su película superaría en mucho Tierra de España de Ivers y Hemingway, pero no había divisas.
El regateo continuará a mediodía en el Ministerio de Instrucción Pública. Atendidos por el subsecretario de Propaganda, el arquitecto madrileño Manuel Sánchez Arcas, amigo de Picasso y Alberti, finalmente, acuerdan que la ayuda de la República para el proyecto de una película será de 100.000 francos y 750.000 pesetas[xxxv]. Ya al final, una recomendación de este que resultará decisiva: ¿Por qué no se pasa por el secretariado del Consejo General del Teatro? Encontrará a Max Aub, que seguro le puede ser de gran ayuda en el reclutamiento de actores españoles. Es un hombre entusiasta y trabajador. Puede confiar en él. Y se despiden deseándose lo mejor.
Malraux va de inmediato a buscar al que será su colaborador más estrecho en el rodaje y, desde ahora, amigo personal de por vida. Lo recuerda de los primeros días de la guerra, en Madrid, y también de haberlo saludado en Valencia, el año anterior a raíz de un congreso[xxxvi]. Pero Aub no está. El día anterior ha estado muy ocupado en la inauguración del Hogar del Actor Catalán[xxxvii], a la que habían asistido el ministro de Trabajo, Aiguadé, y muchas otras personalidades, tanto del gobierno de la República como de la Generalitat, así como multitud de actores y actrices, bien conocidos de Aub. Este no aparecerá en todo el día por su oficina, atando flecos y compromisos surgidos en las conversaciones durante dicha ceremonia.
Ya en el hotel, durante un breve refrigerio, Malraux y Corniglion-Molinier hacen balance de lo conseguido, y lo que queda por atar. Desde luego, no podrán contratar ningún actor que no sea español. No solo eso, Sánchez Arcas ha dejado claro que será preciso contratar el máximo personal español, no solo los actores sino también los técnicos, tener un representante sindical y otras imposiciones que a buen seguro dificultarán el avance de la película. También va quedando claro que habrá que rodar la totalidad de la película en España, ¡a saber dónde! Franco avanza y no se detendrá. Los 13 puntos de Negrín son razonables[xxxviii], pero los fascistas lo tomarán como una señal de agotamiento. Debemos darnos prisa, acuerdan los dos amigos. Ya con el capítulo económico encarrilado, Édouard partirá al día siguiente hacia París en su avioneta.
Otro problema añadido va aflorando: Desde que el gobierno de la República decidió trasladarse de Valencia a Barcelona, a finales de octubre de 1937, los roces con el gobierno catalán han sido constantes. Si por una parte se desconfia de la fidelidad de Companys y la Generalitat ante una situación bélica cada vez más difícil, ésta recrimina a la República, en especial a Negrín, su arrogancia y su asunción de responsabilidades que hasta entonces le habían correspondido. Dicha pugna perjudicará el rodaje de la película, dificultando a su equipo saber a qué administración acudir en petición de material o financiación[xxxix]. Más aún cuando dimitan los ministros Aiguadé y el vasco Irujo, en los días en que se iniciará la filmación.
Después les han venido a buscar dos representantes de Film Popular. Esta sociedad había tomado el relevo de la Cooperativa Obrera Cinematográfica, y aunque podía considerarse la portavoz de los comunistas PCE y PSUC, así como de su sindicato UGT, amplió su actividad cooperando con otros organismos de difusión y propaganda, como decía su lanzamiento publicitario: “Firma comercial antifascista, al servicio de la República”, que aspiraba a la convergencia de las distintas prácticas cinematográficas, como la producción y la distribución[xl]. Miravitlles les había hablado del proyecto de Malraux unos días antes. Comentan el último número de su boletín, comparando el coste de La Marsellesa de Jean Renoir (10 millones de francos) con lo otorgado por la República a Malraux.
Sentados en la sala de proyecciones, la sesión se ha iniciado con La mujer en la guerra, documental de seis minutos dirigido por Mauricio Sollin en 1937 y el documental sobre el Pabellón de España en la Exposición de París, en la que se pueden ver distintas personalidades, lo que no merece la atención de Malraux. A petición suya, pasan a proyectarle numerosos informativos de España al día[xli], entre los que el francés puede ver algún plano que quizá pueda servirle luego en el montaje de Sierra de Teruel. También merece su atención el documental La conquista de Teruel, dirigido por Julián de la Flor y producido por la 46 División de El Campesino. En la oscuridad de la sala, alumbrado por el escaso brillo de la pantalla, el escritor toma notas en una libreta: tanques, aviones, movimientos populares… Algunos precarios, otros útiles quizás.
Al día siguiente, temprano, Malraux se presenta de nuevo en las oficinas del Comité Central del Teatro. Al anuncio de la visita, Max Aub le espera ya a la puerta de su despacho. Idas y venidas, desbarajuste, papeles por todas partes[xlii]. Max cierra la puerta.
Un breve preámbulo en el que recuerdan algunos de los momentos pasados juntos, como en Madrid los primeros días de la contienda, o durante el II Congreso Internacional de escritores para la defensa de la cultura (¡Ah, aquella paella en Benicarló![xliii]), de inmediato, el francés va al grano:
—¡Vamos a hacer L’espoir![xliv]
La mirada de estupefacción de Max Aub, que conoce la novela y sabe por la prensa de la visita del francés para hacer una película, es también de defensa ante una intromisión en su vida de la que, intuye que no podría escabullirse.
—Yo puedo dirigir una obra de teatro, es lo que hecho toda mi vida, pero en lo que se refiere al cine, no sé nada de nada.
—Yo tampoco, pero vamos a hacer la película.
Años más tarde, Max Aub reconocerá que en aquel decisivo momento se fraguaba “una gran amistad y admiración por Malraux”[xlv].
SABER +:
MAX AUB Y ANDRÉ MALRAUX, RETRATO DE UNA AMISTAD (Gérard Malgat)
3.3. JUNIO 1938 -Boris Peskine.
—¿Recibieron sus nuevos aviones, no?
—Éramos uno contra ocho.
—Alto, ¡más dramatismo! Santpere, más dramatismo. Es el mensaje clave de toda la película: poner en evidencia la desigualdad respecto del armamento que están recibiendo los rebeldes, frente al bloqueo perpretado contra el gobierno legítimo de España.
Max Aub, dominador como pocos del idioma español, no ha perdido sin embargo su deje francés: grebeldes.
Mejuto[xlvi], que acaba de entrar, le mira con cansancio. Él lo hace bien, y lo sabe. Pero a José Santpere, en su papel de comandante Peña, le cuesta adaptarse al necesario dramatismo, olvidando sus décadas de comediante en el Paralelo.
—Fíjate el periódico de hoy: “Las bombas de los países intervencionistas alcanzan a un vapor holandés”[xlvii]. Pepe, ¿cómo crees que se sentían ayer los pilotos que intentaron repeler el ataque? Y los tripulantes del barco holandés alcanzado por las bombas, ¿eh?
Malraux, en un rincón, lo mira satisfecho. Es consciente de que ha hecho una buena elección. A buen seguro que el otro posible candidato a ayudante de dirección, Corpus Barga, no tendría la misma implicación. Además, dos años antes, en el episodio de compra de aviones[xlviii] ya intuyó una arrogancia que podría dar al traste con el indiscutible liderazgo que necesita, y que Aub, más esforzado que nadie, ni por asomo discutirá
El lunes, día 6 de junio, han empezado los ensayos en una dependencia de Laya Films a falta del permiso para instalarse definitivamente en alguno de los estudios de Montjuich. Un guion aún por redondear y con solo tres de los actores previstos: Mejuto (Severiano Andrés de nombre), Santpere (José) y del Castillo (Miguel), que hoy no ha ido, Respectivamente: Capitán Muñoz, Comandante Peña y Carral, en la película.
Ocupan una reducida estancia. Los actores, aún con el papel mecanografiado la víspera en la mano.
—Volvamos a empezar —gruñe Max.
Malraux mira su reloj; espera a que de nuevo, su asistente interrumpa con algún improperio, se le acerca y le dice:
—Me tengo que ir al aeropuerto. Hoy llega Boris[xlix] y quiero que se sienta bien acogido. Usted siga. Nos vemos en su hotel.
Llegará una hora tarde. En el ministerio le han mandado un coche pequeño, un Ford 6 CV. En el Prat le esperan bajo un árbol, Peskine y Louis Page. Los lleva al hotel Majestic donde se alojarán. Después de comer, se les une Max Aub, acompañado de una bella periodista rusa, Bola, corresponsal de Pravda[l].
Por la tarde visitan el Comissariat de Propaganda. Allí, pueden saludar a las tres secretarias de Producciones Malraux (Marta, Zoé y Elvira). Un futuro colaborador de la película, el cámara Manuel Berenguer irá con ellos al cuarto piso, donde pueden visionar “Batallones de montaña” que él ha realizado[li]. Después, ya de nuevo en el primer piso, les presentan al guionista y director de producción Fernando G. Mantilla[lii], que se incorporará al equipo de rodaje, con el encargo de supervisar la ortodoxia de este según los criterios de la República que es quien financia el proyecto. Él y Piquer, operador, los acompañarán a ver los estudios cinematográficos disponibles en Barcelona. Aunque ya los vieron, quieren reforzar su decisión con la opinión de un técnico reputado. Quizá así, con el apoyo de Mantilla, Max pueda conseguir los permisos requeridos.
Primero visitan los Estudios Lepanto[liii], insonorizados en 1935, pero que consideran excesivamente pequeños. En aquel momento se está rodando allí una película surrealista, con un caballo de cartón que les deja atónitos. A la vuelta, Peskine y Page discuten aparte sobre la conveniencia de meterse en el rodaje de una película en plena guerra civil y con los medios que, a pesar de la grandilocuencia de los españoles, intuyen que serán muy precarios. Quizá para rebajar la tensión, Malraux y Aub llevan a los dos franceses a ver la Sagrada Familia, que Boris Peskine considera: catalana, anarquista, surrealista, aunque también simpática y loca. Han cruzado calles bombardeadas, sacos terreros, entradas a refugios, lo que va asentando la idea del ruso de no quedarse en Barcelona durante el rodaje. Dado su origen, aducirá problemas de pasaporte en Francia. Sin embargo, sigue dubitativo ante la buena retribución prometida y los proyectos de lanzar la película en Estados Unidos que Malraux a expuesto hábilmente durante la cena.
A la noche hay buen ambiente: se reúnen Malraux, Aub, Peskine, Page y la periodista Bola, a los que se les une Pons, un arquitecto que ya había colaborado en la escuadrilla Malraux dos años antes y que ha viajado en el mismo avión.
A la mañana siguiente, 9 de junio, con Mantilla, el equipo va a visitar los estudios Orphea, las instalaciones mayores y mejor dotadas de Barcelona. Su vecindad con el Pueblo español, por donde pasean, les hace imaginar ya exteriores parecidos a Teruel. Malraux ya los ha visto y para él no hay duda, pero quiere que tanto Page como Peskine den su aprobación y lo oiga Mantilla. Todos coinciden en que son los mejores, aunque la insonorización sea muy deficiente.
Comen opíparamente en el hotel antes de ir a ver exteriores. Bola les ha traído caviar, lo que no deja de sorprender en una ciudad en guerra. Luego, en un coche oficial, viajan a Montserrat y Cervera en búsqueda de exteriores. A falta de Teruel, la montaña mágica de los catalanes podrá dar el pego. El coche les deja a orillas del Llobregat, antes de llegar a Monistrol, desde donde cogen el funicular aéreo que les conduce al monasterio. Page lo ha visto al momento:
—La cámara aquí, mirando a la montaña, en la secuencia XXXVI[liv], nos dará la impresión de que el avión se estrella.
A falta del guion técnico que preparará el ruso, todos tienen ya interiorizadas las ideas de Malraux respecto a la película. En el monasterio se están ultimando los preparativos para que sea un hospital[lv]. Aub se abraza con Manolo Altolaguirre, que se ocupa de la magnífica imprenta monacal.
—Pero Max, ¿qué haces tu por aquí?
—Ni te lo imaginas. ¡Preparando una película! Te presento a Louis Page, un fotógrafo de renombre. Estamos buscando exteriores que se parezcan a Teruel. La dirigirá André Malraux, un tipo excepcional.
— Pues yo estoy ultimando el poemario de Emilio Prados para el Ejército del Este. Y preparo otro de César Vallejo. Si todo sale bien, va a incluir un grabado de Picasso firmado por él[lvi].
Altolaguirre a lo suyo, aunque aportará un colaborador que será de utilidad en una de las secuencias, representando a un voluntario árabe. Les dice:
—Por cierto, que hace unos días me encontré en Barcelona con aquel joven que presenté hace años a Cernuda. Serafín[lvii], ¿te acuerdas? Quizá os sea útil para la película. Es guapo, de eso no hay duda, añade con una sonrisa maliciosa[lviii]. También es poeta, y fue amigo de Federico.
El comisario de la Generalitat al cargo del cenobio, Carlos Gerhard[lix], entretanto, está enseñando a Malraux los espacios donde podrían alojarse los equipos de rodaje en el caso de que se filmara en la montaña. Peskine, ensimismado con los incunables de la biblioteca, intenta aislarse en sus pensamientos: “¿me conviene colaborar?” se pregunta constantemente.
Retoma el francés.
—Vamos, al coche. Ya tenemos Teruel. Ahora nos falta Linás. Si como me dijo, Max, Cervera tiene un aspecto rural, quizá sirva. Aunque no descarto lo visto en el Pueblo Español, tan cerca de los estudios. Sería tremendamente práctico.
Anochece cuando han terminado de dar una vuelta por el casco antiguo de Cervera. Page ha tomado fotos.
Por el camino, controles constantes retrasan su viaje de regreso. Mientras Max Aub duerme, exhausto, Malraux, Peskine y Page discuten de cine. El director está preocupado por los actores que ha reclutados hasta ahora, en especial aquel Santpere, habituado al quehacer teatral pero ignorante del cinematográfico. Desde luego, no tendría sitio en una película de Eisenstein, referencia para el francés.
Están hambrientos. A los pocos kilómetros, despiertan a Max:
—Aquella fonda que nos prometió, ¿dónde está?
El chófer apunta: estamos ya llegando a Igualada. Max se activa. Le indica el trayecto y al llegar, se dirige a la cocina, anunciando la visita de un “gran personaje importante”. Cenan bien: “Friture et côtelettes et du vin blanc”, recordará Peskine, quien al llegar al hotel indicará a Malraux sus condiciones para colaborar
en la película. El director estará de acuerdo en principio, y como muestra del mismo, en presencia de Page, le entregará el guion con las escenas ya disponibles, la mayoría.
Al día siguiente, los franceses regresan a su país. El ruso tendrá dificultades para regresar a Francia. Por falta de autorizaciones, debe desistir de coger el avión y ha de llegar a Perpiñán en coche, desde donde seguirá viaje al día siguiente. En París, le espera Roland Tual, que ejercerá de director de producción de Sierra de Teruel.
Posiblemente, la anotación sea posterior, dado que Peskine no menciona en ningún momento la presencia de Tual. En sus memorias, su esposa Denise (Le temps devoré. Fayard, 1980), menciona un viaje a propuesta de Malraux, pero en los primeros meses de guerra (página 146). Sin embargo, la nota de Aub es clara. La implicación de Tual era total, y el 1º de agosto se vieron en París, pero no en Barcelona.
Sentados en el parisino café de Flore, acordarán provisionalmente una retribución de 1000 dólares para su colaboración hasta el 15 de julio. La última condición que pone Peskine es la de no tener que desplazarse a Barcelona, ya que dada su condición de ruso “naturalizado y reformado”, no quiere que se le identifique con una producción republicana, y de paso, así evitará los riesgos en una ciudad bombardeada, que continuamente le recuerda su esposa a quien los amigos llaman CriCri. Corniglion-Molinier y Malraux aceptarán los términos del acuerdo, que finalmente se firmará el jueves 23 de junio.
Los dos hombres se encuentran de nuevo en Perpiñán el sábado 25 de junio. Hay una variación en la retribución, que pasa a ser de 20.000 francos más una eventual participación en los beneficios cuando el filme se proyecte comercialmente. Malraux está eufórico, excitado al ver que se acerca el inicio del rodaje, la culminación de una trayectoria que le ha tenido unido a la suerte de la República española desde el inicio de la guerra. Josette, que le acompaña, comparte esta euforia. Dice a su amiga Suzanne, el día 23[lx]: “¡Qué dichosa le hace a una la felicidad y qué bien sienta este clima! ¡Cómo está una hecha para esto! Cuando soy desgraciada, estoy fea y soy mala, ¿qué amaría él en mí? Pero ¡hoy existe entre nosotros algo tan tranquilo! Todo resulta fácil cuando André está aquí y no estamos en París.”
Sin embargo, el tiempo apremia. En La Depêche[lxi], leen las declaraciones del general Miaja, afirmando que Valencia puede llegar a ser un segundo Madrid. ¿podrán culminar su proyecto? En Francia todo parece fácil, pero en sus idas y venidas desde Barcelona, contemplan los frecuentes bombardeos y leen las noticias que indican que las fuerzas rebeldes avanzan en varios frentes. Finalmente han descartado Cervera, su hipotético Linás, como ubicación de rodaje a pesar de las buenas perspectivas vistas en su viaje semanas antes. A menos de cincuenta kilómetros del frente sería imposible obtener los permisos para un rodaje de varios días. En el mismo periódico, leen que desde Le Havre, parten 194 toneladas de plata de la República como pago de compras hechas en los Estados Unidos, lo que reafirma la necesidad de terminar cuanto antes la no iniciada aún película, para ser promovida en aquel país.
Los desplazamientos sufren algunos retrasos en la frontera, cerrada a las mercancías por orden verbal del lunes anterior. Durante las comidas, comentarán ampliamente la noticia leída en L’Independant[lxii], en la que se informa de la detención de franquistas que habían montado un centro de espionaje en Biarritz, entre ellos el marqués de Rebalzo[lxiii]. Max, que les consiguió el billete y ha ido a despedirles, queda pensativo. Tantos recuerdos agrios sobre la campaña de desprestigio que algunos de aquellos miserables habían orquestado contra él[lxiv]. Para no pensar en ello, saca a relucir las repetidas noticias de ataques rebeldes a barcos ingleses o de otras nacionalidades, lo que puede hacer replantearse la No Intervención. Aub, entre sorbo y sorbo de café, ha señalado el ejemplar del sábado 25, leyendo[lxv]: “Si siguen los ataques, la Gran Bretaña llamará a su embajador y, de no cesar, llegaría a embargar las exportaciones de cítricos y vino desde el bando franquista”. ¡Cínicos cabrones¡, ha dicho dando un golpe con la taza, que se ha vertido.
En Perpiñán, Peskine celebrará repetidas reuniones con Denis Marion, en presencia de Malraux y, a menudo, Max Aub. Mme Peskine, CriCri, y Josette, que está radiante ante la posibilidad de compartir esta aventura con su amado, se pasean, compran, compartiendo mesa con sus atareados hombres. Las comidas en el hotel Victoria provocan discusiones sobre la bouillabaisse y su hermana catalana, la bouillinade, que no incorpora el cabracho o escórpora. Christiane Peskine, es marsellesa y defiende apasionadamente la primera. Malraux y Aub, después de días en la Barcelona en guerra, se regalan con opíparas comidas.
El martes 28, Malraux anuncia solemnemente que le han confirmado la transferencia de la primera entrega de dinero. Para celebrarlo se desplazan a Casteil para una cena a base de tortillas y cordero asado, en un lugar que el autor conoce bien desde su estancia en Vernet para redactar L’espoir. Peskine, que parte chapuceramente el cordero, exclama: ¡espero que haré mejor el corte técnico del guion!
De vuelta a Perpiñán, cada uno a su hotel. Los Peskine y Malraux en el Grand Hotel, Marion y Aub en el Tívoli. Al día siguiente, los “españoles” (Malraux y Josette, Marion y Aub) regresaran a Barcelona y Peskine se apresta a hacer el guion técnico con los textos recibidos. Sin embargo, para aliviar la tensión vivida, el matrimonio Peskine decidirán pasar el día en la costa buscando un alojamiento más relajado, que encontrarán en el Grand Hotel de Banyuls.
Durante más de dos semanas, Boris Peskine trabajará intensamente, con alguna pausa durante la que visitará la costa con su esposa. Con la lectura de su proyecto de película, el ruso ve crecer su admiración por el escritor. Llega a decir: “Je ne connais pas un seul metteur en scène travaillant aujourd’hui en France qui approche de lui pour le sens de l’action cinématographique”.
El trabajo se ha desarrollado según lo previsto, así que el miércoles 13 de julio, llegan ya Denis Marion y su esposa, y por la noche también Malraux y Josette a quienes acompañará Max Aub. Después de una opípara cena, paseando por Port-Vendres, encuentran a Illya Ehrenbourg y su esposa, para gran alegría del ruso que puede hablar en su idioma con el periodista y escritor.
El 14 de julio, fiesta nacional, sigue la revisión del trabajo técnico realizado por Peskine. Malraux está cada vez más nervioso, la guerra pinta mal para la República española, el dinero va fluyendo en cuentagotas, algunos actores aún no han sido contratados y muchos colaboradores están con la espada de Damocles de la movilización.
Aunque el contrato de Peskine está previsto hasta el 15 de julio, faltan los últimos ajustes. Malraux, para impresionarle, le sugiere que cuando lance la película en Estados Unidos espera que le acompañe. El director quisiera que, en caso de necesidad, Peskine pudiera seguir ayudando, ya sea en Banyuls o en Barcelona.
La historia nos dice que Sierra de Teruel no fue presentada en Hollywood. Boris Peskine (1911-1991), al estallar la guerra mundial, fue detenido y recluido en los campos de Drancy y Austerlitz, de donde, después de un breve periodo de libertad, fue deportado a Dachau. Liberado el 5 de mayo de 1945, recibió la medalla de la Resistencia. No volvería a trabajar en tareas relacionadas con el cine.
SABER +:
CLINICA Z: Un hospital militar en Montserrat durante la Guerra Civil (1936-1939) (Ângels Rius). El uso del monasterio durante la guerra.
NOTAS:
[i] Ce Soir, 38.02.19. En la imagen.
[ii] Después de una primera experiencia creada en 1926 (Franco Films Productions), que llegó a ser propietaria de los estudios Victorine en Niza, Corniglion-Molinier monta una nueva productora con la ayuda de dos colaboradores de excepción: Roland Tual, director adjunto de Pathé, y su esposa Denise, que será la que elegirá las obras a llevar a la pantalla. En LIGOT, Maurice (2019). Édouard Corniglion-Molinier, un paladin au XXe siècle. Burdeos, Les trois colonnes. Página 90
[iii] Dirigida por Robert Siodmak y protagonizada por Harry Baur, fue distribuida por Pathé Consortium Cinéma. Su poco éxito hizo más difícil posteriores colaboraciones.
[iv] Novela de los años 20, de J. Storer Clouston, publicada por Phillip Allen en Londres, en 1934, que sirvió de base al guión de Drôle de drame.
[v] Lo explica Denise Tual en Le temps devoré. Paris, Fayard. 1980. Página 123
[vi] MARION, Denis (1970) André Malraux. Seghers, Paris. Col. Cinéma d’aujourd’hui. Página 13.
[vii] https://www.filmaffinity.com/es/film221155.html
[viii] El grupo de teatro Octubre, próximo al Partido Comunista Francés, se había disuelto en 1936, después del triunfo en Francia del Frente Popular, en parte por discrepancias entre trotskistas y estalinistas. https://fr.wikipedia.org/wiki/Groupe_Octobre
[ix] https://www.visorhistoria.com/la-neutralidad-americana-y-st-esp/
[x] Firmará sus libros y artículos con el seudónimo de Denis Marion, nombre con el que aparecerá a partir de ahora en esta publicación
[xi] Curiosamente las esposas del actor Jean Gavin y del responsable de la productora alemana UFA en Francia, Raoul Ploquin, después de ver Drôle de drame, convencieron a sus maridos, en una cena en el restaurante Chez Allard, de que llamaran a Marcel Carné, director de ésta, para que dirigiera también Le Quai de brumes, una evocación pintoresca de los bajos fondos de Montmartre, alrededor del cabaré Le Lapin Agile. Se estrenará el 18 de mayo de 1938, y ganará (como Sierra de Teruel) el premio Louis Delluc. BARON TURK, Edward (2002). Marcel Carné et l’âge d’or du cinéma français 1929-1945. Paris, L’Harmattan. Página 93.
[xii] MALRAUX, André (1996). L’espoir. Paris, Gallimard -Folio Plus. Página 181.
[xiii] Jean Renoir, 1937.
[xiv] Schreiner en la película, finalmente interpretado por el catalán Pedro Codina. MICHALCZYK, John J. (1977). Andre’s Malraux Espoir: The propaganda/art film and the Spanish Civil War. Mississippi University. Página 29
[xv] TUAL, Denise (1980). Le temps devoré. Paris, Fayard. Página 138
[xvi] Comentando dicha colaboración, Denise Tual apunta: Roland Malraux n’arrivait pas à prendre son travail d’assistant avec gravité, c’était plutôt un jeu pour lui. (TUAL, Denise (1987). Au coeur du temps. Carrère Ed. Paris. Página 139. En https://malraux.org/tual1-2/
[xvii] Pathé fue adquirida en 1929 por el financiero rumano Bernard Natan, que practicó una política expansionista que chocó con la grave crisis económica mundial, hasta declararse en quiebra en 1935. Natan sería encarcelado acusado de mala gestión y fraude. Fue excarcelado en 1942, pero habiéndole quitado la nacionalidad francesa, fue deportado y falleció el mismo año en Auschwitz. (fr.wiki)
[xviii] http://www.afmd-allier.com/PBCPPlayer.asp?ID=537374
[xix] https://www.film-documentaire.fr/4DACTION/w_fiche_film/48128_0 (Sur les routes d’acier. 1938)
[xx] El Diluvio, 14.5.1938
[xxi] ALBERTÍ (2004): 251
[xxii] La Publicitat 14.5.1938 pág. 1 / El Diluvio, 14.5.1938 pág,8
[xxiii] MIRAVITLLES (1981): 166
[xxiv] Años más tarde escribirá: “Ha sido (Malraux), quizás, el hombre que más he admirado, ya que era como una proyección muy superior de mi propia vida”. (MIRAVITLLES, Jaume (1981) Més gent que he conegut. Barcelona, Ed. Destino. Página 165.
[xxv] La Vanguardia, 15.5.1938, página 7
[xxvi] La Publicitat, 14.5.1838 Página 1
[xxvii] El Diluvio, 14.5.1938. Página 8
[xxviii] Buena información en: https://loquesomos.org/julio-alvarez-del-vayo-ministro-de-estado-de-la-ii-republica/
[xxix] El Diluvio, 14.5.1938 Página 1 y ss.
[xxx] Prisoners Prove Intervention in Spain. 1938. Reino Unido. Productora: Progressive Films institute. Director: Ivor Muntagu Documental rodado con cámara fija y micrófono oculto, recoge el interrogatorio de Rudolf Ruecker, teniente de la aviación alemana y del subteniente italiano Gino Poggi. La guerra filmada, dvd nº 3. Filmoteca española, 2009.
[xxxi] Las Noticias, 14.5.1938 páginas 1 y 4.
[xxxii] Ce Soir, 13.5.1938 página 3
[xxxiii] PI Y SUNYER, Carles (1977). La República y la guerra -Memorias de un político catalán. México. Ediciones Oasis, SA. Página 477 y ss. Para el tema judicial: PAGÈS, Pelai (2015). Justícia i guerra civil. Barcelona, Ed. Base, donde analiza la posición de los diversos partidos catalanes.
[xxxiv] AZAÑA, Manuel (1996). Memorias de guerra 1936-1939. Barcelona, Ed. Crítica. Página395
[xxxv] El cambio en 1938 era de 20/21 FF/USD; 8,6 Pta/USD. MICHALCZYK, John J. (1977). Andre’s Malraux Espoir: The propaganda/art film and the Spanish Civil War. Mississippi University. Página 29nota.
[xxxvi] Ver la primera parte de LA VERDADERA HISTORIA DEL RODAJE DE SIERRA DE TERUEL.
[xxxvii] La Vanguardia, 17.5.1838. Página 2
[xxxviii]Publicados el 20.4.1938, era un programa político razonable que esperaba, sin éxito, se acogido por las potencias occidentales. https://www.ecorepublicano.es/2015/03/mayo-de-1938-los-trece-puntos-de-negrin.html .
[xxxix] PI SUÑER, Carles (1975). La República y la guerra. Memorias de un político catalán. México, Ediciones Oasis SA. Páginas 477 y ss.
[xl] SALA NOGUER (1993): 129
[xli] CAPARRÓS (1977): 166
[xlii] Situación descrita de forma novelada en: CISTERÓ, Antoni (2ª ed. 2018). Campo de esperanza. Capítulo 1. En: https://www.visorhistoria.com/campo-de-esperanza-1/
[xliii] https://www.visorhistoria.com/benicarlo-1937/
[xliv] « Combats d’avant garde : Les souvenirs de Max Aub ». Serie de entrevistas realizadas por André Camp. France Culture, mayo 1967. Archivos del Institut National de l’Audiovisuel (INA), París, Francia.
[xlv] Magnífico retrato de Mallraux en: AUB, Max (2001). Cuerpos presentes. Segorbe, Fundación Max Aub. Páginas 199-201.
[xlvi] Andrés Mejuto, a la sazón capitán en el ejército, nos cuenta su experiencia: “Vinieron a buscarme para hacer lo de André Malraux y tuvieron que autorizarme porque lo pidieron desde la central del ejército… Gente relacionada con Federico García Lorca (retengamos el dato), que tenía contacto con Malraux y Max Aub, le indicó que había hecho cosas como actor y él me llamó a Barcelona en 1938”. Aunque quizá dramatiza en exceso la situación (o no). “El rodaje estaba hecho a trozos, con bombardeos, huyendo del edificio porque sabíamos que venían a bombardearlo. Franco sabía que se estaba rodando esa película aquí y hacía todo lo posible por evitarlo” (“Testimonios”. En Sierra de Teruel, 50 años de esperanza. Archivos de la Filmoteca. Año 1, nº 3. Valencia, Filmoteca de la Generalitat Valenciana. Página.204)
[xlvii] La Vanguardia, 8.6.1938. Página 1
[xlviii] https://www.visorhistoria.com/aviones-para-espana-2/
[xlix] Boris Peskine, colaboró en el guion técnico. Gran parte de este capítulo está basado en sus memorias no publicadas, visibles en: http://docplayer.fr/187080876-Notes-de-boris-peskine-a-propos-de-la-preparation-du-tournage-de-l-espoir-juin-juillet-1938.html
[l] Se trataría muy posiblemente de María Osten, amante de Mijail Koltsov, que ya había partido para la URSS, donde tiempo después sería detenido y fusilado (como lo fue la propia María tiempo después). https://www.fronterad.com/devorados-por-stalin-la-vida-de-la-periodista-maria-osten/
[li] Documental sobre el Estado Mayor del Ejército del Este, producido por Laia Films, de 10 minutos de duración. CAPARRÓS, José Mª. (1977) El cine republicano español 1931-1939. Barcelona, Dopesa. Página 194.
[lii] Completa biografía en: https://www.filosofia.org/ave/003/c065.htm
[liii] El éxito en la producción de películas hizo que en 1935 se inauguraran los platós sonoros de los Estudios Trilla y Lepanto, y los de doblaje de Adolfo La Riva y de la MGM. http://www.xtec.cat/~xripoll/hcinec3.htm
[liv] https://www.visorhistoria.com/secuencia-a-secuencia/
[lv] https://www.visorhistoria.com/clinica-z-en-montserrat-1936-1939/ por RIUS i BOU, Àngels (2023). Impremta i biblioteca a l’hospital military de Montserrat (1936-1939). Publicacions de l’Abadia de Montserrat.
[lvi] https://elpais.com/espana/catalunya/2021-04-13/montserrat-1938-hospital-e-imprenta-del-ejercito-republicano.html No se publicaría hasta inicios de 1939, días antes de abandonar el monasterio. Curiosamente, Picasso firmó el grabado el mismo día en que Malraux y Aub visitaban Montserrat.
[lvii] https://www.visorhistoria.com/el-deseo-truncado-serafin/
[lviii] https://www.visorhistoria.com/el-deseo-truncado-serafin/
[lix] https://raco.cat/index.php/QuadernsVilaniu/article/view/107599/135417
[lx] CHANTAL, Suzanne (1976). Un amor de André Malraux : Josette Clotis. Barcelona, Grijalbo. Página 113
[lxi] La Dépêche, 24.6.1938. P. 2
[lxii] L’Indépendant, 23.6.1938. P. 1.
[lxiii] Aquí un gazapo curioso, ya que la expulsión del representante franquista, así como de Bretrán y Musitu y otros colaboradores del espionaje franquista, se realizó en verano, ¡concretamente, el 30 de julio de 1937! (BARRUSO BARES, Pedro (2008). Información, diplomacia y espionaje (La Guerra Civil en el Sur de Francia -1936-1940). San Sebastián. Ed. Hiria. Página 132. ¿Periodismo conmemorativo? No es el único error: el marqués de Rebalso (con s), era a la sazón presidente de Izquierda Republicana, el partido de Azaña. El expulsado fue Francisco de Asís Moreno y de Herrera, conde (no marqués) de los Andes. La imagen ha sido obtenida en: https://gallica.bnf.fr/ark:/12148/bpt6k52726411/f1.item
[lxiv] https://www.visorhistoria.com/1937-max-aub-y-el-timo-de-los-bacilos/ y diversos artículos de VisorHistoria ahondando en el tema
[lxv] L’Indépendant, 25.6.1938. P.1